domingo, 28 de febrero de 2010

Sobreviven padre e hija luego de caer 13 pisos por terremoto en Chile

CONCEPCIÓN, 28 febrero 2010 (Milenio).- Cuando su apartamento ubicado en el piso 13 comenzó a temblar, Alberto Rozas sujetó a su hija de 7 años en la puerta del baño y esperó a que terminara. En cambio, cayeron.


Trece pisos se precipitaron mientras el edificio de apartamentos en el que residían se vino abajo como un árbol, y ellos se abrazaron durante la caída.

Rozas no sabía hacia dónde era arriba hasta que vio a través de la destartalada ventana del apartamento y “había luz, la luz de la luna llena”.

Rozas y su hija, Fernanda, treparon y salieron de los escombros con apenas cortaduras, raspones y moretones.

“El terremoto y la caída fue todo una sola cosa, horrible”, dijo Rozas a The Associated Press el domingo. “Yo la abrazaba y ella nunca me dejó”.

Los vecinos de Rozas que vivían al final del pasillo quedaron atrapados bajo la estructura, mientras los rescatistas intentaban romper el concreto con sierras eléctricas y martillos mecánicos.

“No tenemos aparatos con escucha ni cámaras”, dijo Ian Argo, un comandante de bomberos.

Hasta el domingo, 23 personas habían sido rescatadas vivas y 7 cadáveres extraídas del edificio Río Alta de 15 pisos. Se estima que 60 personas seguían atrapadas.

Socovil, la empresa que inauguró el edificio de concreto y vidrio en junio, emitió un comunicado diciendo que habían cumplido con todas las regulaciones urbanísticas. Pero muchos residentes estaban furiosos.

“La construcción obviamente era deficiente'', dijo Rozas.

Abel Torres, de 25 años, tenía una vista del río Bio Bio River desde su apartamento en el sexto piso. Recién llegaba a casa de su empleo en un bar cuando comenzó el sismo a las 3:34 a.m.

“Mi televisión me cayó encima y de repente vi estrellas pasando por mi ventana”, dijo.

Torres y su compañero de apartamento juntaron muebles para llegar a la ventana, y escaparon sin ropa y cubiertos en polvo.

En el segundo piso, Maribel Alarcón y su esposo Gunther corrieron a atender a su hijo de 2 años, Oliver, cuando comenzó a llorar momentos antes del temblor.

Su preocupación los salvó: la habitación de Oliver fue el único espacio de su vivienda que se mantuvo en pie.

“Rezamos mucho”, dijo Alarcón. “Y si Dios nos permite sobrevivir, fue porque alguien iba a rescatarnos”.

Nueve pisos más arriba, Rozas dormía con su hija cuando el temblor comenzó.

“Había polvo, ruido, todo cayendo”, dijo. “Nos metimos en el marco del baño. Después vino la caída. Finalmente terminó de caer.”

Después que salieron de los escombros, Rozas llevó a Fernanda a la casa de la madre de la niña, y luego regresó para ayudar a los bomberos. Sacó medicinas y la ropa de Fernanda. Y su guitarra.