WASHINGTON, 28 mayo 2010 (BBC).- En un inusual experimento para encontrar claves de la adicción en seres humanos, científicos de Estados Unidos decidieron usar caracoles para estudiar los efectos de la metanfetamina en el cerebro.
Descubrieron que la droga -una de las sustancias más adictivas que se conocen- produce recuerdos que difícilmente pueden olvidarse. Y esto, dicen, podría provocar la reincidencia de los adictos.
Tal como explican los científicos en el Journal of Experimental Biology (Revista de Biología Experimental), la metanfetamina es un psicoestimulante que "seduce a sus víctimas aumentando la autoestima y el placer sexual e induciendo un estado de euforia".
"Pero una vez que ha sido enganchado, es muy difícil que el adicto pueda romper el hábito", dice la doctora Barbara Sorg, de la Universidad del Estado de Washington, quien dirigió el estudio.
Según la investigadora, eligieron al humilde molusco Lynmaea sgtagnalis (o caracol de estanque) para su investigación porque éste ofrecen un "modelo simple" que permite analizar los efectos de la droga en una célula cerebral individual.
Tal como explica Sorg, la memoria juega un papel muy importante en las adicciones.
"Estas drogas adictivas producen recuerdos muy persistentes". "Es como un proceso de aprendizaje en el que se está aprendiendo la adicción a la droga sin ser consciente de ello". "A la droga se les asocian todos los signos visuales, ambientales y aromáticos que produce". "Así que, aunque los adictos puedan dejar el hábito en la clínica de tratamiento, cuando regresan a sus ex lugares favoritos todos esos signos provocan la ansiedad de volver a tomarla y reincidir en el hábito", agrega.
De modo que la pregunta que los científicos se plantearon fue: ¿por qué es tan difícil olvidar los recuerdos de esos signos?
El primer paso para responder a la pregunta fue analizar los efectos de la metanfetamina en los caracoles, comparando la conducta de animales drogados y no drogados en una tarea simple de respiración.Los caracoles a menudo se utilizan para el estudio de la memoria y del aprendizaje porque tienen un sistema nervioso central relativamente simple, con neuronas fácilmente identificables.
"Normalmente viven en agua estancada y respiran a través de la piel", dice la doctora Sorg.
"Pero cuando disminuyen los niveles de oxígeno en el agua, los caracoles salen a la superficie y abren un tubo de respiración"
Los investigadores entrenaron a los caracoles para que no salieran a la superficie, picando su tubo de respiración con una pequeña vara.
"Eso no les gustaba así que aprendieron, con el método de ensayo y error, a no salir y así formaron un recuerdo", afirma Sorg.
Los científicos descubrieron que si se exponía a los caracoles a una baja concentración de metanfetamina antes de la tarea de respiración, quedaban "preparados" para formar un recuerdo más persistente de la tarea.
De esta forma, los caracoles no drogados por lo general olvidaron la tarea 24 horas después de haber quedado entrenados. Pero los drogados con metanfetamina lograron retener el recuerdo durante más tiempo.
"A pesar de que la droga ya no estaba en su sistema, algo había sucedido en sus células que los hacía mejorar su aprendizaje", explica la doctora Sorg.
Ahora los científicos planean investigar cuáles son los cambios que se producen en sus células.
En estudios anteriores ya lograron identificar una neurona de estos animales que es crucial para que aprendan y recuerden cómo regular su respiración.
Esta célula libera un compuesto químico, la dopamina, que en los mamíferos está relacionado con los circuitos cerebrales vinculados a la adicción.
"Por eso, pensamos que este caracol sería un buen ejemplo de estudio", afirma Sorg.
"Ahora queremos investigar esa neurona y ver qué cambia en ella. Estudios previos encontraron cambios en el ADN celular causados por la droga", agrega.
El trabajo, dicen los científicos, podría ser muy importante para futuros tratamientos basados en la memoria para combatir la adicción a drogas u otros trastornos como el estrés postraumático.
El objetivo eventualmente podría ser atacar recuerdos específicos -o memorias patológicas- para que el paciente pueda olvidarlos o disminuirlos.
"Si sabemos cómo se forman estos recuerdos y cómo se pueden olvidar, y si podemos entender cómo es el proceso que promueve el olvido en una célula individual, podríamos lograr transladar esos hallazgos a animales superiores, incluidos los seres humanos", concluye la doctora Sorg.