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domingo, 11 de septiembre de 2011

Karl Marx tenía razón: el capitalismo mató a la burguesía

LONDRES, 11 septiembre 2011 (BBC).- Karl Marx pudo haberse equivocado con el comunismo pero, en lo que se refiere al capitalismo, mucho de lo que dijo resultó ser correcto, como señala el filósofo John Gray, quien escribió este artículo para la BBC.
El gran filósofo alemán del siglo XIX, economista y revolucionario, pensaba que el capitalismo era radicalmente inestable.
Tenía incorporada la tendencia de producir auges y colapsos cada vez más grandes y profundos y, a largo plazo, estaba destinado a destruirse a sí mismo.
A Marx le complacía esa característica: estaba seguro de que habría una revolución popular, la cual engendraría un sistema comunista que sería más productivo y mucho más humano.
Marx erró en lo que se refiere al comunismo. Pero su percepción de la revolución del capitalismo fue proféticamente acertada.
No fue sólo sobre el hecho de que en ese sistema la inestabilidad era endémica, aunque en ese respecto fue más perspicaz que la mayoría de los economistas de su época y de la actualidad.
A un nivel más profundo, Marx entendió cómo el capitalismo destruye su propia base social: la forma de vida de la clase media.
La terminología marxista de burgueses y proletariado suena arcaica.
Pero cuando argumentó que el capitalismo hundiría a la clase media en algo parecido a la existencia precaria de los angustiados trabajadores de su época, Marx anticipó un cambio en la manera en la que vivimos que apenas ahora estamos teniendo que afrontar.

Destrucción creativa

Para Marx, el capitalismo era la teoría económica más revolucionaria de la historia, y no hay duda que difiere radicalmente de los sistemas previos.
Las culturas de los cazadores-recolectores persistieron con su forma de vida por miles de años, las esclavistas por casi el mismo tiempo y las feudales por muchos siglos. En contraste, el capitalismo transforma todo lo que toca.
No son sólo las marcas las que cambian constantemente. Compañías e industrias se crean y se destruyen en una corriente incesante de innovación, mientras que las relaciones humanas se disuelven y reinventan en formas novedosas.
El capitalismo ha sido descrito como un proceso de destrucción creativa, y nadie puede negar que ha sido prodigiosamente productivo.
Prácticamente todos los que viven en países como el Reino Unido hoy en día reciben ingresos reales más altos de los que habrían recibido si el capitalismo no hubiera existido nunca.
El problema es que entre las cosas que se han destruido en el proceso está la forma de vida de la que, en el pasado, había dependido el capitalismo.
La promesa...
Los defensores del capitalismo argumentan que le ofrece a todos los beneficios que en la época de Marx sólo tenían los burgueses, la clase media asentada que poseía capital y tenía un nivel razonable de seguridad y libertad durante su vida.
En el capitalismo del siglo XIX, la mayoría de la gente no tenía nada. Vivían de vender su labor y cuando los mercados se debilitaban, enfrentaban dificultades.
Pero a medida que el capitalismo evolucionó -dicen sus defensores-, un número mayor de personas se beneficiaron.
Carreras satisfactorias dejaron de ser la prerrogativa de unos pocos. La gente dejó de tener dificultades todos los meses por vivir de un salario inseguro. Las personas estaban protegidas por sus ahorros, la casa que poseían y una pensión decente, así que podían planear sus vidas sin temor.
Con la expansión de la democracia y la riqueza, nadie se iba a quedar sin una vida burguesa. Todos podían ser clase media.

La realidad

De hecho, en el Reino Unido, Estados Unidos y muchos otros países desarrollados, durante los últimos 20 a 30 años ha ocurrido lo opuesto.
"La clase media solía pensar que sus vidas se desenvolverían en una progresión ordenada, pero ya no es posible considerar a la vida como una sucesión de niveles en los que cada escalón está más arriba que el anterior"
No existe la seguridad laboral, muchas de las profesiones y oficios del pasado desaparecieron y carreras que duran toda la vida no son mucho más que un recuerdo.
Si la gente posee alguna riqueza, está en sus casas, pero los precios de la propiedad raíz no siempre aumentan. Cuando el crédito es restringido, como ahora, pueden quedarse estancados por años. Una menguante minoría puede seguir contando con una pensión con la cual vivir cómodamente y pocos cuentan con ahorros significativos.
Más y más gente vive al día, con muy poca idea sobre qué traerá el futuro.
La clase media solía pensar que sus vidas se desenvolverían en una progresión ordenada, pero ya no es posible considerar a la vida como una sucesión de niveles en los que cada escalón está más arriba que el anterior.
En el proceso de creación destructiva, la escalera desapareció y para cada vez más personas, ser de clase media ya no es siquiera una aspiración.

Ganancia negativa

A medida que el capitalismo ha ido avanzado, ha llevado a la mayoría de la gente a una nueva versión de la precaria existencia del proletariado del que hablaba Marx.
Los salarios son más altos y, en algunos lugares, en cierto grado hay un colchón contra los sacudones gracias a lo que queda del Estado de bienestar.
Pero tenemos poco control efectivo sobre el curso de nuestras vidas y las medidas tomadas para lidiar con la crisis financiera han profundizado la incertidumbre en la que tenemos que vivir.
Tasas de interés del 0% conjugadas con el alza de precios implica que uno recibe beneficios negativos por su dinero y produce la erosión del capital.
La situación para muchos jóvenes es aún peor. Para poder adquirir las habilidades indispensables para conseguir empleo, hay que endeudarse. Y como en cierto momento hay que volverse a entrenar, hay que ahorrar, pero si uno empieza endeudado, eso es lo último que podrá hacer.
Cualquiera que sea la edad, la perspectiva de la mayoría de la gente hoy en día es una vida entera de inseguridad.
Quienes se arriesgan
Al mismo tiempo que ha despojado a la gente de la seguridad de la vida burguesa, el capitalismo volvió obsoleto al tipo de persona que disfrutaba de la vida burguesa.
"La perspectiva de la mayoría de la gente hoy en día es una vida entera de inseguridad"
En los '80s se habló mucho de los valores victorianos, y los promotores del mercado libre solían asegurar que éste reviviría las virtudes del pasado.
Pero el hecho es que el mercado libre socava las virtudes que mantienen el estilo de vida burgués.
Cuando los ahorros se están desvaneciendo, ser cauteloso puede llevar a la ruina. Es la persona que pide grandes prestamos y que no le tiene miedo a declararse en bancarrota la que sobrevive y prospera.
Cuando el mercado laboral es volátil, no son aquellos que cumplen cabalmente con las obligaciones de su trabajo quienes tienen éxito, sino los que siempre están listos a intentar algo nuevo que aparenta ser más prometedor.
En una sociedad que está siendo transformada continuamente por las fuerzas del mercado, los valores tradicionales son disfuncionales y quien quiera vivir de acuerdo a ellos está en riesgo de terminar en la caneca de la basura.
Se desvaneció en el aire
Examinando un futuro en el que el mercado permea todas las esquinas de la vida, Marx escribió en el Manifiesto Comunista: "todo lo que es sólido se desvanece en el aire". Para alguien que vivió en la Inglaterra victoriana temprana -el Manifiesto fue publicado en 1848- era una observación asombrosamente visionaria.
En esa época, nada parecía más sólido que la sociedad en cuyos márgenes vivía Marx.
Un siglo y medio más tarde, vivimos en el mundo que él anticipó, en el cual la vida de todos es experimental y provisional, y la ruina súbita puede llegar en cualquier momento.
Unos pequeño puñado de gente ha acumulado vastas riquezas pero incluso eso tiene una cualidad de evanescente, casi fantasmal.
En los tiempos victorianos, los verdaderamente ricos podían darse el lujo de relajarse, si eran conservadores a la hora de invertir su dinero. Cuando los héroes de las novelas de Dickens finalmente reciben su herencia, no vuelven a hacer nada jamás.
Hoy en día, no existe un remanso de seguridad. Los giros del mercado son tales que nadie puede saber qué mantendrá su valor, ni siquiera dentro de unos pocos años.
No fue el mayordomo
Este estado de alteración perpetua es la revolución permanente del capitalismo y yo pienso que nos acompañará en cualquier futuro imaginable realísticamente.
Estamos apenas a mitad de camino de una crisis financiera que pondrá muchas cosas de cabeza.
"No importa qué digan los políticos sobre la necesidad de frenar el déficit, deudas de la magnitud de las que se han incurrido no pueden ser pagadas"
Monedas y gobiernos probablemente caerán, junto con partes del sistema financiero que creíamos seguro.
No se ha lidiado con los riesgos que amenazaban con congelar a la economía mundial hace apenas tres años. Lo único que se ha hecho es obligar a los Estados a asumirlos.
No importa qué digan los políticos sobre la necesidad de frenar el déficit, deudas de la magnitud de las que se han incurrido no pueden ser pagadas. Es casi seguro que lo que harán es manejarlas recurriendo a la inflación, un proceso que está abocado a ser muy doloroso y empobrecedor para muchos.
El resultado sólo puede ser más agitación política, a una escala aún mayor.
Pero no será el final del mundo, ni siquiera del capitalismo. Pase lo que pase, vamos a seguir teniendo que aprender a vivir con la energía errática que el mercado emanó.
El capitalismo llevó a una revolución pero no la que Marx esperaba. El exaltado pensador alemán odiaba la vida burguesa y pensó en el comunismo para destruirla.
Tal como predijo, el mundo burgués ha sido destruido.
Pero no fue el comunismo el que cometió el acto.
Fue el capitalismo el que mató a la burguesía.

Soldados del Imperio y Rebeldes invaden la Ciudad de México















CIUDAD DE MÉXICO, 11 septiembre 2011 (EFE).- Darth Vader y Luke Skywalker, Boba Fett y Chewbacca, y los Stormtroopers junto a los Rebeldes, caminaron por el Paseo de la Reforma sin guerra ni miedo, sin lados oscuros ni galaxias; sólo porque Star Wars les marcó la vida.

El pretexto que reunió a más de 600 fans en el Ángel de la Independencia, desde antes de las 10 de la mañana, fue la llegada a México de la edición Blu-Ray de los seis episodios de la Guerra de las Galaxias.

La fantasía salió a la calle disfrazada. Ahí estaban Yoda, con sus orejas verdes y puntiagudas; el maestro Obi-Wan Kenobi, exterminador del oscuro Darth Maul; la princesa Amidala; R2-D2, ayudante de los Jedi, y una niña con el atuendo de Leia.

Hubo wookies que asustaron a uno que otro niño, además del enorme Chewbacca —el fuerte, sabio y leal— que optó por el silencio para no sudar más dentro de su peludo traje.

A paso lento y desorganizado avanzó el contingente galáctico, en medio de fotógrafos y paseantes que sacaban sus teléfonos celulares para capturar la imagen de los personajes.

Mientras, los escasos policías de tránsito les pedían mantenerse en los carriles para no ser lesionados por las fuerzas vehiculares de la ciudad.

Pero a diferencia de las marchas, que casi a diario invaden el centro de la ciudad, la de ayer no generó agresiones con el claxon; los conductores sonrieron sorprendidos.

Ayer, como desde hace más de 30 años de que se estrenó el primer episodio, la fascinación por Star Wars no respetó edades. Destacaron las madres de familia que llevaron a sus hijos de la mano, en carreolas y en brazos, como Romina, a quien su madre vistió de Padawan.

Un Boba Fett, de no más de medio metro de altura y casi tres años de edad disparaba con láser de juguete a quienes se acercaban para tomarle una fotografía.

Solo, serio y enojado, caminó Darth Maul del grupo maligno de los Sith. Detrás iban los maestros Fisto y Plotón, los pilotos Boba Fett del Imperio Galáctico y un Wedge Antilles, de la Alianza Rebelde.

Mística de vida

Un seguidor no necesitó disfraz, pues en la piel llevaba tatuada la estrella de la muerte, la cabeza de Lord Vader y unas naves X-Wings.

Los que se robaron la atención, aunque iban en la retaguardia, fueron los miembros de la Legión 501, quienes representaron a la Orden de los Sith. A la cabeza iban Darth Vader y Darth Sidious o Palpatine, atrás los custodiaba un guardia imperial y los soldados Clon, además de guerreros del desierto Tusken Ryder.

Dentro de su casco blanco, Urania explicó que uno de los requisitos para entrar a la Legión es ser mayor de edad y tener un traje réplica de cualquier personaje de la saga.

“Star Wars es la parte mística de mi vida”, dijo orgullosa.

“Yo crecí con las frases del master Yoda: No. No lo intentes. Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes”, contó la joven Sara Lozano, cuando se quitó el casco de soldado Clon.

La caminata “galáctico-metropolitana” se estropeó en el Monumento a la Revolución, atestado por perredistas, quienes aprovecharon la variedad para distraer su aburrimiento provocado por el mitin político.

Al pisar la plaza del mausoleo y recordar una parte feliz de su niñez, un padre de unos 40 años de edad trajo a su memoria la marcha imperial del compositor John Williams y tarareó: Tu tu tú, tu tu túuu, tu tu túuu.

Ver otras notas relacionadas con Star Wars publicadas en Wicked Magazine.

Las muñecas indígenas más fashion

CIUDAD DE MÉXICO, 11 septiembre 2011 (El Universal).- Las muñecas típicas mazahuas del estado de México se convirtieron en inspiración de famosos diseñadores internacionales de alta costura, quienes las tomaron como musas y vistieron con sus mejores creaciones como parte de la exhibición “Un Tributo a México”.

La muestra, que forma parte del “Fashion’s Night Out” organizado por la revista Vogue México, permanecerá hasta el 11 de septiembre en las instalaciones del Museo de Arte Popular (MAP) de la ciudad de México, donde 13 muñecas mazahuas de 20 centímetros y llenas de glamour, asaltarán las pasarelas para hacer a un lado a las “top models”.

“El mundo tendrá su Barbie, pero nosotros tenemos nuestra María Mazahua”, destacó Eva Hughes, directora de la revista Vogue México y Latinoamérica, al inaugurar la exposición el pasado 8 de septiembre, con lo que se busca que jóvenes, niñas, mujeres y ciudades extranjeras, conozcan “otra faceta de la moda en México”.

Ataviadas con creaciones de diseñadores de las casas de moda internacionales BCBG Max Azria, Blumarine, Christian Cota, Etro, Kenzo, Lacoste, Max Mara, Nicole Miller, Rag&Bone, Swarovski, Tommy Hilfiger, Tory Burch y Vince Camuto, las “Marías” dejaron a un lado su vestimenta tradicional mazahua y se desataron las trenzas para lucir elegantes y exclusivos modelos al último grito de la moda, sin dejar a un lado su esencia.

Seda de organdí, abrigo de lana y cachemira, sombrero de visón, suéter de angora, gasa plisada con plumas en el tocado, chaqueta de twed, bolso de cuero, tul con detalles de pedrería, alas de plumas cubiertas con cristales Swarovski, vestido de cuero, entre otros materiales, envolvieron a estas artesanías para darles un toque “chic”.

Antes del acto inaugural se realizó una cena-gala donde fueron subastadas las 13 muñecas “fashion” mazahuas a beneficio de la Asociación de Amigos del MAP, el Fondo para Niños de México A.C. y la Sociedad Internacional de Valores de Arte Mexicano A.C. (SIVAM).

De acuerdo a Hughes, escogieron este tipo de artesanías típicas de la entidad mexiquense, por ser un símbolo femenino que representa el trabajo de las mujeres, además de que la moda “no sólo es cuestión de saberse vestir, debe generar consumo, empleos y muchas otras cosas importantes en una sociedad”, apuntó la directora de la famosa revista.

El MAP señaló que las muñecas mazahuas son una expresión de la etnia del mismo nombre, localizada en el estado de México y Michoacán, que ha conservado sus expresiones culturales a través de la lengua, la música, la danza, las artesanías y su forma de vestir.

Finalmente, el objetivo del Fashion´s Night Out es recobrar la confianza del consumidor, impulsar la economía de la industria y enamorar a quienes van de compras, con la experiencia de hacerlo en un ambiente de fiesta, donde con motivo de esta ocasión, contó con la participación de más de 100 tiendas.
















Testimonio: De la tragedia a la esperanza





NUEVA YORK, 11 septiembre 2011 (El Universal).- Antes del 11 de septiembre del 2011, el restaurante Windows of the World, situado entre los pisos 106 y 107 de la Torre Norte del World Trade Center, una de las edificaciones gemelas que eran símbolo de la ciudad Nueva York, era considerado uno de los más importantes de la Gran Manzana.

Este emblemático feudo era una visita obligada para quienes querían disfrutar de los lugares más exclusivos de Manhattan.

Se trataba de un lujoso sitio donde trabajaban más de 70 personas, quienes llegaban muy temprano para comenzar a preparar los platillos que habían hecho famoso al lugar. En ese tiempo, Michael Lomonaco era el chef ejecutivo del Windows of the World; en realidad lo era desde 1997.

Al igual que sus compañeros, acostumbraba llegar a la cocina muy temprado, pero el 11 de septiembre ocurrió algo distinto: desde hace días venía pensado cambiar uno de los cristales de sus lentes, y ese día lo hizo.

Para ahorrar tiempo, acudió a una de las ópticas que se encontraban en el área de tiendas de las torres. Estuvo ahí más de 40 minutos, pues antes de cambiar el cristal, visitó al optometrista.

Cuando se encontraba en el consultorio, escuchó un estruendo; de inmediato pensó que había sido un problema con el subway, aunque le pareció raro porque en todos los años que había trabajado en la zona nunca había pasado algo similar.

Minutos más tarde, se escuchó otro impacto; unos segundos después, interrumpieron la consulta y les pidieron abandonar el edificio.

Al salir, por la avenida Liberty, observó que caían escombros y al levantar la vista contempló la tragedia: los edificios ardían en llamas.

Su primer pensamiento fue que había estallado la cocina del restaurante, pero casi inmediatamente se dio cuenta que dos aviones se habían estrellado en las torres.

Cuando reaccionó, trató de pensar quiénes de sus compañeros podrían haberse encontrado en el restaurante.

En una entrevista concedida al Daily News, Lomonaco reconoció que trabajar con las personas que murieron ese día era como hacerlo en familia donde, a pesar de mezclarse diferentes culturas e idiomas, el ambiente era cálido y cordial, y que fue precisamente lo que hizo tan especial al Windows of the World.

Algunos de los trabajadores que sobrevivieron a los ataques, incluido Lomonaco, se unieron para formar Windows of Hope, un grupo sin fines de lucro que provee seguro social y fondos para la educación de los hijos de los compañeros que murieron ese día, pues tristemente uno de esos niños nació el 11 de septiembre de 2001.

Además de este proyecto, cuando Lomonaco abrió su feudo, Porterhouse Nueva York, invitó a algunos de sus ex compañeros a trabajar con él, tratando de evocar el ambiente que se vivía en el anterior establecimiento.

“Gran parte de mi corazón y mi alma está aquí. Me siento muy afortunado de haber encontrado otro epicentro de Nueva York”, ha declarado el chef, quien aún recuerda con profunda tristeza esa tragedia.

El chef, desde entonces, todos los días, antes de trabajar, le dedica unos minutos a la memoria de sus compañeros, pues se imagina que también ellos se preparaban para comenzar su jornada el día que murieron.

Más ayuda

Por otra parte, otros grupo de los empleados del Windows of the World que sobrevivieron inauguraron, el 4 de enero de 2006, un restaurante tipo cooperativa llamado Colors, en homenaje a los cocineros y los otros trabajadores que fallecieron durante el ataque terrorista. El menú que ofrece pretende reflejar la diversidad de los miembros del antiguo equipo.

Ahora, el feudo no sólo continúa sirviendo comida, sino que además capacita gratuitamente a sus empleados y a quienes quieren integrarse al ámbito culinario, ya sea como cocineros, meseros o bartenders; esta capacitación la brinda en conjunto con el Centro para las Oportunidades de los Restaurantes, una organización sin fines de lucro que lucha para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores de la cocina.

Aunque algunos de los fundadores originales de Colors han abandonado el proyecto, porque creían que el negocio crecería rápidamente, pero no ha sido tan fácil, el resto, conformado por afroamericanos, gente de etnias minoritarias y latinos, continúa con esta labor y con la esperanza de abrir otros restaurantes en la Unión Americana.

11-S: El legado tóxico del polvo de las Torres Gemelas



NUEVA YORK, 11 septiembre 2011 (BBC).- No hay quien no recuerde el momento en el que, el 11 de septiembre de 2001, se derrumbaron las Torres Gemelas, liberando una gigantesca nube de polvo en las calles de Nueva York.
Según cifras oficiales del gobierno de Estados Unidos, más de 18.000 personas están siendo tratadas por problemas de salud, principalmente enfermedades respiratorias, vinculadas a la nube de partículas tóxicas.
Tal como señalan los expertos, esas partículas de polvo contenían, entre otras cosas, concreto, plomo de computadoras y mercurio de bombillas.
La cifra de pacientes fue publicada por el programa establecido por el gobierno estadounidense para seguimiento y tratamiento de los trabajadores de rescate, voluntarios y residentes locales durante el 11-S.
Los trastornos más comunes, dice el organismo, son problemas respiratorios, como asma y sinusitis, pero también se ha informado de trastornos musculares e intestinales.
El funcionario a cargo del programa, el doctor John Howard, director del Instituto Nacional para Seguridad y Salud Ocupacional, le dijo a la BBC que es "plausible" que gente muera a causa de la exposición a este polvo tóxico.

Daño pulmonar

Uno de los efectos más perjudiciales, dice el experto, es un trastorno llamado fibrosis intersticial, que afecta a los pulmones.
"Este trastorno provoca la pérdida de la capacidad para intercambiar oxígeno y dióxido de carbono: esencialmente tus pulmones comienzan a formar una cicatriz en el interior hasta que es imposible respirar", explica.
Según Howard, la gente podría morir a causa de "muchos de los trastornos que hemos visto asociados a este tipo de exposiciones".
"No hay duda de que miles de personas que acudieron al WTC han desarrollado enfermedades crónicas y discapacidades como resultado de su terrible exposición"
Programa de Salud del WTC
El polvo -que voló por los vecindarios adyacentes a las Torres Gemelas- contenía un peligroso coctel de partículas altamente alcalinas del concreto pulverizado, pero también pudo contener asbesto y metales pesados como plomo y mercurio de miles de computadoras y bombillas de los dos edificios de 110 pisos que fueron destruidos.
Se cree que hasta 80.000 personas, incluidos bomberos, agentes de policía, trabajadores de rescate, empleados de construcción y limpieza, acudieron al sitio tras el ataque.
El Programa de Salud del World Trade Centre (WTC) que estableció el gobierno en 2001 tiene en sus registros a 60.270 personas como potencialmente vulnerables, o en riesgo de desarrollar trastornos por la inhalación del polvo.
De éstas, 27.837 han sido sometidas a revisiones médicas y 18.462 están recibiendo tratamiento médico.
Según el programa, "no hay duda de que miles de personas que acudieron al WTC han desarrollado enfermedades crónicas y discapacidades como resultado de su terrible exposición".
"Basados en el conocimiento acumulado y la ciencia médica, los expertos en medicina ocupacional ahora saben que para muchas de estas personas, los trastornos físicos y mentales relacionados al WTC podrían ser permanentes".
"Aún más triste es que continuamos viendo a nuevos pacientes, los cuales nunca han sido sometidos a una revisión ni han sido tratados".
El gobierno estableció un programa de compensación para los sobrevivientes, pero hay temores de que la exposición al polvo tenga efectos más a largo plazo y en los próximos años comiencen a verse otro tipo de enfermedades, como cáncer, vinculadas a éste.

Imagen: picasaweb / AFP

Imágenes de los ataques del 11-S desde el espacio





WASHINGTON, 10 septiembre 2011 (EFE).- El astronauta Frank Culbertson, el único estadunidense ausente en la Tierra durante los atentados de 2001, captó con su cámara la enorme humareda del derrumbe de las Torres Gemelas en Nueva York, en unas fotos y vídeo divulgados por la NASA.

La mañana de los ataques, el 11 de septiembre de 2001, Culbertson se encontraba a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés) junto con dos astronautas rusos y a 250 kilómetros de distancia cuando, según recuerda, vio la bola de humo que se erigía desde la zona de Manhattan.

Al sólo enterarse de lo que estaba ocurriendo, porque se lo comunicaron sus superiores, Culbertson comenzó a documentar los ataques en fotografías porque la ISS sobrevolaba en esos momentos el área de Nueva York.

"Cuando la vi por la ventana, tomamos el vídeo justo cuando colapsaba la segunda torre. No sabía que ocurría exactamente, pero supe que era algo verdaderamente malo porque había una gran nube de escombros que cubría Manhattan", señaló Culbertson, según un comunicado divulgado por la agencia espacial estadunidense.

"Allí fue cuando verdaderamente se volvió algo doloroso porque fue como ver una herida en el costado de tu país", agregó Culbertson, entrevistado por la NASA con motivo de la conmemoración del décimo aniversario del 11S.

En una carta que publicó al día siguiente de los ataques terroristas, Culbertson señaló: "el mundo cambió hoy. Lo que haga o diga es poco en comparación con la trascendencia de lo que ocurrió a nuestro país al ser atacado".

"Es horrible ver el humo que emanaba de las heridas hechas a tu país desde semejante perspectiva. La dicotomía de estar en una nave espacial dedicada a mejorar la vida en la Tierra y ver cómo esa vida es destruida mediante unos actos terribles y deliberados sacude la psique, no importa quién eres", enfatizó Culbertson.

"Las lágrimas no fluyen de la misma manera en el espacio. Es difícil describir lo que siente; era el único estadunidense fuera del planeta en un momento como este" y sin poder consolar a sus seres queridos, dijo Culberton, de 62 años y jubilado de la NASA desde 2002.

Para Culbertson, los ataques suscitaron una reacción visceral y "abrumadora" al enterarse de que un amigo y colega suyo de sus tiempos en la Academia Naval de Estados Unidos, Charles Burlingame, fue el piloto que falleció cuando el vuelo 77 de American Airlines se estrelló contra el Pentágono.

El 11-S fue un llamado para hacer algo grande con mi vida"



LOS ÁNGELES, 11 septiembre 2011 (BBC).- Un mandato familiar podría haber llevado a Miguel Vázquez a enrolarse en las fuerzas armadas estadounidenses: por generaciones, muchos de sus parientes decidieron servir a la patria con las armas y se sumaron a las filas de la Marina.
Pero el día del llamado fue el 11 de septiembre de 2001. Cuando el vuelo 11 de American Airlines, controlado por cinco secuestradores, se estrelló contra la torre norte del World Trade Center, pensó -como muchos compatriotas- que se trataba de un accidente.
El segundo ataque, sobre la torre sur, disipó la teoría de la casualidad y se convirtió en "un signo o un símbolo" de lo que debía ser su vida: su respuesta a los atentados fue correr a inscribirse en el ejército.
"Fue un instante, cuando escuché que el gobierno declaraba que estábamos en emergencia. El 11 de septiembre me hizo sentir que debía ponerme delante de otros, de mucha gente que necesitaba mis servicios", señala el ex militar, hoy dedicado a las finanzas en una empresa familiar en California.
"El 11 de septiembre me hizo sentir que debía ponerme delante de otros, de mucha gente que necesitaba mis servicios"
Miguel Vázquez
"Fue también el momento en el que entendí que teníamos enemigos poderosos que estaban dispuestos a lastimar a mucha gente, más allá de los enemigos a los que nos habíamos enfrentado en el pasado".
En 2002, a los 19 años, Vázquez se convirtió en un soldado latino. Por entonces, la lista de las fuerzas armadas estadounidenses registraba un 12,9% de inscritos de origen hispano, según datos de la Heritage Foundation.
Nacido de padre portorriqueño y madre mexicana (proveniente del estado de Tamaulipas), el joven –hoy de 28 años- es un hispano de segunda generación y ve a Estados Unidos como "el único país que puedo considerar como mi casa".
Aunque habla fluidamente el español, a la hora de los recuerdos prefiere usar la lengua en la que fue educado en la escuela y en el barrio. La memoria le habla en inglés y la emoción le corta las frases por la mitad.
"Nunca volví a hablar del 11-S, no sé por qué, es raro, confuso… perdón…", duda, respira hondo, hace silencio. "Es muy duro revivir aquel día que marcó un antes y un después, no sólo para mí sino para todo un país, y es duro pensar en todo lo que vino después".
En el Pentágono
Frente a la televisión, Vázquez recibió la noticia del tercer ataque aquel septiembre: el vuelo 77 de American había alcanzado el Pentágono, el corazón del Ministerio de Defensa estadounidense.
Allí estaba su padre, que salió ileso, aunque eso lo supo su hijo después: en el caos del momento, no pudo comunicarse por las líneas telefónicas saturadas para saber qué suerte había corrido.
"Fue la primera vez que sentí que había algo más grande e importante que yo mismo. La primera vez que el país necesitaba unirse, no sólo por ser un país en los papeles sino básicamente para poder sobrevivir", señala.
Aunque antes había querido ser militar, los atentados le dieron a su misión un sentido histórico: "sabía que iba a ser parte de la historia, que era un momento de cambio profundo y yo quería ser parte".
Sus padres se opusieron a su proyecto y trataron de disuadirlo, no por falta de principios sino por temor: suponían que, por primera vez, uno de los militares de la familia efectivamente iría a una guerra.
Y allí fue él. El Cuerpo de Marines de EE.UU. lo llevó a Irak en 2003 para la invasión inicial y luego en 2004, en el marco de la operación para recuperar el control de la ciudad de Fallujah.
"El orgullo de un marine se relaciona con el espíritu de grupo, se construye con todo lo que pasas junto a tus compañeros. Estando en el terreno, sentía responsabilidad no sólo por los que estaban al lado mío peleando sino por toda la gente que estaba aquí en mi país", revela Vázquez.

El bien contra el mal

Su mirada del mundo también se vio transformada: el 11-S le enseñó a dividir el mundo entre buenos y malos de una manera radicalmente diferente a la que había aprendido en la escuela.
"Comenzó a haber una lucha del bien contra el mal que dejó de tener barreras geográficas, eran enemigos que estaban dispuestos a todo", afirma el ex marine.
¿Cómo responde Vázquez a la controvertida idea de considerar que Estados Unidos encarna "el bien" y tiene derecho a intervenir sobre otros países?
De forma enfática: "Los inocentes son inocentes, pero aquellos que hacen el mal por conseguir sus objetivos son, por definición, malas personas. Y contra ellos es que luchamos, para que no haya otro 11-S".
"Hay mucha gente que nos ve a nosotros como los malos y es cierto que pasaron cosas allá (en Irak) sobre las que algunos de nosotros podemos sentir algún arrepentimiento. Pero por cada uno que piensa eso hay muchos más que agradecen que les hayamos ayudado a cambiar su estilo de vida allá o que les hayamos dado tranquilidad acá (en Estados Unidos)".
A diez años de los atentados que le cambiaron la vida, sabe que no volverá a ser el mismo.
"El 11-S e Irak me convirtieron en un hombre muy diferente a aquel adolescente que era en 2001. Me hicieron madurar y crecer, son años en los que seguiré pensando tanto como viva y esa transición hasta ser el que soy hoy ha sido muy, muy dura".

11-S: Valiosos documentos y obras de arte fueron destruidos

 NUEVA YORK, 11 septiembre 2011 (AP).- Además de causar la muerte de casi 3.000 personas y destruir las Torres Gemelas, verdadero monumento de la ciudad de Nueva York, los ataques del 11 de septiembre del 2001 acabaron con archivos y obras de arte de valor incalculable.

En algunos casos, se destruyeron no solo los objetos sino también sus inventarios. Las pérdidas humanas hicieron pasar a segundo plano las pérdidas de papeles y una década después los especialistas no han determinado a cabalidad qué se perdió y qué fue recuperado, lo que les impide dar una forma definitiva al rompecabezas de la historia.

"No puedes hacerte una idea clara porque faltan elementos claves", afirmó Kathleen D. Roe, directora de operaciones del los Archivos del Estado de Nueva York y copresidenta del Proyecto de Documentación del World Trade Center, el nombre oficial de las torres. "De modo que uno no tiene una imagen precisa".

El complejo incluía siete edificios: las dos torres, tres edificios de oficinas pequeños, un hotel Marriot y una oficina de Aduanas. También fue destruido un rascacielos apenas al norte de las torres.

En las torres había 430 compañías y decenas de oficinas del gobierno.

La misma CIA tenía una oficina secreta en el 25to piso del rascacielos, que albergaba además el centro de comando para emergencias y una dependencia del Servicio Secreto.

Entre las pérdidas materiales figuran bosquejos y esculturas, incluida un molde de la escultura de Rodin "El Pensador", que reapareció brevemente después de los ataques para volver a desaparacer al poco tiempo. Se hallaron fragmentos de otras esculturas.

La Biblioteca Ferdinand Gallozi, del Servicio de Aduanas, tenía una colección de documentos relacionados con el comercio, algunos de ellos de la década de 1840.

Los negativos de Kennedy, sacados por el fotógrafo Jacques Lowe, estaban guardados en una caja de seguridad a prueba de incendios en el 5 World Trade Center, un edificio de nueve pisos. Helen Keller International, cuyas oficinas, localizadas a una cuadra del lugar, se incendiaron, perdió un modesto archivo.

También se perdieron documentos secretos en el Pentágono, blanco de otro ataque el mismo día.

Se contrató a una empresa privada especializada en responder a desastres, BMS CAT, para que tratase de recuperar material de la biblioteca, donde fue a parar la trompa del avión empleado en ese ataque. La firma dijo que había recuperado todo menos 100 volúmenes. Se restringió el acceso a información relacionada con la invasión soviética a Afganistán en la década del 80, pues Estados Unidos se preparaba para lanzar un ataque al mes siguiente.

En Nueva York, personal de la CIA y del Servicio Secreto inspeccionaron los restos trasladados a un terreno en Staten Island en busca de documentos y discos duros con información secreta e informes de los servicios de espionaje.

Dos semanas después de los ataques, archivistas y bibliotecarios se reunieron en la Universidad de Nueva York para discutir cómo documentar lo que se había perdido y formaron la Fuerza de Tareas sobre Documentación de las Torres Gemelas. Pero recibieron apenas un puñado de respuestas a una consulta sobre objetos dañados.

"La actual atmósfera de litigio, la política y la desconfianza predominantes tras los ataques del 11/9 hacen que compartir información sea una tarea compleja", expresó el último informe del proyecto, que circuló en el 2005.

Las dependencias del gobierno nacional están obligadas por ley a reportar la destrucción de archivos de la Administración Nacional de Archivos y Récords, pero ninguna lo hizo. Dicen que es algo comprensible, tomando en cuenta las circunstancias.

"Como es de esperar, los organismos estaban más preocupados con las pérdidas de vidas y con el restablecimiento de las operaciones que con la preservación de archivos", comentó a la AP David S. Ferriero, jefe de archivos del gobierno.

Steven Aftergood, director del proyecto sobre secretos del gobierno de la Federación de Científicos Estadounidenses, declaró: "Bajo circunstancias extremas, como las del 11 de septiembre, los procedimientos rutinarios de preservación de archivos no se cumplen. No están pensados para hacer frente a la destrucción de edificios u oficinas enteras".

La Equal Employment Opportunity Commission, encargada de combatir la discriminación en los empleos, tuvo que reconstruir 1.500 casos de discriminación, según Elizabeth Grossman, quien supervisaba a los abogados del organismo cuando se produjeron los ataques. Los procesos se demoraron meses. Había copias en las computadoras hasta el 31 de agosto del 2001.

Jan Ramirez, curadora del National September 11 Memorial & Museum a ser inaugurado en el sitio que ocuparon las torres, dijo que no había conciencia de la necesidad de proteger archivos.

"Era un sitio moderno, dinámico. No corría peligro. No era algo que tuviésemos que preservar", manifestó. "Ahora sabemos que sí hay que hacerlo".

Hallan escalofriante premonición del 11 de Setiembre



NUEVA YORK, 11 septiembre 2011 (AP).- Las Torres Gemelas de Nueva York fueron por muchos años un icono de dicha ciudad. Y a dos días de rememorarse el décimo aniversario de los ataques terroristas contra estos edificios, sucedidos el 11 de Setiembre del 2001; el mundo entero se encuentra remecido por las noticias, informaciones y hallazgos que se vienen propagando sobre esta fatídica fecha.

Es precisamente uno de estos descubrimientos los que vienen dando la vuelta al mundo, sorprendiendo en el camino a varias personas. Se trata de una presunta premonición, realizada en los años ochenta, de los ataques contra las Torres Gemelas. Una escalofriante pintura en tiza que mostró lo que sucedería aquél 11 de Setiembre del 2001.

La imagen muestra el rostro de una niña muy asustada en medio de las Torres Gemellas en llamas y flanqueadas por dos aviones. De acuerdo a reportes de medios de prensa, este dibujo fue creado durante la década de los 80'.

Asimismo, varios testigos vienen afirmando que vieron aquella pintura en 1988 o 1989.

El creador de este dibujo fue Willie Gardner. Pero debido a que este sujeto murió el año pasado, aún nadie ha podido dilucidar este misterio.

¿Será posible que este hombre tuvo una premonición de lo que sucedería en Nueva York?

¿Es un simulacro? Las autoridades federales no creyeron en las llamadas de auxilio de los pilotos y pensaron que se trataba de una simulacro

NUEVA YORK, 11 septiembre 2011 (Reuters).- Parte de las conversaciones mantenidas por controladores aéreos, pilotos y autoridades militares durante el ataque contra las Torres Gemelas 9/11 reflejan el caos y terror que se produjo durante los atentados, según se desprende de las grabaciones divulgadas por primera vez sin censuras.

“¿Puedes mirar por tu ventana? ¿Ves a una persona (por el piloto de un avión) a unos cuatro mil pies? ¿Te parece también está bajando al edificio?”, pregunta una persona no identificada a un trabajador del centro que controla por radar el tráfico aéreo de Nueva York, según una de las grabaciones.

La persona que hablaba con la torre de control quería saber qué tipo de avión era, pero no hubo tiempo de que le facilitaran el dato porque el vuelo 175 de United embistió en ese momento contra la Torre Sur del World Trade Center, según las transcripciones recopiladas por la Universidad de Rutgers y publicadas por The New York Times.

“Otro avión ha chocado contra el edificio. ¡Caramba!. Otro acaba de chocar. Otro acaba de chocar contra el World Trade”, se escucha de fondo en la grabación, en la que se puede oír también a personas gritando, en el mismo momento en que el segundo avión impactó contra la segunda de las Torres Gemelas.

Las grabaciones ofrecen un relato minuto a minuto del periodo comprendido entre el secuestro de los cuatro aparatos involucrados en los atentados y el momento en que se estrellaron contra las Torres Gemelas en Nueva York, el Pentágono en Washington y un campo del estado de Pensilvania.

Las conversaciones, parte de cuyo contenido ya había sido hecho público con anterioridad, evidencian que las autoridades no estaban preparadas para unos ataques de tal magnitud y demuestran el caos de aquellos fatídicos minutos entre los controladores, que no sabían qué pasaba con los aviones, dónde estaban ni adónde se dirigían.

Por ejemplo, cuando la torre de control del aeropuerto de Boston advirtió “tenemos, esto, un problema. Tenemos un avión secuestrado de camino a Nueva, Nueva York, y necesitamos que alguien despache unos F-16 o algo para ayudarnos”, la respuesta de las autoridades federales fue: “¿Esto es real o un ejercicio?”.

Según otra de las grabaciones, un controlador aéreo de la Gran Manzana quería saber si la Administración Federal de Aviación (FAA) estaba coordinando la situación para enviar cazas a perseguir los aparatos secuestrados, e incluso derribarlos. “La cosa se está complicando y necesitamos que se involucren los militares”, alertó.

Un oficial del FAA se limitó a preguntar, “¿Por qué? ¿Pasa algo?”, a lo que el controlador sentenció: “Ponme con alguien que tenga la autoridad para poner en el aire a los militares, ya.”

De las transcripciones sólo se eliminaron dos conversaciones. La primera, por respeto a las familias de los pasajeros, recoge los mensajes de socorro de dos azafatas del vuelo 11 de American Airlines, que esa mañana había despegado de Boston rumbo a Los Ángeles, pero terminó chocando contra la Torre Norte.

El segundo segmento, censurado por razones de seguridad nacional, es una grabación secreta de una reunión entre el entonces vicepresidente, Dick Cheney, el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el general Richard Myers, que en ese momento encabezaba la Junta de Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

“La historia de aquel día, del 9/11, está mejor contada en las voces del 9/11”, declaró al diario neoyorquino el coronel retirado Miles Kara, quien ayudó a la universidad a clasificar las conversaciones y colaboró con la comisión parlamentaria oficial que investigó los atentados.

Kara auxilió a su compañero en la Comisión del 11-S, John Farmer, a rastrear los documentos en los Archivos Nacionales, que estaban completos en 2004 pero que no pudieron ser publicados antes de que el panel terminara ese año sus trabajos porque todavía no contaba con autorización legal para divulgarlos en su totalidad.

Fotogalería: Nueva York se sume en el recuerdo de los ataques
















NUEVA YORK, 11 septiembre 2011 (EFE).- Antes de que cayesen las torres, de que la gente saltase por las ventanas, de que surgiesen columnas de humo y de que se estrellasen los aviones, en la memoria colectiva de los estadounidenses quedó grabado un instante de belleza inmaculada: un cielo azul brillante.

Muchos de los que recuerdan ese día mencionan ese elemento. Y no es coincidencia que semejante imagen perdure tanto. El cielo azul es sinónimo de posibilidades, de visiones optimistas de un futuro mejor.

Los años que pasaron desde el ataque del 11 de septiembre del 2001, no obstante, dieron un duro golpe al tradicional optimismo estadounidense. Una andanada de eventos cataclísmicos, dos guerras en sitios distantes, el huracán Katrina y un serio deterioro económico en los últimos cuatro años, han afectado la psiquis nacional. Y es legítimo preguntarse si tiende a desaparecer el optimismo que caracterizó por tanto tiempo a los estadounidenses.

"Recién ahora la gente está empezando a tomar conciencia de los grandes desafíos que tenemos por delante", expresó Jason Seacat, quien dicta cursos sobre la psicología del optimismo y la esperanza en la Western New England University. "Siempre se habla de esa actitud de que todo es posible que teníamos, y que todavía tenemos. Pero ahora se escucha mucho decir 'es un problema grande, no puedo hacer nada'''.

Algunos dicen que los estadounidenses finalmente se sienten tan mortales como los demás. Los europeos, más fatalistas, siempre bromearon en torno al optimismo de los estadounidenses.

Desde el 1600, cuando uno de los primeros líderes puritanos dijo que a los colonos los esperaba una "ciudad deslumbrante en la cima de la colina", entre los estadounidenses predomina la sensación de que el futuro será siempre mejor. La propia constitución de Estados Unidos exalta la libertad y la búsqueda de la felicidad como los dos principales valores de la nación.

Desde entonces cobró fuerza la noción de que esta es una nación elegida por Dios, en la que todo es posible. En la que el nuevo día ofrece grandes oportunidades.

El año pasado, en que se inició una nueva década, una encuesta de Gallup comprobó que el 34% de los estadounidenses se sentían pesimistas respecto al futuro del país. Es el porcentaje más alto desde que se comenzó a llevar esa estadística en la década de 1980. Y este año un 55% dijo que le parecía poco probable que la juventud actual tenga una vida mejor que la de sus padres.

En un plano más anecdótico, ¿cuál fue la última vez que la cultura popular generó una visión optimista del futuro, algo que a mediados del siglo XX sucedía todo el tiempo?

A los políticos de hoy les cuesta presentar panoramas optimistas, algo vital para conseguir votos. Los grandes políticos del país, los Roosvelt, John F. Kennedy, Ronald Reagan, edificaron sus imágenes en torno al optimismo.

El consultor político Bob Shrum, autor de un famoso discurso de Kennedy plagado de optimismo ("El trabajo continúa, la causa sigue vigente, sigue habiendo esperanza y el sueño jamás morirá"), dice que los políticos exitosos apelan al optimismo para "delinear la visión que tiene Estados Unidos de sí mismo".

El presidente Barack Obama, autor del libro "La audacia de la esperanza", apeló al optimismo en su discurso del jueves sobre la creación de empleos. "Somos más duros que los tiempos que vivimos, mejores que la política de los últimos tiempos", expresó. "Hagámosle frente al presente. Demostrémosle al mundo una vez más que Estados Unidos sigue siendo la nación más grande del mundo".

No todos creen que una actitud positiva resuelve los problemas. Barbara Ehrenreich escribió un libro en el 2009 titulado "Enceguecido: Cómo la promoción descontrolada de un pensamiento positivo ha perjudicado a Estados Unidos", en el que dijo que "las actitudes positivas no son una condición propia ni un estado de ánimo, sino más bien parte de nuestra ideología. La forma en que explicamos el mundo y nuestro papel en él".

El reto de los estadounidenses bien podría ser encontrar la forma de equilibrar las promesas del futuro con las realidades de hoy.