sábado, 10 de diciembre de 2011

En el corazón de las tinieblas: el neonazismo alemán

 BERLIN, 10 diciembre 2011 (BBC).- Diez asesinatos que se sospecha fueron perpetrados por una célula clandestina neonazi han vuelto a despertar temores de que se esté reactivando el extremismo de derecha en Alemania.
Es difícil entender que todavía existan lugares como éste en la Alemania moderna.
Jamel -una pequeña aldea rodeada de campo- está ubicada en el estado noroccidental de Mecklenburgo-Antepomerania en la costa del Mar Báltico, y se piensa que alberga a un grupo de extremistas de derecha.
"No creo que debería estar aquí porque su apariencia no es similar a la de la gente de esta área".
No son las palabras más reconfortantes que me podría haber dicho mi acompañante alemán, Horst Krumpen, el presidente de la Red para la Democracia, Tolerancia y Humanidad del vecino pueblo de Wismar.
No disimulaba su preocupación por mi seguridad debido a mi origen racial.
Cuando empezamos nuestra caminata en Jamel, todo contribuía al ambiente de miedo: los perros ladraban sin cesar detrás de las cercas, mientras que el viento soplaba y silbaba con fuerza.
Las grandes persianas de metal en la mayoría de las ventanas subrayaban el mensaje: este es un lugar privado.
Se sentía siniestro.

Vergüenza

La propaganda de la era nazi se hizo visible en un callejón sin salida en el que había unas 10 casas. Nos topamos con un mural de una roca con las palabras: "La comunidad de la aldea de Jamel: libre, social, nacional".
De la roca salía una señal apuntando a las antiguas ciudades alemanas de Königsberg (ahora Kaliningrado en Rusia) y Breslavia (ahora en Polonia). Ésta fue el último baluarte de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
En este lugar, durante los meses de verano, se reportaron fiestas a favor de Hitler, en las que los invitados cantaban "Hitler es mi Führer" y coreaban "Heil" al calor de las fogatas. La aldea es una de sólo dos estados en los que el derechista Partido Democrático Nacional (NPD) tiene curules en el parlamento.
Son lugares como Jamel los que cada vez le preocupan más al Bundestag alemán, particularmente tras las recientes revelaciones sobre una célula neonazi en el pueblo oriental de Zwickau, que operaba bajo el nombre "Nacional Socialista Clandestino".
Quienes los investigaron creen que son los autores de una serie de asesinatos motivados por prejuicios racistas, cometidos entre 2000 y 2006, en los que las víctimas fueron ocho turcos y un griego, así como una mujer policía.
La canciller Angela Merkel declaró que las muertes avergüenzan a la nación.
Las agencias de inteligencia están siendo criticadas por no haber descubierto la célula y son acusadas de ignorar la amenaza de la extrema derecha.
Un sondeo reciente reveló que un 74% de los alemanes quieren que el NPD sea declarado ilegal, pero un intento de hacerlo en 2003 fracasó cuando el Tribunal Constitucional Federal rechazó la moción.
Por eso, se duda que un segundo intendo tendría éxito.

Mirada gélida

En un frío día en Berlín, el espíritu navideño está en plena marcha, y la comunidad local está instalando mercados festivos a lo largo de las calles principales.
Pero lejos del mundanal ruido está un ex neonazi de 34 años de edad que aceptó hablar con la BBC bajo condición de anonimato.
"Incitábamos al descontento y los disturbios. La violencia era parte de la escena, la ideología entera del movimiento está basada en la violencia, y es considerada como un medio legítimo para alcanzar las metas políticas".
"El umbral de la inhibición de llegar a matar gente es muy bajo", asegura.
Sus ojos son de color azul penetrante y su mirada gélida. Nos dice que nunca mató a nadie, pero que casi lo hace.
"Ni siquiera hoy les puedo decir si lo hubiera hecho, pero me di cuenta después de que sólo dándole puñetazos a alguien en la cara o golpeándolos con nudilleras de metal, los habría podido matar", agrega.
Este hombre se escapó de la unida comunidad clandestina que glorifica el Tercer Reich de Hitler pero las organizaciones antifascistas están preocupadas porque cada vez más jóvenes están siendo seducidos por la extrema derecha, especialmente en momentos de dificultades económicas.
Bernd Wagner es el jefe de EXIT-Germany, una organización que ayuda a extremistas de derecha que abandonan el movimiento.
"Estamos notando una disminución de extremistas de derecha en general pero al mismo tiempo un aumento de neonazis y extremistas de derecha organizados".
"Además, la tendencia en la población de simpatizar con sus ideas e ideología también está aumentando", apunta.
Entre tanto, los investigadores se preguntan si lugares como Jamel son únicos o si son una muestra de un mal más generalizado en Alemania.