BUENOS AIRES, 8 diciembre 2011 (BBC).- Desde la semana pasada, la transexual Angie Beatriz Álvarez, de 40 años, puede llevar puesto el uniforme femenino y usar el baño de mujeres en el trabajo.
Es uno de los beneficios que le da una nueva resolución del Ministerio de Seguridad de Argentina, que aumenta los derechos de los policías transexuales.
La resolución también beneficia a las mujeres transexuales, que pueden vestirse con uniforme masculino y usar los baños de hombres.
"Creo que ahora más gente va a tener el coraje de 'salir del armario', algo que yo hice hace más de tres años", le cuenta esta policía a la BBC.
La medida del ministerio de Seguridad se produjo la misma semana en que la Cámara de Representantes de Argentina aprobó el derecho a cambiar de nombre y de sexo en las tarjetas de identificación, a través de la llamada la ley de identidad de género. El texto sigue en espera de la aprobación del Senado.
"Espero que aprueben esta ley, porque desde hace mucho tiempo cada vez que quiero alquilar un apartamento muestro mi documento y la gente me rechaza al ver mi cuerpo de la mujer y el nombre masculino en el papel. Ahora ya soy propietaria, pero espero cambiar mi nombre en los documentos", dice Angie.
Falda y chaqueta
Angie comenzó su trabajo como policía en 1998, con nombre y ropa de hombre. Años más tarde empezó a tomar hormonas y a vestirse como una mujer.
"Yo ya sabía que era transexual cuando fui a la policía, pero necesitaba el trabajo. Ocho años más tarde comencé la terapia hormonal y mis pechos crecieron. También empecé a llevar el cabello largo y uñas largas, siempre arregladas", cuenta.
"Cuando me di cuenta de que había resistencia, fui a los canales de televisión y les conté mi historia. Eso fue suficiente para que la policía me aceptara tal cual soy"
Angie vive y trabaja en la ciudad argentina de Rosario, provincia de Santa Fe, en el centro del país. Relata que al principio, apenas comenzó la transformación de su cuerpo, sus jefes de la policía provincial no estaban de acuerdo con los cambios.
"Yo me había incorporado a la policía como un hombre y ellos creían que por lo tanto debía continuar como hombre. Pero después se acostumbraron", dice.
Angie trabaja en el sector de bomberos de la policía y a diario usa el uniforme básico para hombres y mujeres: pantalón azul marino, camisa blanca y botas.
Sin embargo, en las ceremonias oficiales de la policía usa falda y chaqueta. Angie también dice que logró el derecho a usar maquillaje en el trabajo y a acicalarse el pelo y las uñas, después de revelarle su caso a las estaciones de televisión locales.
"Cuando me di cuenta de que había resistencia, fui a los canales de televisión y les conté mi historia. Eso fue suficiente para que la policía me aceptara tal cual soy".
Angie es soltera, y cuando no se usa ropa de trabajo se viste como cualquier otra mujer. Una de sus fotos favoritas es una de su último cumpleaños, donde lleva un vestido azul de cuentas, tal como aparece en su perfil de Facebook.
"Nunca sentí prejuicios por parte de mis colegas ni de la gente a la que le doy socorro”, cuenta. "No me gustan las mentiras y creo que este hecho es bien aceptado".
Pionera
El presidente de la Federación Argentina de Gays, Lesbianas y Transexuales (FALGBT), Esteban Paulón, dice que Álvarez fue una "pionera" y que su ejemplo sirvió para presentar el proyecto ante el ministerio de Seguridad.
"La decisión del ministerio es un paso importante hacia un mejor tratamiento de los transexuales. La medida se aplica a la policía nacional, pero queremos que también sea implementada por la policía provincial", explica.
La directora de derechos humanos del ministerio de Seguridad, Natalia Federman, le dice a la BBC que la medida está destinada a los oficiales y soldados de las fuerzas de seguridad nacionales, como la Policía Federal, la Policía Aeroportuaria, la policía marítima, la Gendarmería (policía de fronteras) y los presos.
"Nuestro objetivo es hacer lo menos traumática posible la adaptación de los transexuales a su trabajo. Pero también queremos que los presos transexuales sean respetados y, en su caso, que cumplan sus condenas en las cárceles correspondientes a su género", dice Federman.