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martes, 13 de agosto de 2019

Por qué la Marina de Estados Unidos va a desechar las modernas pantallas táctiles de sus buques para reinstalar timones

NUEVA YORK, 13 agosto 2019 (BBC).-  El USS Fitzgerald chocó con un buque carguero de bandera filipina en la bahía de Tokio. La Marina de Estados Unidos ha descubierto que la modernidad no siempre es deseable. Al menos, no para sus marines.

USS Fitzgerald (Military.com)


La institución comenzará a retirar los controles de pantalla táctil de sus destructores para volver a instalar los aceleradores y timones tradicionales.

Así lo decidió tras determinar que las pantallas estuvieron implicadas en dos colisiones que causaron la muerte de 17 marines, según los informes de los incidentes.

Los marines habían recibido poco entrenamiento, por lo que no sabían cómo usar estos sistemas complejos en una emergencia. Esta falta de familiaridad contribuyó a que se produjeran estos accidentes.

Varían de un barco a otro

El portal de noticias del Instituto Naval de Estados Unidos (USNI por sus siglas en inglés) informó que el Contralmirante Bill Galinis, que supervisa el diseño de barcos de la Marina de ese país, dijo que los sistemas de control eran "demasiado complejos" porque los constructores de barcos tenían poca orientación oficial sobre cómo deberían funcionar.

Galinis afirmó que, como resultado, estos sistemas variaban de un barco a otro y tenían poco en común, así que los marines a menudo no estaban seguros de cómo podían encontrar en las pantallas indicadores clave como el rumbo de la nave.

A esto se sumó una encuesta "realmente reveladora" hecha entre la flota sobre las actitudes hacia los controles basados ​​en pantallas táctiles, añadió.

"Nos alejamos de los aceleradores físicos y ese fue probablemente el mensaje número uno de la flota: dijeron, solo dennos aceleradores que podamos usar", dijo Galinis.

La encuesta arrojó un deseo de volver a los timones y los aceleradores físicos que, antes de la introducción de pantallas táctiles, eran comunes en muchos tipos de embarcaciones.

Los incidentes investigados fueron protagonizados por el USS Fitzgerald, en junio de 2017, y el USS McCain, en agosto de ese mismo año.

Qué es la Séptima Flota, la fuerza de guerra naval más grande de EE.UU., y qué hay detrás de los misteriosos accidentes que ha sufrido en los últimos meses
El Fitzgerald colisionó con un carguero cerca de Japón en un accidente en el que fallecieron siete marinos.

El McCain se encontraba en la costa de Singapur cuando chocó con un carguero, causando la muerte de 10 miembros de su propia tripulación.

Como consecuencia, altos cargos fueron imputados bajo el cargo de "homicidio imprudente por negligencia". Otros fueron retirados de la institución.

Los investigadores concluyeron que ambos accidentes pudieron haber sido prevenidos y que fueron el resultado de "fallos múltiples".

La Marina de los EE.UU. está desarrollando ahora un acelerador físico y sistemas de timones que pueden reemplazar las pantallas táctiles, dijo USNI. La institución planea comenzar el proceso de sustitución de pantallas táctiles en el verano de 2020.

El paradero de Amelia Earhart: una pista para lograr lo imposible


LONDRES, 13 agosto 2019 (NYT).- En 1985 descubrió el Titanic en lo profundo del océano Atlántico. Él y su equipo también localizaron dónde había quedado el buque de guerra nazi Bismarck y hace poco ubicaron dieciocho barcos naufragados en el mar Negro.

Ballard siempre ha querido encontrar los restos del avión que pilotaba Amelia Earhart cuando desapareció en 1937. Sin embargo, temía que su búsqueda terminara siendo una de las tantas similares emprendidas en vano.

“Lo tienes como en espera en tu mente”, dijo Ballard, fundador del Ocean Exploration Trust. “Pero sigues pensando: ‘No, no, es un área de búsqueda demasiado grande’”.

Hasta que, hace unos años, otro grupo de exploradores encontró algunas pistas tan persuasivas que Ballard cambió de parecer. Ahora no solo está seguro de que sabe dónde están los restos del avión: ya zarpó junto con su equipo hacia un atolón remoto en la República de Kiribati, en el Pacífico, con el objetivo de recuperarlos.

Si la expedición es exitosa no solo resolverá uno de los mayores misterios del siglo XX; en el transcurso de la misión, Ballard, un explorador de 77 años, también le transferirá su legado de descubrimientos a una nueva generación de detectives oceánicos.

Hasta hace poco, Ballard había aceptado la versión de la Marina estadounidense sobre el paradero de Earhart. El 2 de julio de 1937, cuando faltaba poco para que terminaran su vuelo por todo el mundo, la aviadora y el navegador Fred Noonan desaparecieron sobre el Pacífico. Después de una búsqueda costosa, la Marina concluyó el 18 de julio de 1937 que los dos fallecieron poco después de caerse al océano.

Sin embargo, en 2012, un viejo amigo de Ballard le presentó una posible y sorprendente alternativa.

Robert Ballard, científico jefe de la expedición, y Allison Fundis, la lideresa de la misión, en un panel de National Geographic (Getty Images)


Kurt M. Campbell, quien fue el subsecretario de Estado para asuntos de Asia del Este y del Pacífico durante el gobierno de Barack Obama, invitó a Ballard a una reunión. Los dos se conocen desde hace años; estuvieron juntos en la Oficina de Inteligencia Naval.

En una entrevista reciente, Ballard recordó que Campbell lo apuró para que entrara a su oficina, donde le dijo que cerrara la puerta. “Quiero enseñarte una fotografía”, le dijo.

Era una imagen en blanco y negro granulosa. “’¿Qué ves ahí?’”, contó Ballard que le preguntó Campbell. “Le respondí: ‘Una isla con un barco sobre un arrecife’. Y me dijo: ‘No, ¿qué ves a la izquierda?’”.

Ballard notó la mancha. Entonces Campbell le entregó otra fotografía: la misma imagen, pero con mejoras digitales. Campbell le dijo que la mancha era el tren de aterrizaje de un Lockheed Electra L-10, y que el arrecife era parte de la isla Nikumaroro, parte de las prácticamente deshabitadas islas Fénix.

Ahí estaba: un sitio preciso y acotado para la búsqueda del avión de Earhart.

El último vuelo de Earhart

Grupo Internacional para la Recuperación de Aviones Históricos (Tighar)


La fotografía fue captada por el oficial británico Eric Bevington en octubre de 1937, tres meses después de la desaparición de Earhart. Bevington y su equipo estaban explorando la isla Gardner, la que ahora se llama Nikumaroro. Años antes había naufragado un carguero británico en la esquina noroeste de la isla, y Bevington tomó una foto de eso.

El joven oficial no cayó en cuenta de que también había captado algo asomándose por el agua. El Objeto Bevington, como fue llamado, ocupaba de menos de un milímetro en el marco, una mancha pequeñísima.

Décadas después, el Grupo Internacional para la Recuperación de Aviones Históricos (The International Group for Historic Aircraft Recovery, o Tighar), recibió las imágenes tomadas por Bevington. La organización sin fines de lucro está dedicada a la arqueología de aviones y a la preservación de aeronaves. Ha estado muy involucrada en la búsqueda de Earhart cerca de Nikumaroro.

La fascinación en torno a la desaparición de Earhart ha generado varias teorías algo descabelladas, como que era una espía estadounidense y fue capturada por los japoneses o que sobrevivió y pasó el resto de sus días con una falsa identidad como ama de casa en Nueva Jersey.

Los que creen en que cayó por Nikumaroro afirman que tiene sentido porque por ahí estaba la ruta de navegación planeada por Earthart.

Earhart y el navegador Fred Noonan con un mapa del Pacífico que muestra su ruta (Bettmann/Getty Images)


La Marina incluso siguió varias pistas a partir de llamadas de emergencia y movilizó al buque de guerra Colorado desde Pearl Harbor, en Hawái, para buscar por las islas Fénix. Pero Ballard y los investigadores de Tighar creen que la marea habría llevado el avión hacia aguas más profundas para cuando el buque llegó a Nikumaroro.

De acuerdo con el reporte oficial, un piloto de rescate vio muestras de “asentamiento reciente” allí. Pero, como nadie les hizo señas, el equipo de búsqueda se fue y la Marina descartó esa teoría. Lo que no sabían los que iban a bordo del Colorado es que esa isla no había sido habitada en cuarenta años.