Hace mucho, mucho tiempo, y para ser exactos, el 21 de septiembre de 1897, The Sun , un periódico de Nueva York, la raíz del renacido The New York Sun , publicaba la respuesta del diario a una carta enviada al director por una niña de 8 años que respondía al nombre de Virgina O´Hanlon. La pequeña, que vivía en el 115 Oeste de la calle 95, en el elegante Upper West Side de Manhattan, preguntaba algo tan elemental a The Sun como: "¿Existe Santa Claus?"
La carta de Virginia era muy corta, como corresponde a una niña, pero no por ello dejaba de ser comprometedora para el director del diario. Virginia escribió:
"Estimado director: Tengo 8 años. Algunos de mis amiguitos dicen que Santa Claus no existe. Mi papá me ha dicho que: Si lo ves en el Sun es que existe. Por favor, dígame la verdad; ¿existe Santa Claus?"
Francis Pharcellus Church fue el editorialista al que le tocó responder a la niña. Durante más de un siglo, su texto ha sido una de las bases más sólidas para mantener viva la ilusión de Santa Claus en Estados Unidos y la perfecta inspiración para millones de padres comprometidos por las preguntas de sus hijos.
Este año, como ha venido ocurriendo desde 1897, el texto de la respuesta de Church se reproducirá en muchos periódicos. Por su interés para los lectores de Wicked Magazine, el que sigue es el texto íntegro de aquella respuesta de The Sun :
NUEVA YORK, 25 diciembre 1897 (Sun).- Virginia, tus amiguitos se equivocan. El escepticismo de una época escéptica les ha afectado. Sólo creen lo que ven. Piensan que todo lo que no sea comprensible por sus pequeñas mentes no puede ser. Todas las mentes, Virginia, tanto si son adultas como infantiles, son pequeñas. En este gran universo nuestro, el hombre, su intelecto, no es más que un insecto, una hormiga, si se compara con el mundo ilimitado que tiene ante sí, si se mide por una inteligencia capaz de captar toda la verdad y el conocimiento.
Sí Virginia, Santa Claus existe. Es tan cierto como que existen el amor, la generosidad y la lealtad; y ya sabes que abundan y le proporcionan a tu vida la mayor belleza y alegría. ¡Ay! ¡Qué triste sería el mundo si no existiera Santa Claus! Sería tan deprimente como si no hubiera Virginias. Porque entonces no conoceríamos la fe de los niños, ni la poesía, ni la fantasía que hace tolerable esta existencia. No podríamos disfrutar, excepto de lo que pudiéramos sentir y ver. Se apagaría la luz eterna con la que la infancia ilumina el mundo.
¡No creer en Santa Claus! ¡También podrías no creer en las hadas! Podrías hacer que tu papá contratara a hombres que, en Nochebuena, vigilaran todas las chimeneas para atrapar a Santa Claus; pero aunque no lo vieran descendiendo por una de ellas, ¿eso qué probaría? Nadie ve a Santa Claus, pero eso no quiere decir que Santa Claus no exista. Las cosas más reales del mundo son aquellas que ni los niños ni los adultos podemos ver. ¿Has visto alguna vez a un hada bailando en un prado? Por supuesto que no, pero eso no prueba su inexistencia. Nadie puede concebir o imaginar todas las maravillas del mundo que se mantienen ocultas o son invisibles.
Puedes romper el sonajero de un bebé y ver lo que hace ruido dentro, pero el velo que cubre el mundo invisible no puede romperlo el hombre más fuerte ni la fuerza unida de todos los hombres fuertes que hayan existido. Sólo Fe, imaginación, poesía, amor, romance pueden correr la cortina y ver la belleza celestial y la gloria del más allá. ¿Es todo esto real? En todo el mundo, Virginia, no existe nada más que sea tan real y duradero.
Gracias a Dios, Santa Claus existe y existe para siempre. Un millar de años pasarán, Virginia, nueve, diez veces mil años desde ahora, y él continuará poniendo felicidad en el corazón de la infancia
Feliz Navidad, les desea Wicked Magazine