El plan que propone la tecnológica es ambicioso e inspirador. Ofrece 300 millones de dólares al equipo que logre llevar un vehículo espacial a la superficie lunar. Este deberá poder circular al menos 500 metros y transmitir imágenes a la Tierra para que podamos verlas desde la Tierra. Todos los proyectos deberán ser financiados de forma privada, es decir, no pueden participar gobiernos. Los equipos seleccionados serán asesorados por los ingenieros que participaron en la carrera espacial de la Guerra Fría, cuando la humanidad llegó a la luna.
El documental presenta entonces a varios de los equipos participantes, que provienen de distintos países del mundo como España, Israel y Chile. Cada uno explica en breve sus planes para llegar y pagar su nave, que depende en gran parte del trabajo voluntario.
La compañía espera que como ocurrió con la navegación y la aviación en el pasado, el interés por la Luna sea retomado por la iniciativa privada, y el desarrollo de la nueva industria empuje a la humanidad a posibilidades que aún desconocemos.
El documental presenta entonces a varios de los equipos participantes, que provienen de distintos países del mundo como España, Israel y Chile. Cada uno explica en breve sus planes para llegar y pagar su nave, que depende en gran parte del trabajo voluntario.
La compañía espera que como ocurrió con la navegación y la aviación en el pasado, el interés por la Luna sea retomado por la iniciativa privada, y el desarrollo de la nueva industria empuje a la humanidad a posibilidades que aún desconocemos.
Más allá del concurso, los visuales del documental son impresionantes, tanto así que no seria raro que Google estuviera por lanzar también su apuesta en la industria cinematográfica.