lunes, 15 de marzo de 2010

Lo nuevo de internet es Chatroulette / se la disputan rusos y estadounidenses

Lo nuevo es Chatroulette


NUEVA YORK, 15 marzo 2010 (La Opinión).- La internet tiene un nuevo fenómeno llamado Chatroulette que remonta a la gente a principios de la década de 1990, cuando personas solitarias buscaban trabar amistad con desconocidos, relaciones sexuales sin compromiso o un poco de las dos cosas.

Pero esta vez la gente tiene que poner la cara. Frente a una cámara, para ser más preciso.
Chatroulette conecta al azar a personas que pueden estar en cualquier parte del mundo. Si a uno no le gusta la imagen que aparece en la pantalla, hace click en "Siguiente".
El resultado puede ser imprevisible y crudo, como una bofetada, pero también reconfortante. Es como meterse en la vida de otra persona. Son mundos muy diferentes a los mundos medio ficticios que uno crea en portales como Facebook, donde se conecta mayormente con amigos, familiares y otras personas con intereses comunes.

"Chatroulette es como la televisión, como sentarse frente a una TV y ponerse a cambiar de canal, excepto que la gente de la pantalla es real", comentó Hal Niedzviecki, autor de The Peep Diaries: How We’re Learning to Love Watching Ourselves and Our Neighbors.

Una rápida conexión las otras noches generó dos rechazos — veloces y brutales — de dos hombres, cuyos rostros asomaron brevemente antes de que decidieron buscar por otro lado.
Seguidamente apareció una mancha de colores. ¿Una frazada? ¿Una persona? No parecía que valiese la pena quedarse a investigar. Para ser claros, Chatroulette prohibe "material obsceno, ofensivo o pornográfico" y dice que bloqueará a los usuarios que violen esas reglas.

Poco después asomó en la pantalla una mujer con audífonos. ¿Apretaría "siguiente", como hicieron los otros? No lo hizo. Y escribió "hola". Dijo que era china y estudiaba ingeniaría de computadoras. La conversación transcurrió como en las citas románticas rápidas con desconocidos. Diálogos cortos, pero todo resultó intrigante. Ella estaba comiendo papas fritas.

El formato de Chatroulette es sencillo: Hay dos recuadros en la izquierda para webcams, uno dice "amigo" el otro "tú". En un recuadro más grande a la derecha uno le escribe el desconocido que lo observa. Para iniciar el contacto, hay que hacer click en "play". El portal te conecta con una persona seleccionada al azar hasta que uno aprieta "siguiente".

También se puede activar el sonido. Hay quienes ponen música para ver si la otra persona baila con ellos.

No hace falta registrarse para usar Chatroulette, aunque el portal exige que el usuario tenga al menos 16 años. Es gratis y se permite publicidad de texto en la parte baja de la pantalla.
El creador de Chatroulette no respondió a pedidos de entrevista. El diario The New York Times lo identificó como un ruso de 17 años llamado Andrey Ternovskiy.

El portal funciona desde hace pocos meses pero en enero tuvo un millón de visitantes de todo el mundo, según comScore. Esto quiere decir que en cualquier momento puede haber decenas de miles de personas conectadas, tratando de encontrar alguien que valga la pena, jugando una especie de ruleta.

A medida que se populariza Chatroulette, surgen imitaciones y portales que muestran lo mejor y lo peor de un apersona.

Niedzviecki dice que la Chatroulette es otro ejemplo de cómo estamos reemplazando el entretenimiento con guión por las vidas personales de la gente. YouTube, Twitter y los reality shows nos permiten observar el mundo de una persona real en lugar de "celebridades ficticias que nos entretienen con sus ‘talentos’’’.

Toda esta dinámica plantea algunos interrogantes. Después de todo, Chatroulette no es televisión y no hay quien controle lo que sucede allí. Unas imágenes en blanco y negro que circularon ampliamente muestran un hombre que se habría colgado. En algunos casos, la gente muestra imágenes que ha grabado, no imágenes en vivo, tal vez para analizar las reacciones de la otra persona cuando, por ejemplo, un hombre le pega a una mujer.

"Cuando te topas con un hombre con una soga al cuello, y da la impresión de que está muerto, no puedes decir que es ficción, un cuento", manifestó Niedzviecki. "En Chatroulette, esa persona que hace ondear una bandera con una svástica puede ser realmente un nazi que trata de reclutarte".

El concepto de Chatroulette no es del todo nuevo. Sitios como Omegle.com y gettingrandom.com armaban charlas entre dos personas, aunque sin cámaras. Justin.tv le permite a cualquiera transmitir sus videos a todo el mundo a través de la internet.

Justin.tv dio de qué hablar en el 2008 cuando un estudiante universitario de 19 años se suicidó mientras la gente lo veía y lo alentaba a que se matase. Algunos alertaron a la policía, pero demasiado tarde.

Chatroulette, al igual que la internet en general, no es para menores. Después de un rato, seguramente verá a una persona desnuda.

¿Facilita contactos relevantes? Depende de cómo lo mire. Es como entablar una conversación con alguien en el autobús o en un bar. Lo más probable es que no vuelva a ver a esa persona. Pero eso no quiere decir que la charla haya sido una pérdida de tiempo.

"Se podría escribir un gran relato sobre todo esto", dijo Thompson. "Alguien encuentra a la persona de sus sueños y accidentalmente aprieta ‘siguiente’. Y no vuelve a tener noticias de ella".

Rusos y estadounidenses se disputan Chatroulette
Por Benjamin Bidder / Der Spiegel, derechos exclusivos para La Nación.
A fines del año pasado, sólo 500 personas usaban el portal lanzado por Andrey Ternovskiy. Ahora, el sitio tiene alrededor de 1,5 millones de visitantes diarios. Con multimillonarios rusos ofreciéndole dinero y Google en la otra línea, el adolescente de Moscú tiene que tomar una decisión: ¿Estados Unidos o Rusia?


Rusos y estadounidenses se disputan Chatroulette

NUEVA YORK, 15 marzo 2010 (La Nación).- Dmitri Medvedev quiere romper la hegemonía estadounidense de internet. El valor combinado de Google, Microsoft y Facebook es de 500 mil millones de dólares, un tercio del producto anual de Rusia.

Un auto con ventanas oscurecidas se desplaza hacia un larguirucho adolescente en un vecindario corriente de Moscú. Un hombre de terno negro abre la puerta de la limusina. “¿Estás listo, Andrey?”, le pregunta. “Estamos interesados en lo que haces. ¡Sube!” Vistiendo jeans y pelo corto, Andrey Ternovskiy, de 17 años, es un truhán notorio: no va al colegio todo lo que debiera. Y mientras se sienta en la limusina, se pregunta qué le ofrecerá este hombre: Félix, con quien sólo se ha contactado online o por teléfono. ¿Un millón de euros? ¿Quizás tres? Porque Félix representa a gente que tiene dinero para gastar. Y Ternovskiy tiene lo que toda la gente con dinero quiere: una idea brillante.

Se le ocurrió en una lluviosa tarde del año pasado: Chatroulette.com, un portal de internet que trabajaba al azar. El sitio deriva entre sí a usuarios que están chateando mediante cámaras web, al azar y de todas partes del mundo. Una especie de lotería humana por computador.

En noviembre pasado, Ternovskiy todavía conocía a todos los que usaban su sitio; lo había desarrollado para él y sus amigos. Pero pronto empezaron a aparecer extraños en las pantallas, desde tan lejos como Estados Unidos y Corea, desde Ciudad del Cabo a Berlín. A comienzos de diciembre, Chatroulette tenía 500 usuarios. En enero, había 50 mil. Dice Ternovskiy que, ahora, 1,5 millones de personas visitan a diario el sitio.

Representantes de Skype, Google y Yandex (competidor ruso de Google), están cortejando a Ternovskiy, igual que el magnate moscovita de la web Yuri Milner. Félix, el conductor de la limusina negra, está llevando a Ternovskiy a ver a Milner.

El zar Internet de Rusia

“Ustedes debieran invertir ahora”, les dijo a sus padres Ternovskiy a fines del año pasado, “porque me estoy expandiendo”. Le dieron el equivalente a 10.800 dólares, los que invirtió en el pequeño servidor actualmente relegado bajo la mesa de su madre. Arrienda también capacidades adicionales en Alemania. Pero se necesita mucho más para conquistar la world wide web, razón por la que aceptó reunirse con Milner. Félix conduce a Ternovskiy hasta el sector empresarial de Moscú, donde en el piso 57 de un rascacielos, están las oficinas de la compañía de Milner, Digital Sky Technologies (que controla el 5% de Facebook).

Milner y Ternovskiy hablan durante una hora y media. Al multimillonario le gustaría hacer negocios con el adolescente, que no ha ido a la escuela hace semanas y que está a punto de ser expulsado. Ternovskiy es ahora un hombre de negocios. Milner quiere comprar el 10% de Chatroulette. Quiere que Ternovskiy diga su precio pero el adolescente no lo ha fijado. Aún así, Milner está decidido a no quedar fuera de la última tendencia online. Con sus servicios de mail y sus redes sociales, el magnate afirma que ya atrae a sus sitios al 70% de todas las impresiones de páginas en idioma ruso. Hasta ahora, ha logrado superar a la competencia extranjera y Chatroulette podría ser la joya de su corona.

Al seguir su estrategia de negocios, Milner podría anotarse puntos en los más altos niveles de la política rusa. El Presidente Dmitri Medvedev lo designó recientemente en un cargo de su comisión para modernizar la economía rusa.

A Medvedev, un entusiasta usuario de internet y bloguero ocasional, le interesa romper la hegemonía estadounidense en el ciberespacio, un plan ambicioso sobre todo cuando Estados Unidos alberga a muchos de los líderes de mercado de la economía internet. El valor combinado de Google, Microsoft y Facebook alcanza a unos 500 mil millones de dólares, o alrededor de un tercio del producto anual de la economía rusa. De modo que si Rusia (que tiene más de 50 millones de usuarios de internet y muestra una de los mercados de más rápido crecimiento) aspira a alcanzarlos, tendrá entonces que mantener en casa a talentos como Ternovskiy. Pero Ternovskiy no firmó de inmediato con Milner. Quiere primero pensar. ¿Cuánto vale realmente su idea? Algunos la valorizan entre 10 y 30 millones de euros. ¿Y debiera unir fuerzas con un socio empresarial ruso o con una compañía estadounidense?

Ternovskiy está en su casa, en su pequeña habitación. Escasamente amoblada, hay una mesa, una silla y dos monitores. No hay pósters. Chequea sus correos electrónicos. Sólo ayer, recibió casi cien peticiones de entrevistas. No responde ningún correo. En el otro computador está funcionando Chatroulette. La arbitraria danza de los chats de Chatroulette gira en torno a una lucha por llamar la atención. Quienquiera parezca aburrido o no interesante queda fuera en segundos. Y Ternovskyi está trabajando para dejar fuera del sitio a los que llama “freaks y molestosos”.

La cabeza de Ternovskiy está llena de las cosas que le dijeron en la oficina de Milner antes de irse. Te daremos todo el dinero que necesitas, le dijeron. ¿Qué quieres en Estados Unidos? Los impuestos son más bajos en Rusia. Y si decides ir, déjanos ir contigo. Te pondremos en contacto con la gente precisa. Ternovskiy se sube a un taxi. Tiene una cita en otra parte. Pero parece nervioso mientras opera su teléfono inteligente. Tiene planes para viajar en las próximas semanas, solo. Sin Félix. El taxi se detiene al frente de un gran edificio de embajada. Ternovskiy ha llegado aquí a solicitar una visa… para Estados Unidos.