Katherine Howe, descendiente de dos acusadas en los juicios de Salem por brujería, publica ‘El libro de los hechizos
BARCELONA, 11 marzo 2010 (El País).- ¿Cómo se exorciza a una vaca? Puede parecer una pregunta ridícula pero Katherine Howe se la hizo a sus alumnos de historia de la brujería en la Universidad de Boston. Y ¿quién mejor que ella, descendiente de dos de las brujas de Salem, para responderla? «Si yo hago un maleficio a una vaca, tengo relación con ella y con el exorcismo a quien se quiere dañar es a la bruja. Hay dos formas de hacerlo: una, que no recomiendo, es pegar muy fuerte a la vaca; otra, poner orina de la vaca en un frasco con clavos y enterrarlo o quemarlo». Ya ven, así de fácil y no solo vale para vacas. «Los arqueólogos han hallado en Inglaterra y EEUU muchos de estos frascos de brujas con clavos».
Después de esto uno no sabe si creerla cuando Howe, especialista en historia inglesa y estadounidense, asegura entre risas que no ha intentado poner en práctica ninguno de los hechizos de los libros que ha utilizado para documentarse –«ni siquiera soy buena cocinera, seguro que me saldrían fatal...»–.
Howe visitó ayer Barcelona, quizá con una escoba en la maleta, para presentar su primera novela, El libro de los hechizos (Planeta / Columna), una intriga a caballo entre el siglo XVII y 1991, basada, igual que la tesis que prepara, en sus antepasadas, víctimas de los juicios de Salem. Año 1692, Massachusetts, en la puritana y patriarcal Nueva Inglaterra. Las falsas acusaciones de unas niñas que sufren ataques y dicen haber sido embrujadas desatan una ola de denuncias contra sus vecinos que se salda con 150 encarcelados por brujería, 19 de ellos ahorcados, cinco fallecidos en prisión y otro aplastado.
No fue hasta los 15 años, hace 17, que Howe descubrió sus orígenes gracias a una tía paterna que se dedicó a completar un árbol genealógico que alguien de la familia empezó en el siglo XIX. «Fue fascinante saberlo. Años más tarde me pregunté cuál fue su historia y lo investigué. Siempre lo ví desde el prisma de que los acusados eran inocentes y lo que más me sorprendió –explica– fue hallar pruebas de que la gente, a pesar de profesar una religión tan puritana, creía realmente en la magia popular y la brujería». ¿Y usted cree en las brujas? Nueva sonrisa: «Es difícil saberlo. Hay personas que hoy se consideran brujos».
Una de sus antepasadas lleva su apellido, Elizabeth Howe –«fue acusada por la familia de su marido y la ahorcaron»–; la otra, Elizabeth Proctor, sobrevivió –«la acusaron a ella y a su esposo. A él lo ahorcaron y a ella, como estaba embarazada, la encarcelaron durante el juicio, un año, hasta que tuvo el niño».
El estigma
Nadie se libró del estigma de Salem. «La sospecha flotaba sobre los absueltos pero hasta los jueces cayeron en desgracia. Nathaniel Hawthorne, autor de La letra escarlata, que toda su vida se avergonzó de ser descendiente de uno de ellos». Los acusados, según Howe, más que brujas, «eran personas non gratas que representaban una amenaza. Imaginen que estoy en 1690 en mi casa y llama a la puerta una mendiga pidiendo comida. Le digo que no, que se vaya, y ella me grita ‘te arrepentirás’ y se va mascullando. Al día siguiente mi vaca, que estaba perfectamente, se muere. ¿A quién culparía?». Haberlas, haylas.
BARCELONA, 11 marzo 2010 (EL Mundo).- ¿Qué cobija su interior de las brujas de Salem?
-Sospecho que su cualidad de brujas, como sea que la entendamos, contribuyó a que ahora yo sea la clase de persona que soy. Me siento agradecida a aquellas personas desaparecidas por cualquier fragmento de ellas que siga viviendo en mi interior.
-¿Cómo cocinó sus hechizos?
-Sudando la gota gorda ante un puchero y un cucharón, durante una noche mientras hacía la cena para la familia y amigos. Nos habíamos mudado a Marblehead, un pueblo de Nueva Inglaterra al lado de Salem, cuyas casas siguen intactas desde el siglo XVIII.
-¿El pasado sigue acechando al presente?
-Especialmente en sus pequeñas ciudades, con buena memoria, y también por cómo la personalidad idiosincrásica de los primeros colonos parece haberse perdido en el mito nacionalista.
-¡Embrújeme!
-En el dormitorio de nuestra pequeña y antigua casa de alquiler, mi esposo y yo encontramos una diminuta herradura, con una costra dura de pintura, clavada encima de la puerta trasera para atraer la buena suerte, o para mantener alejado al demonio.
-¿Quiénes son los que no gozan de la gracia divina?
-Las personas a las que la vida no les sonríe. Puede asustar pensar que si tu vida no va bien y tienes problemas, se debe a que no gozas de esa gracia. Algo de esto se ve en la economía de EE.UU. hoy.
-¿Qué se enjuició en Salem?
-A unas brujas que se pensó habían sido escogidas por Satán. El diablo se apodera de los más débiles para hacerse con su alma y a cambio les da su poder para hacer el mal. Una de las acusadas lanzó una amenaza en el cadalso: «¡Yo soy tan bruja como vosotros sois hechiceros, y si me quitáis la vida, Dios os dará de beber sangre!» Aterra la sentencia. La tradición local sostiene que el hombre a quien iba dirigida esta amenaza murió años más tarde a causa de una hemorragia...
-Si las brujas son tan bellas como usted, yo me pido el Infierno.
-Me está haciendo la pelota.
-¡Líbreme...! ¿Usted es bruja?
-Son rasgos de la personalidad. Las mujeres de Nueva Inglaterra son conocidas como personas de fuerte carácter, muy dadas a los libros. Son mujeres que no tienen mucha paciencia para las tonterías. Pero sí, sí me identifico bastante con estas mujeres.
-¿Por qué la caza de Salem?
-En realidad, a estas mujeres las acusaron por su personalidad. Eran muy fuertes, con muy mal carácter, con unas opiniones muy firmes, y resultaba bastante difícil convivir con ellas.
-A su antepasada Elizabeth Howe, que murió en el patíbulo, la denunció su familia política...
-¡Por lo que a mí me da mucho que pensar cuando voy a visitar a mis suegros...! Estas mujeres fueron ejecutadas porque se negaron a confesar lo que no eran: culpables.
-Pero se salvaron las que confesaron que sí eran culpables a sabiendas de que eran inocentes.
-Si debes confesar para conservar la vida, ¿qué haces: confiesas o mientes? Pero si mientes cometes un pecado moral. Las mujeres con más carácter, y por eso son tan admirables, decidieron no cometer ese pecado hasta el último extremo. Padecer la muerte antes que mentir. Como mi antepasada Elizabeth Proctor.
-Las brujas son muy cercanas a la naturaleza. ¿Qué comían?
-La base de su alimentación era de la recolección, animales que se cazaban, angulas,.. Productos de la tierra.
-¿Un hechizo contra la crisis?
-La imaginación, el decretar la abundancia, el ayudar a los otros, porque lo que se hace hoy no funciona.
-¿Siguen viajando en escoba?
-Ya no volamos en ellas, son muy caras de mantener.
viernes, 12 de marzo de 2010
Descendienta de las brujas de Salem: «Ya no volamos en escobas, es caro mantenerlas»
2:05:00 p.m.
Estados Unidos
«Ya no volamos en escobas, es caro mantenerlas»-