sábado, 2 de julio de 2011

La boda real de Alberto y Charlene: Enlace religioso

MONTECARLO, 2 julio 2011 (El Semanal Digital).- Los príncipes Alberto II y Charlene de Mónaco, convertidos este viernes en marido y mujer por la vía civil, celebraron este sábado su enlace religioso, con la presencia de unos 850 invitados en el patio de honor y de 3.500 en la plaza del Palacio, incluidos jefes de Estado y representantes de las casas reales.



Los primeros invitados famosos no defraudaron a su paso por la alfombra roja: grandes aplausos para sir Roger Moore, muy mayor, impecable con su chaqué, y al que la gente le aplaude quiere mucho porque el ex 007 vive en el Principado. No menos aplaudido fue el diseñador Karl Lagerfeld, gran amigo de la novia. De parte de la nobleza, Luis Alfonso de Borbón, duque de Anjou, con su esposa, Margarita Vargas. Tras él los duques de Castro y Filiberto de Saboya, con su esposa, la actriz francesa Clotilde Courau, espectacular de rojo pasión. Tras ellos, una impresionante Naomi Campbell con un vestido de seda estampado con flores de estilo japonés y un original tocado.

Si este viernes fue el día del "azul", el sábado tocaba el rosa palo. Carolina de Mónaco, muy discreta en ese tono y con una gran cruz en el pecho, con chaquetilla de gasa. Estefanía también en ese color, algo menos chic que su hermana, como suele ser habitual. Y Carlota, la hija de Carolina, también con un vestido rosa palo conlos hombros descubiertos, muy elegante.

El tocado con rejilla le daba un aire antiguo de los años 30, pero muy sexy con un frontal con multitud de botones. El resto de sobrinas de Alberto, también en tonos pastel, pero algo desapercibidas por la presencia de la bella Carlota.

Tras la llegada de la realeza, con la familia real sueca como lo más destacado, y la entrada del último jefe de Estado, un solísimo Nicolas Sarkozy, hizo su entrada Alberto de Mónaco, de blanco, con el uniforme de verano de coronel del Cuerpo de Carabineros del Príncipe, cargo que ostenta desde 1986.

El vestido de Armani

Y el gran secreto del día. Charlene, con un espectacular vestido blanco de Armani (dicen que diseñado con los consejos de la nadadora, también) y una interminable cola, incompatible con una posible conato de "fuga". Se comenta que tardaron 2.500 horas en fabricarlo...

De corte sirena y escote barco con los hombros al aire, en un blanco impoluto y acompañada por su padre, caminó muy tensa hacia el patio del Palacio Grimaldi donde la esperaba Alberto. El vestido era muy elegante. Ajustado perfectamente a las formas de la Princesa Charlene y bastante sencillo, el traje quedaba rematado con un precioso velo de tul. La novia sólo lució joyas en el recogido de su pelo, un moño bajo de donde salía a su vez el velo, que tapaba discretamente su cara.









El momento más esperado defraudó algo, porque a la llegada al altar de la novia ni siquiera cruzaron una mirada y aunque Alberto se mostraba más sonriente, Charlene estaba pensativa y con mirada triste hasta que empezó la ceremonia y ambos intercambiaron ya alguna confidencia. Sólo después de darse el ´oui´ e intercambiarse los anillos los ya esposos se han hablado y reído juntos.

Poco a poco a ambos les fue embargando la emoción. Primero a Alberto, al que se le escapó alguna lagrimilla al finalizar la ceremonia con el Ave María de Franz Schubert interpretado por Andrea Boccelli.

Después el tocó el turno a ella, cuando la pareja se trasladó a la iglesia de Santa Devota para dejar el ramo de novia, como ya hiciera Grace Kelly. Charlene ya no pudo más y se rompió. Aunque antes de que las lágrimas llegaran al río alguien le tendió rápidamente un pañuelo.











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