sábado, 3 de enero de 2009

Correr es bueno para el cuerpo; caminar para el cerebro

LONDRES, 3 enero 2009 (The Times).- Ya sea para desintoxicar el cerebro de los excesos de la Navidad o simplemente para comenzar una nueva rutina, muchas personas tomarán una caminata o saldrán a correr en Año Nuevo o poco después.

Sin lugar a dudas, correr puede enviar a algunas personas a la sala de emergencias de un hospital debido a posibles lesiones ortopédicas pero investigaciones sugieren que la mayoría de la gente obtiene más beneficios que problemas.

A principios de este año, científicos de la Universidad de Stanford dieron a conocer los resultados de una investigación que llevaron a cabo a los largo de 21 años, en la que dieron seguimiento a más de 500 corredores en sus años 50 ó 60 y que actualmente están en sus años 70 u 80.

Los corredores, quienes se ejercitaban en promedio 4 horas a la semana, fueron comparados con un grupo similar de personas que no corrían.

A los 19 años de iniciada la investigación, 34% de los no corredores habían muerto, en comparación con el 15% de los corredores.

Por supuesto, el tiempo sí causa estragos en las personas que corren y muchas de ellas reportan actualmente cierto tipo de incapacidad física- como dificultad para vestirse o bajarse de una silla- pero en promedio, los primeros reportes de incapacidad de los corredores surgieron 16 años después de los reportados por las personas que no corrían.

Sin embargo, para el cerebro, caminar podría ser mejor que correr debido a que si se camina la sangre recibe más oxígeno- llegando posteriormente al cerebro- que si se realiza un ejercicio más vigoroso.

Estudios realizados con personas de la tercera edad mostraron que la posibilidad de sufrir una apoplejía disminuye 57% en quienes caminan al menos 20 minutos diarios.

Otro estudio demostró que las mujeres de mayor edad que caminan 27 kilómetros o más a la semana registran aproximadamente 40% menos probabilidades de experimentar declive mental que quienes caminan menos de un kilómetro a la semana.

Estudios de imágenes cerebrales han demostrado que caminar activa áreas específicas del cerebro relacionadas con asociaciones espaciales y ayuda a mantener la atención en tareas específicas.