El cliente llamó al restaurante Little Italy en Anchorage para quejarse de que el repartidor había confundido un pedido y que usaba drogas. La hija de la propietaria P.J. Gialopsos respondió el llamado y le aseguró al cliente que el repartidor era autista y que tenía un impedimento del habla.
Gialopsos dijo al diario Alaska Dispatch News (http://is.gd/R8AB9H) que no es la primera vez que recibe quejas, pero que después de que explican que el repartidor tiene una incapacidad, los clientes suelen comprender la situación y calmarse.
El repartidor regresó al restaurante contrariado. En ese momento Gialopsos decidió cortar... con el cliente. Instruyó a su personal a no volver a aceptar ningún pedido de esa persona.
Narró el incidente en Facebook el martes y en horas recibió 1.500 comentarios mayormente elogiosos.