LONDRES, 18 agosto 2019 (NYT).- Por lo general, la nave de una iglesia medieval, con sus enormes vitrales y sus altísimos arcos, es considerada un lugar sagrado para la oración y la reflexión. Ahora también se ha vuelto un sitio para deslizarse por un tobogán de unos 16 metros de altura.
Este verano, quienes visiten algunas de las catedrales más antiguas e imponentes de Inglaterra encontrarán ahí atracciones como un tobogán, un campo de golfito, un paisaje lunar y un modelo realista de la Tierra que cuelga del techo.
Dentro de la catedral de Norwich, en el este de Inglaterra, un colorido tobogán serpentea por los pilares de piedra del siglo XII. El reverendo Andy Bryant, canónigo de la misión de esta catedral, señaló que la intención es brindarles a los visitantes una nueva perspectiva sobre los techos ornamentados y sobre la religión en general.
“Este es un intento premeditado para ayudar a que la gente se involucre con nuestra catedral”, comentó. “Existe la idea de que el tobogán vuelve al ambiente insolente o bullicioso, pero en realidad la gente se sube para ver la catedral en todo su esplendor”.
Después de años de bajos niveles de asistencia a las iglesias anglicanas, el ambiente como de parque de diversiones que hay en algunas catedrales este verano muestra los extremos a los que están dispuestas a llegar las autoridades eclesiásticas: en su intento por atraer a más gente, buscan presentar una imagen más inclusiva y menos rígida.
Bryant dijo que pensó en instalar el tobogán luego de visitar la Capilla Sixtina hace dos años y admirar la obra de Miguel Ángel sobre el techo. Le hizo pensar en el techo de la catedral de Norwich, adornado con grabados medievales, llamados claves, que muestran pasajes de la Biblia, y lamentó el hecho de que los visitantes no pudieran verlos más de cerca.
Ahora, por 2 libras (unos 2,50 dólares), la gente puede subir a la parte superior de la torre y deslizarse por el tobogán mientras admira la iglesia.
Las misas siguen siendo normales, e incluso se planea que haya sermones dictados desde la parte superior del tobogán.
Bryant comentó que la reacción de la gente había sido abrumadoramente positiva desde que se instaló la torre el 8 de agosto, como parte de su campaña “Seeing it Differently” (Verlo de otra forma), un evento de once días en la catedral que incluye varias instalaciones de inmersión. Los comentarios en redes sociales, hasta el momento, han sido positivos.
“Estamos compartiendo nuestro recinto con mucha gente nueva y conversando sobre la religión”, dijo Bryant. “La catedral está llena de gente sonriente y feliz”.
Pero no todos han estado sonriendo: la instalación ha suscitado reacciones divididas. Un comentario en la página de Facebook de la catedral la tachó de “trivialización” y “quiebra espiritual”. Otra persona dijo en una carta publicada por el periódico The Guardian que, si el anglicanismo en verdad pretendiera ser inclusivo, se concentraría menos en artilugios y, en cambio, permitiría que los cristianos pudieran realizar sus matrimonios igualitarios en esas iglesias.
Según cifras de NatCen, un instituto de investigación social, el número de británicos que se identifican como miembros de la iglesia anglicana se ha reducido a más de la mitad en los últimos años: del 31 por ciento en 2002 al 14 por ciento en 2018. La asistencia dominical a las iglesias anglicanas del Reino Unido disminuyó un 15 por ciento de 2007 a 2017, de acuerdo con las estadísticas más recientes de dicha iglesia de Inglaterra.
Pese a que Bryant afirmó que las cifras de asistencia a la catedral de Norwich eran buenas y que la instalación ahí solo era para crear un espacio de reflexión, es parte de una tendencia entre catedrales, que realizan actividades no convencionales para atraer más personas.
El reverendo Adrian Dorber, el decano de la catedral de Lichfield, dijo en entrevista con la BBC que las iniciativas no son “trucos de mercadotecnia baratos”, sino más bien decisiones “tomadas a partir de inquietudes pastorales importantes”.
“Nos enfrentamos a una situación misional de intentar poner a la gente en contacto con lo transcendental cuando sabemos, a partir de las actitudes sociales de los británicos, que la gente lo ha abandonado”, señaló. “Creo que la incursión que podemos hacer en la conciencia de las personas y la forma en que puede ayudarles a tener cierta relación con un recinto o espacio sagrado debe celebrarse y no condenarse”.
La catedral de Lichfield actualmente tiene una instalación temática del espacio. En conmemoración del quincuagésimo aniversario del alunizaje del Apolo 11, esa instalación permite a los visitantes caminar sobre una reproducción de la superficie de la Luna.
La réplica usa imágenes de la NASA en alta resolución para dar una sensación de que la Tierra es vista desde el espacio. Se pide a los visitantes pagar una pequeña cuota para ver la instalación.
Además, desde finales de julio y hasta principios de septiembre, los visitantes de la catedral de Rochester, en el sureste inglés, pueden jugar golfito en la nave medieval. El campo de nueve hoyos tiene decoraciones inspiradas en la idea de puentes; según los dirigentes de esa iglesia, fue diseñado para despertar conversaciones sobre puentes espirituales.
El reverendo Gavin Ashenden, un antiguo pastor de la iglesia anglicana que alguna vez fungió como capellán de la reina Isabel II, ha criticado las exhibiciones de las catedrales, que tildó de una “burla”.
“Vivimos una saturación de estímulos y distracciones en la vida cotidiana”, escribió en un blog. “En ocasiones se siente como si el ritmo y los placeres de la vida se propusieran imposibilitar la reflexión y la oración. Una catedral definitivamente debería ser un lugar donde pudiéramos liberarnos de esto”.
No obstante, Bryant, el reverendo de Norwich, sostuvo que las iglesias deben ser lugares para “la vida en su totalidad”.
“Hay cosas serias y solemnes que suceden aquí, así como cosas desgarradoras. Pero también puede haber cosas alegres”, comentó. “Tenemos que celebrar todo lo que pertenece al ámbito de la humanidad”.
Fotografías retomadas del artículo original en el NYT