La viuda del presidente John F. Kennedy, quien falleció en 1994, había pedido que las declaraciones no se publicaran hasta cincuenta años después de su muerte, o sea en el año 2044. Sin embargo su hija Caroline aceptó que la publicación se adelantara a este año con motivo de la conmemoración del aniversario número 50 del inicio de la presidencia de Kennedy.
La exprimera dama le abrió la puerta de su hogar en Washington al asesor de la Casa Blanca Arthur Schlesinger, apenas cuatro meses después del asesinato de su marido, perpetrado en 1963 en Dallas, Texas.
Las grabaciones salieron a la luz esta semana, recogidas en el libro "Jacqueline Kennedy: conversaciones históricas sobre la vida con John F. Kennedy".
Rencores
Varios personajes de la política estadounidense salen mal parados.
El luchador por los derechos de los afroestadounidenses Martin Luther King es uno de ellos. Según ella, King, al que se refiere como un "hombre terrible" se habría aparecido borracho al funeral del presidente asesinado y se habría mofado de la misa oficiada por el cardenal Cushing en su memoria.
Jackie Kennedy también recuerda las demoledoras palabras de su marido respecto al entonces vicepresidente Lyndon Johnson, el hombre que asumió la presidencia después del magnicidio de Dallas.
"Alguna vez, John me preguntó qué sería de este país si Lyndon fuera presidente."
En la arena internacional, Charles de Gaulle recibe algunos de sus duros dardos: "ese egomaníaco, ese hombre despreciable", lo llama.
Y para Indira Gandhi tiene expresiones no menos condenatorias: "una mujer horrible, amarga, atropelladora".
Crisis de los misiles
Jackie Kennedy tampoco tiene palabras amables para el vicepresidente Lyndon Johnson.
La exprimera dama también recuerda en las entrevistas cómo John F. Kennedy lloró en la alcoba presidencial al conocer en 1961 las noticias de Bahía Cochinos, el desastroso intento de invasión a Cuba por grupos anticastristas apoyados por Estados Unidos, señala el periodista de la BBC Nick Bryant.
Jackie también señala que sus momentos de mayor cercanía con su marido los tuvo durante la Crisis de los Misiles de Cuba, en 1962, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética parecían estar al borde de la guerra nuclear.
Algunos funcionarios mandaron a sus esposas fuera de Washington, pero la primera dama se negó a irse.
"Si algo te pasa, todos vamos a estar aquí contigo," recuerda haberle dicho a su marido.
"Incluso si no hay espacio en el refugio antiatómico de la Casa Blanca. Sólo quiero estar contigo, y los niños también. No quiero vivir si ti."