BARCELONA, 23 mayo 2010 (EFE).- Los alumnos de cuarto y sexto de primaria de la escuela pública Sant Josep, de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona) alternan las tradicionales clases de matemáticas o lengua con la práctica del yoga dentro del horario lectivo con el propósito de mejorar su concentración y, si es posible, sus notas.
Después de la hora del patio, a mediodía, los escolares dedican un día a la semana a realizar durante una hora los movimientos de yoga especialmente pensados y diseñados para ellos por un equipo que coordina Blanca Franco, una maestra y profesora de yoga convencida de los beneficios de esta técnica para aumentar el rendimiento académico.
Los ejercicios de respiración y relajación y los estiramientos ayudan a los niños a concentrarse y les inyectan vitalidad, según Franco, que subraya que, además, los escolares suelen encontrarse al acabar la sesión más tranquilos, contentos y motivados.
La iniciativa de esta escuela pública del área metropolitana de Barcelona es única en España, aunque en países como la India los alumnos practican el yoga con normalidad en las escuelas.
Es habitual que algunas escuelas introduzcan unos minutos de relajación entre clase y clase para atenuar el cansancio de los niños y predisponer su ánimo para retomar el trabajo lectivo después del patio o de la pausa para comer, pero la práctica del yoga de forma estructurada y permanente dentro del horario lectivo era algo todavía sin explorar hasta ahora en España.
"La experiencia la empezamos el pasado mes de septiembre y todavía es pronto para poder valorar los resultados desde un punto de vista científico, pero los maestros sí que han notado ya que la atención de los estudiantes se ha afinado", asegura Blanca Franco.
Los alumnos de cuarto (9 y 10 años) y sexto (11 y 12 años) son los que realizan la experiencia mientras que los de quinto son el grupo de control -que no hace yoga- y que servirá para comparar los resultados.
El yoga Iyengar, que es el que se practica en esta escuela, permite a los alumnos conectarse a sí mismos y ser conscientes de su estado de ánimo, lo que les ayuda también en el plano emocional, según destaca la promotora de la iniciativa, que afirma también que los niños ganan flexibilidad y fortaleza física.
Blanca Franco asegura que "no hay ningún niño que diga que no le gusten las clases de yoga", aunque a algunos les cuesta menos que a otros moverse y realizar las posturas que se les pide. La profesora lo atribuye al carácter más racionalista o más creativo de los niños: "quizás algunos son más de ciencias y se sienten más estirados".
"Pero todos vienen contentos porque ven los resultados y notan que luego se sienten mejor", apunta.
Además de los niños, los profesores y los padres de los niños implicados en el proyecto también reciben clases de yoga en el centro con el objetivo de que los beneficios reviertan también más allá de las aulas.
La escuela Sant Josep ha centrado su práctica del yoga, que se define "como la capacidad de mantener la mente presente y enfocada totalmente en la actividad que estamos desarrollando", en las posturas del Asana, que armonizan el trabajo del cuerpo físico con las emociones y la mente.
Cuando están en la clase de yoga, los alumnos intentan mantener el cuerpo en acción y la mente alerta a través de las posturas para afinar así la atención, según explica la profesora.
El curso que viene la escuela continuará con el proyecto y, si el resultado es positivo, la voluntad del equipo de dirección de la escuela Sant Josep es extenderlo a todos los alumnos.