Wati, que ahora tiene 15 años, apareció en una cafetería de una localidad cercana a la aldea de la que desapareció.
Allí dijo que en la capital de la provincia de Aceh había sido obligada a trabajar como mendiga, pero que había conseguido escapar.
Aseguró que no recordaba el camino de vuelta ni el nombre de su familia, sólo Ibrahim. Entonces fue conducida hasta un hombre de ese mismo nombre, que resultó ser su abuelo, quien la reunió con sus padres, que confirmaron su identidad por un lunar y una cicatriz.
Los padres dijeron que en el tsunami, que en 2004 mató a 230.000 personas en una docena de países de la zona, perdieron a sus tres hijas.
Foto: Wati, junto a su papá Yusuf, su madre Yusniar y su hermano pequeño Aris (Agencias).
Allí dijo que en la capital de la provincia de Aceh había sido obligada a trabajar como mendiga, pero que había conseguido escapar.
Aseguró que no recordaba el camino de vuelta ni el nombre de su familia, sólo Ibrahim. Entonces fue conducida hasta un hombre de ese mismo nombre, que resultó ser su abuelo, quien la reunió con sus padres, que confirmaron su identidad por un lunar y una cicatriz.
Los padres dijeron que en el tsunami, que en 2004 mató a 230.000 personas en una docena de países de la zona, perdieron a sus tres hijas.