MARCHAND DESSALINE, 11 enero 2011 (AP).- Hace un año, Darlene Etienne estaba enterrada bajo una montaña de cemento y hierros retorcidos. A su alrededor, la ciudad de Puerto Príncipe yacía en ruinas. Familiares y personal de rescate buscaban sobrevivientes entre los escombros, pero ya casi habían perdido toda esperanza de encontrar a alguien donde estaba ella.
Hasta que el 27 de enero, 15 días después del terremoto que según cifras del gobierno mató a más de 220.000 personas, se escuchó una voz tenue entre los escombros. Un equipo francés comenzó a excavar ante la mirada atónita de cientos de personas.
Darlene estaba cubirta por un polvo blanco. Parecía un fantasma, con la mirada perdida. Un rescatista le dijo a la AP en el lugar que probablemente hubiera muerto en cuestión de horas si no era encontrada.
La muchacha es hoy una joven de 17 años de aspecto saludable, que vive con familiares en la localidad rural de Artibonite, a unas tres horas de auto de la capital por caminos de tierra. Periodistas de AP le hicieron una sorpresiva visita y encontraron una joven alegre, que no olvida el drama por el que pasó.
Recuerda que estuvo conciente y despierta todo el tiempo que estuvo enterrada, a diferencia de otras personas que también fueron rescatadas después de mucho tiempo y que dicen que pasaron buena parte del tiempo durmiendo o desvanecidas. Recuerda cómo pedía ayuda a gritos y que no era escuchada por el estruendo de la maquinaria usada en las tareas de rescate y otros sonidos de la ciudad.
"Oía a la gente que pasaba y pensaba que me iban a rescatar", expresó en una entrevista. "Pero seguían de largo".
Darlene, la segunda de tres hermanos, se había ido de su casa por primera vez nueve días antes del terremoto de magnitud 7. Había viajado 64 kilómetros (40 millas) desde Marchant Dessalines para vivir con un primo y su esposa mientras asistía a la escuela en Puerto Príncipe.
Mucha gente que quedó enterrada bajo los escombros no fue rescatada y aún hoy siguen apareciendo cadáveres. Una de las víctimas del terremoto fue la esposa del primo de Darlene, a quien se le cayó una pared de su casa encima. Nadie pensó que podría haber sobrevivientes ante tanto destrozo.
Un individuo que caminaba por entre los escombros de las viviendas destruidas en el barrio Carrefour Feuilles finalmente escuchó a Darlene. La niña le dio el número de teléfono de su familia y el hombre llamó. La familia alertó entonces a los rescatistas. Los socorristas franceses la trasladaron de inmediato a un hospital de campaña porque estaba muy deshidratada y luego a un barco hospital anclado frente a la ciudad destruida.
Fue un rescate sensacional, que provocó tanto asombro como escepticismo. Al menos 135 personas fueron rescatadas de entre los escombros luego del terremoto del 12 de enero, pero la mayoría de ellas fueron halladas pocos días después del desastre. Los rescatistas franceses y los médicos, no obstante, creen que estuvo enterrada entre los escombros todo el tiempo.
Darlene asiste a la escuela en Marchand Dessaline, una localidad rodeada de plantaciones de arroz que son la principal fuente de subsistencia en esta región de Haití. Sacude la cabeza al ver fotos de su rescate y las pasa para que las vean parientes y vecinos. Cuesta creer que es la misma persona de las fotos.
Su madre, Kerline Dorcant, agradeció a Dios el que su hija haya sobrevivido y espera que la niña pueda de algún modo labrarse un futuro en el extranjero, donde hay muchas más oportunidades que las que ofrece este pueblo rural de Haití.
"Estoy muy contenta, pero quiero que se vaya a otro país porque aquí no hay nada", manifestó. "Lo único que tiene aquí es la escuela. No quiero que se quede aquí".
De todos modos, la madre se siente feliz de ver a su hija viva. "Vi morir mucha gente. Me siento dichosa de que ella haya sobrevivido y le agradezco a Dios", insistió.
Ver notas relacionadas en Wicked Magazine.