Santiago, 12 diciembre 2008 (El Universal).- Para los millones de usuarios de las redes sociales encontrar en su perfil una invitación para agregar a una persona a su lista de amigos es cosa de todos los días, sin embargo, para un chileno de 35 una de estas invitaciones fue una sorpresa que no lo dejó dormir.
Le ocurrió hace un mes a Giglio Pascal Cortés Ramírez, quien al ingresar a su perfil en Facebook se topó con el mensaje: "Tienes una solicitud de amigos. ¿Agregar a Pablo Cortés como amigo? Confirmar / Ignorar". Hasta aquí todo parecería normal, pero en realidad se trataba de su hijo Pablo, a quien no veía desde hace trece años.
"Me puse muy nervioso, sentí dudas. No estaba seguro de si era mi hijo o no. En la solicitud no había fotos suyas y creo que tampoco hubiera podido reconocerlo porque no lo veo ni hablo con él desde que tenía un año", señaló Giglio en una entrevista para el diario argentino Clarín.
Ante la incertidumbre, dice, decidió cerrar la ventana web y pensar en otra cosa, pues no pude asimilar tal sorpresa.
Lo único que estuvo en la mente de Giglio durante esa noche fue esa ‘solicitud de amigo' en Facebook, al grado que la impaciencia no lo dejó dormir, preguntándose mientras daba vueltas en la cama si en realidad se trataba de su hijo, si querría hacer preguntas o si estaría dispuesto a conocerlo.
En ese momento, el temor de que preguntas sobre su paradero durante trece años o de los motivos sobre la separación de su mujer salieran a flote, lo inundaron también. Incluso el hecho de que su hijo sólo lo hubiese contactado para reclamarle por su ausencia cruzó por la mente de Cortés.
Durante cuatro días Giglio estuvo mirando en la pantalla del monitor la solicitud de Pablo, sin embargo, aún tenía dudas entre aceptarla o ignorarla.
"Ahí estaban sus datos: nombre, apellido, edad, fecha de nacimiento y un e-mail. Todo coincidía. Esa información yo la conocía, excepto su dirección de correo, pero con lo demás bastó para saber que sí era mi hijo", detalla.
Un golpe en el botón derecho del mouse sobre la casilla que decía "confirmar" puso fin al martirio de cuatro días que vivió Giglio. "Ahora eres amigo de Pablo Cortés", decía la leyenda en la pantalla, aunque el desenlace de la aventura estaría aún lejos de terminar.
Al día siguiente y luego de navegar en la página de Facebook de su hijo, recibió el primer mensaje privado. "Alo, ¿cómo has estado?". Fue tan sencillo como si nos conociéramos de antes, relata. Y ahí comenzó el ciberencuentro.
Ahora chatean y se mandan e-mails, aunque ambos están concientes de que a través de internet no es la mejor forma para conocerse y recuperar el tiempo perdido. Mientras tanto, asegura, planeamos reencontrarnos en un futuro.
Giglio dejó de ver a su hijo en 1995, cuando se separó de su madre en Santiago de Chile tras tener algunos problemas familiares.
"A mi me gustaría verlo, saber más de él para que podamos ser amigos de verdad".