BANKOK, 6 septiembre 2012 (EFE).- Dos taxis esperan a que un semáforo se ponga verde en el centro de Singapur. Cuando reanudan la marcha, uno de ellos se adelanta y es embestido lateralmente por un Ferrari a más de 200 kilómetros por hora. El accidente, grabado en vídeo desde el coche más retrasado, causó tres muertos y supuso un nuevo golpe para la imagen de la marca italiana en Asia.
Los deportivos de Maranello se han convertido en símbolo de status en la región que más nuevos millonarios está creando en el mundo, pero también en un problema de relaciones públicas para la firma. Los accidentes provocados por niños bien a bordo de sus deportivos, casi siempre en compañía de una o varias amantes, han escandalizado a China, Tailandia o la propia Singapur, donde el accidente del pasado mes de mayo llevó al Gobierno a pedir "el respeto de las normas" a los ricos residentes en el país.
Esta misma semana se conocían los detalles de otros dos choques mortales provocados por conductores en sendos Ferrari. Chaleo Yoovidhya, heredero de 27 años de una de las grandes fortunas de Asia y nieto del cofundador del imperio de bebidas energéticas Red Bull, se daba a la fuga tras atropellar a un policía en el centro de Bangkok.
La policía sospecha que en los accidentes de Singapur y China el motivo del accidente pudo estar en las distracciones de los conductores con sus acompañantes. Sobrevivió al choque de Singapur una joven que según varios testigos trabajaba en un local de alterne. El conductor, el ejecutivo de 31 años Ma Chi, estaba casado, tenía un hijo y esperaba un segundo. "No sabemos quién es la mujer [que iba con él]", aseguraba su esposa en un comunicado en el que pedía perdón a las víctimas.
Ling Gu, el hijo del político chino, practicaba juegos sexuales al volante cuando se estrelló el pasado mes de marzo en Pekín, según los detalles revelados por el diario The South China Morning Post. La policía encontró el cadáver semi desnudo de Ling entre el amasijo de hierros de su Ferrari. De las dos jóvenes que iban con él en el coche, y que resultaron gravemente heridas, una estaba completamente desnuda en el momento del impacto. La otra sólo llevaba puesta parte de su ropa.
Asia es ya la región del mundo donde más crece la venta de vehículos Ferrari, que sólo en China distribuyó medio millar de unidades el año pasado. Los altos impuestos hacen que los coches deportivos cuesten en países como Tailandia o Singapur el doble que en Europa, convirtiéndolos en caprichos para los más ricos entre los ricos. Los mejores clientes suelen ser los hijos de las elites, a menudo descendientes de clanes políticos y económicos que han concentrado el poder local durante generaciones.
Hijos y sobrinos de líderes autoritarios en Camboya, Birmania o Vietnam son vistos a menudo a bordo de sus Ferrari. En Tailandia, donde la elite económica ha disfrutado tradicionalmente de impunidad, el accidente del heredero de Red Bull ha reavivado la polémica sobre los privilegios de la clase alta.
Chaleo Yoovidhya arrastró a su víctima durante 200 metros, le negó auxilio y conspiró para responsabilizar de lo ocurrido a un empleado doméstico. "No habrá trato de favor porque esté implicada una familia rica", decía Comronwit Toopgrajank, jefe de policía de la capital tailandesa. Poco después, el responsable del accidente quedaba en libertad tras pagar una fianza de 12.000 euros.