LONDRES, 12 junio 2011 (BBC).- ¿Se ha planteado en alguna ocasión si usted es introvertido o extrovertido? ¿Se ha sometido a pruebas de personalidad? ¿Se ha cuestionado qué se esconde en el lado más oscuro de su carácter? Agradézcaselo a Carl Jung.
El psicólogo suizo ideó una serie de tipos de personalidad. Acuñó la palabra introvertido para alguien que necesita bastante tiempo para sí mismo y extrovertido (aunque Jung lo concibió como "extravertido") para la persona que nunca se siente mejor que cuando está rodeada de gente. Tests de personalidad como los indicadores Myers-Briggs, vienen directamente de estos conceptos.
El lado oscuro del carácter es aquella parte de uno mismo que normalmente está escondida, pero en ocasiones sale a la superficie y nos sorprende. ¿Por qué las personas más calmadas maldicen e insultan cuando conducen? ¿Por qué ciudadanos modelo cometen, a veces, crímenes pasionales? Jung tenía una respuesta: Todos tenemos sombras.
Fue él también quien puso a su cultura y su era "en el diván"... o más bien en una silla, pues fue el primer psicoterapeuta en sentarse en frente de sus pacientes, como si fuera un consejero. E intentó comprender las terribles energías colectivas que impulsaron los dos grandes eventos de su vida: la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Pero, ¿qué diría Jung de nuestro estado psicológico de hoy día?
Un paso para adelante
Vería señales de progreso. Fíjese en el modo en el que cuidamos a los niños. En los últimos 50 años, las actitudes sobre la crianza de los hijos han cambiado considerablemente. Los psicólogos en general reconocen que los niños crecen mejor cuando reciben una atención dedicada de su madre u otra persona a cargo en edades tempranas.
En los últimos 50 años ha habido cambios a la hora de tratar las enfermedades mentales Esto tiene mucho que ver con el trabajo de los psicoterapeutas británicos como John Bowlby. Pero la "teoría del apego" de Bowlby fue anticipada por Jung. Mientras Freud hablaba de las pasiones incestuosas en su conocido complejo de Edipo, Jung tenía un punto de vista muy diferente.
Como señala Anthony Stevens en "Jung: una muy corta introducción", fue Jung quien primero teorizó que un niño se apega a su madre porque es quien le da cariño y cuidados.
Y otro más
"Los 40 años son el mediodía de la vida, es el periodo cuando estamos en pleno poder de nuestras facultades, pero también cuando empezamos a ser conscientes de que nuestro sol personal entra a un nuevo meridiano. No podemos vivir el atardecer de la vida como si fuera un amanecer, pues lo que fue grandioso en la mañana, será insignificante en la tarde; y lo que fue verdad en la mañana, será mentira en la tarde"Carl Jung
Algo más que Jung aplaudiría son los intentos de eliminar la discriminación de los ancianos y de cuidar a los empleados de más edad.
"El atardecer de la vida debe ser significativo por sí mismo y no puede ser simplemente un miserable apéndice de su amanecer", escribió. Para una cultura con una alta población envejecida, Jung ofrece una visión de las ventajas de hacerse mayor, viéndola como un camino de sabiduría antes que un decaimiento hacia la senilidad.
No deberíamos desesperarnos ante nuestra crisis de la mediana edad, pensó, hay que aprovecharla como una oportunidad de buscar una nueva visión y diferentes propósitos.
Por otro lado, la neurociencia moderna ha apoyado lo que Jung entendía por el inconsciente. Confirma que la inteligencia emocional, al igual que la razón, es vital a la hora de tomar decisiones.
Yendo más lejos, de la misma manera que uno no es consciente de que el corazón late o los pulmones respiran, Jung señaló que la mente inconsciente está siempre trabajando para nosotros. El desarrollo de la personalidad, pensó, tiene mucho que ver con que prestemos más atención a la manera en la que nos afecta nuestra vida interior, un proceso llamado "individuación".
Deberíamos estar en pos de una personalidad integrada. Lo que amamos de nuestra sabia abuela es su carácter equilibrado.
Y otros para atrás
Sin embargo, Jung también estaría contrariado por el camino que esta siguiendo la vida. Por ejemplo, el vivió en un periodo "lleno de imágenes apocalípticas de una destrucción universal", como observó, pensando en la Guerra Fría y la bomba nuclear.
Estos horrores particulares han cesado. Pero es chocante como tan rápidamente han sido reemplazados por otras amenazas. La más obvia es la devastación anticipada como resultado del cambio climático, pero hay otras como el llamado terrorismo y muchas más.
Parece que tenemos una fascinación con la ruina total que se extiende por encima de lo posible, probable o puramente imaginado. Fíjese como el final del mundo provee un irresistible guión en películas. O recuerde como las predicciones extasiadas del predicador cristiano evangélico Harold Camping se extendieron como el fuego a través de internet el mes pasado.
Jung también habría notado los altos niveles de enfermedad mental en la sociedad moderna, marcados por el "boom" de los antidepresivos y otras drogas años después de su muerte. Vería que incluso los políticos y economistas están empezando a preocuparse porque a pesar de que la riqueza material de una sociedad puede crecer de forma inexorable, parece que no trae la verdadera felicidad.
Hay muchos factores que contribuyen a estas tendencias. A Jung le interesaban aquellos que eran psicológicos y razonó que, de forma consciente o inconsciente, esas tendencias se extienden, en gran parte, cuando nos desconectamos de nuestro lado espiritual.
Señaló que mientras la ciencia moderna ha dado paso a un conocimiento sin igual sobre la especie humana, también ha resultado -paradójicamente- en una concepción más estrecha de lo que significa ser un humano individual.
Esto, presumiblemente, explica por qué las terapias complementarias están floreciendo en el siglo XXI. Intentan tratar toda la persona, no solamente a la enfermedad. O explicaría por qué los estilos de vida verdes atraen a más gente, ya que intentan reconectarnos con el valor intrínseco del mundo natural.
En resumen, la vida de la psiquis es crucial. Jung creyó que está alimentada no sólo de psicología, sino también por las grandes tradiciones espirituales de nuestra cultura, con sus sutiles historias, rituales y sueños inspiradores. El agnóstico occidente se ha separado de esas fuentes.
Es como si la gente estuviera sufriendo una "pérdida del alma". Muchas veces el mundo no parece estar a favor nuestro sino en nuestra contra.
A medida que se acercaba el final de su vida, Jung reflexionó que muchas -quizá casi todas- las personas que fueron a verle no estaban mentalmente enfermas. Estaban en busca de sentido.
Es una tarea dura. "No hay consciencia sin dolor", escribió. Pero es vital: sin ello, el ser humano pierde su camino.