Las piezas -como ánforas, artículos de orfebrería e incluso frescos- fueron expuestas hoy en el museo romano de las Termas de Diocleciano y, entre todas, alcanzan un valor aproximado de 50 millones de euros.
“Es de lejos la mayor restitución de bienes artísticos de la historia, por su calidad y su cantidad, con piezas absolutamente extraordinarias”, declaró el general de los Carabineros Mariano Mossa, según los medios.
Este botín es, en palabras de Mossa, “fruto de una década de excavaciones clandestinas” por parte de los saqueadores.
El hallazgo deriva de otro descubrimiento, la vasija de Asteas, del siglo IV a.C, encontrada en el Getty Museum de Malibú y recuperada en 2005.
Durante esa investigación, el cuerpo de Carabineros llegó hasta Gianfranco Becchina, un hombre que comenzó como botones en un hotel y que en pocos meses se convirtió en titular de una galería de arte en Suiza con beneficios millonarios.
Tras investigar su actividad en colaboración con las policías de Ginebra y Basilea, las autoridades italianas descubrieron una amplio mercado internacional y se incautaron de cinco depósitos repletos de informes robados, catálogos, direcciones, albaranes y fotografías de las piezas sustraídas.
Acto seguido, los Carabineros recorrieron galerías privadas de todo el mundo para recuperar las piezas robadas y acudieron a “importantes museos de Estados Unidos, Alemania, Japón, Australia y Reino Unido”.
Becchina y su mujer fueron arrestados y acusados de encubrimiento y exportación clandestina, aunque en la actualidad se encuentran en libertad, dado que los delitos que se les imputaban habían prescrito.
“Es de lejos la mayor restitución de bienes artísticos de la historia, por su calidad y su cantidad, con piezas absolutamente extraordinarias”, declaró el general de los Carabineros Mariano Mossa, según los medios.
Este botín es, en palabras de Mossa, “fruto de una década de excavaciones clandestinas” por parte de los saqueadores.
El hallazgo deriva de otro descubrimiento, la vasija de Asteas, del siglo IV a.C, encontrada en el Getty Museum de Malibú y recuperada en 2005.
Durante esa investigación, el cuerpo de Carabineros llegó hasta Gianfranco Becchina, un hombre que comenzó como botones en un hotel y que en pocos meses se convirtió en titular de una galería de arte en Suiza con beneficios millonarios.
Tras investigar su actividad en colaboración con las policías de Ginebra y Basilea, las autoridades italianas descubrieron una amplio mercado internacional y se incautaron de cinco depósitos repletos de informes robados, catálogos, direcciones, albaranes y fotografías de las piezas sustraídas.
Acto seguido, los Carabineros recorrieron galerías privadas de todo el mundo para recuperar las piezas robadas y acudieron a “importantes museos de Estados Unidos, Alemania, Japón, Australia y Reino Unido”.
Becchina y su mujer fueron arrestados y acusados de encubrimiento y exportación clandestina, aunque en la actualidad se encuentran en libertad, dado que los delitos que se les imputaban habían prescrito.