LA PAZ, 10 diciembre 2008 (AFP).- Jóvenes disfrazados de cebras y burros enseñan educación vial a peatones y conductores en la ciudad boliviana de El Alto, en un singular esfuerzo para resolver el atolladero que se produce en las horas punta en la principal vía entre esa ciudad de caótico tráfico y La Paz, capital del país.
Desde primera hora de la mañana, unas 40 cebras hacen ademanes insistentes para que conductores y peatones respeten los pasos peatonales y las señales de tráfico, mientras los burros ironizan y avergüenzan a los irrespetuosos.
Bajo el nombre de 'La Ceja se despeja', en alusión al sector más prominente de El Alto (a 12 km de la capital), la alcaldía de esta populosa ciudad de 800.000 habitantes lleva adelante este proyecto en un intento por poner orden en la circulación diaria de alrededor de 60.000 vehículos por este punto vial obligatorio para trasladarse a La Paz."Las cebras interactúan con los peatones y choferes para inducirlos a respetar los pasos peatonales y las señales de parada, mientras que el burro actúa generando vergüenza en el mal peatón para que también respete la normas", señaló a la AFP Henry Contreras, encargado del proyecto.
Aunque reconoció que el cambio requerirá de un titánico esfuerzo, en una ciudad de fuerte migración indígena que ha crecido a ritmo vertiginoso hasta convertirse en la tercera ciudad más grande de Bolivia, después de Santa Cruz y La Paz, y en la que la trasgresión de las normas de tráfico es muy frecuente.
"Para muestra, un botón", señaló al revelar que en el primer día de la puesta en marcha del proyecto, el pasado jueves, una cebra fue atropellada por un autobús, cuyo conductor se resistió a respetar las señales.
Las 'cebras' y 'burros' son jóvenes alteños que recibieron capacitación en las normas viarias y relaciones públicas para lidiar con conductores y peatones que han hecho de infringir las reglas una costumbre, y que por la premura de llegar a sus lugares de trabajo están casi siempre malhumorados.
"Tenemos que ganar el sueldo y estamos apurados", justifica Juan Colque un chofer indígena que hace piruetas con su minibús para ganarse un espacio en la cabecera de una enorme fila de vehículos, que ocupan los cuatro carriles de la principal avenida, a la espera de llenar sus unidades con pasajeros y enfilar a La Paz.
Las filas de minibuses -con capacidad para 15 pasajeros- se extienden centenares de metros y, por tanto, perjudican el tránsito de otros vehículos con una circulación que no pasa de 10 kilómetros por hora, según datos de la oficina de Tránsito de El Alto.
Debido a este caos vehicular, los peatones tampoco respetan los puntos de parada y se lanzan casi desesperados y con el riesgo de se ser atropellados en busca del minibús más adelantado para llegar lo antes posible a su destino, olvidando también las normas viales.
"Hay mucha gente que nos apoya y nos defiende y otros que reaccionan hasta violentamente porque según ellos se perjudican", señaló Lidia Tarqui, una de las 'cebras' quien orgullosa de vestir el disfraz pronosticó que "con el tiempo la gente se va a acostumbrar a su presencia y a sus enseñanzas".
Las cebras y los burros en la educación vial son una réplica de un proyecto que fue implementado hace un par de años en la ciudad de La Paz, también caótica en el tránsito vehicular, y que por su efectividad ya ha recibido varias distinciones. En El Alto se añadió otro personaje, un mimo, que sin interpelar a los peatones o conductores, pone en escena historias de malos y buenos peatones a quienes premian con algunos obsequios.