SAN ANGELO, 10 junio 2009 (AP).- El alcalde de esta población de la zona ovejera de Texas dio una razón sorprendente para su renuncia abrupta: estaba enamorado de un inmigrante indocumentado y se fue a México con él.
Tuvieron que irse, dijo, porque no podían permanecer juntos legalmente en Estados Unidos.
"Ningún ciudadano de Estados Unidos debería verse frente a esta decisión", dijo el ex alcalde J.W. Lown en una entrevista desde México. "Dejé un hogar. Dejé una hacienda. Dejé una carrera política prometedora", afirmó.
Su prominencia local y su fuga al otro lado de la frontera el día que debía prestar juramento para un cuarto período dejó a la gente boquiabierta, pero a la vez fue un ejemplo del dilema que enfrentan miles de estadounidenses _separarse o irse del país_ porque no pueden obtener la residencia para su pareja, como lo hacen los cónyuges heterosexuales.
Unos 36.000 estadounidenses están en esa situación, dijo el congresista demócrata Jerrold Nadler, citando información del grupo Igualdad en la Inmigración.
Los proyectos presentados en el Congreso para que las parejas homosexuales reciban el mismo trato que las heterosexuales en materia de inmigración enfrentarán una dura oposición, tanto de los que se oponen al matrimonio gay como de los que postulan mano dura con los indocumentados.
La ley de defensa del matrimonio, sancionada en 1996, prohibe a las autoridades de inmigración reconocer los matrimonios gay, aunque sean de estados donde son legales.
Hay quienes consideran que se trata de un derecho básico. Steve Ralls, de Igualdad en la Inmigración, cree que la mejor forma de resolver el asunto es incorporando el tema a una reforma integral a las leyes de inmigración.
Pero incluso entre los que defienden los derechos de los indocumentados hay quienes no quieren que se mezclen las cosas, por temor a que el tema afecte las posibilidades de sacar adelante una reforma. Kevin Appleby, director de políticas migratorias de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos, sostuvo que se está usando el tema de inmigración para impulsar el matrimonio gay, al que él se opone.
"Es una unión profana del debate sobre inmigración y el debate sobre el matrimonio entre un mismo sexo", afirmó.
La decisión de Lown puso en el candelero a una ciudad de 90.000 habitantes en la que hacendados y peones hacen sus transacciones bancarias y mandan a sus hijos a la universidad. La única otra vez en que había concitado la atención de la nación fue el año pasado, cuando albergó a cientos de niños de una secta polígama de la región tras surgir denuncias de abusos.
Antes de renunciar el 19 de mayo, Lown era considerado un político con un futuro brillante. Se trata de un republicano de 32 años que fue elegido por primera vez a los 26 años y que había sido elegido para un cuarto mandato con el 89% de los votos.
Durante su gestión, un puesto mayormente ceremonial, con un sueldo simbólico de 600 dólares al año, se había convertido en una oficina en serio, en la que se tomaban decisiones importantes. Lown se presentó en miles de actos y fue a Washington a promover los intereses de la ciudad, usando su propio dinero luego de que algunos residentes dijeron que no querían costear el viaje.
"Eso demostró su devoción y su dedicación", expresó la concejal Charlotte Farmer. "Podía llegar lejos en la arena política en el estado de Texas y tal vez a nivel nacional".
Nunca se había hablado de la orientación sexual de Lown. Mucha gente no sabía que era gay. Su padrino, Mario Castillo, dijo que a quienes lo sabían, no les interesaba.
"En San Angelo le gente vive y deja vivir. Si usted no va en pantaloncillos a la escuela los domingos, nadie se mete con uno", dijo Castillo, quien vivió mucho tiempo en San Angelo y trabaja hoy como cabildero en Washington.
Lown, quien trabaja en bienes raíces, se enamoró de un mexicano de 20 años hace dos meses y dijo que, dada su prominencia, no hubiera podido ocultar su relación y su pareja probablemente hubiera sido deportada.
"Tenía el corazón desgarrado. Tuve que tomar una decisión", declaró en una conferencia de prensa telefónica con periodistas locales poco después de renunciar.
Lown se abstuvo de identificar a su pareja. Dijo que había cruzado el río Bravo siendo adolescente y cursado la escuela secundaria y la universidad en San Angelo. Los dos se fueron a México --Lown no dijo adónde-- para que su pareja pudiese solicitar la residencia en Estados Unidos, un trámite que puede tomar mucho tiempo si uno no tiene un padre, esposa o hijo que sea ciudadano de ese país.
"No quise violar las leyes. Queremos hacer nuestra vida juntos, haciendo las cosas bien, respetando las leyes", afirmó Lown.
Lown, cuya madre es mexicana, tiene doble nacionalidad y puede vivir en México legalmente, según dijo.
Lown espera poder volver un día a Estados Unidos con su pareja.
"No sé cuánto tiempo tomará esto. Puede tomar meses, o años. Pero estoy dispuesto a esperar el tiempo que sea", manifestó. "Espero conservar algo de mi buen nombre cuando esto se resuelva".