ROMA, 25 octubre 2010 (El Mundo).- Prohibido intercambiar efusiones amorosas en el coche, prohibido hacer castillos de arena en la playa, prohibido sentarse en las escaleras de los edificios históricos, prohibido comerse un bocata por la calle, prohibido usar chancletas, prohibido surcar la orilla del mar en patinete, prohibido hablar con prostitutas, prohibido llevar minifalda o vestidos de generoso escote. Prohibido, prohibido, prohibido.
Italia, un país famoso por su flexibilidad y su capacidad de adaptación, se está convirtiendo en Prohibilandia. El fenómeno comenzó hace un par de años, en agosto de 2008, cuando pocas semanas después de su llegada al poder el Gobierno de Silvio Berlusconi aprobó un decreto por el que autorizaba a los distintos ayuntamientos del país a aprobar sus propias ordenanzas en todo aquello que concierne a la seguridad y el orden público.
El resultado es que, desde entonces, alcaldes de aquí y de allá se han lanzado desaforadamente a legislar sobre las más diversas materias y los más extravagantes asuntos, imponiendo multas a los infractores.
Nadie sabe a ciencia cierta cuantas ordenanzas municipales han entrado en vigor en nombre de ese bendito decreto, pero lo que es seguro es que se cuentan por centenares. La última está previsto que la apruebe hoy mismo la junta municipal de Castellmmare, una localidad del litoral napolitano que, en nombre de la "decencia", está decidida a que las señoras o señoritas que se paseen por sus paraje vistiendo "ropas sucintas, minifaldas o vestidos escotados" sean castigadas a pagar multas de hasta 500 euros.
Y qué decir de Eboli, una localidad de Salerno, donde las parejas que sean pilladas en el interior de un coche en actitud amorosa en la zona de Palasele (conocida precisamente por ser uno de los lugares de encuentro favoritos de los enamorados del lugar) podrán ser castigadas a pagar hasta 500 euros de multa.
Por no hablar de Venecia y la localidad toscana de Lucca, donde dar de comer a las palomas se castiga con una sanción de 500 euros. Y, por lo que más quiera, si pasa por Cesena (a 35 kilómetros de Rávena) absténgase no sólo de alimentar a las palomas sino también de dar de comer a un gatito callejero: en ambos casos le pueden caer hasta 520 euros de multa.
Por su parte en Sanremo, la localidad sede del famoso festival de música, no sólo está prohibido recurrir a los servicios de las prostitutas sino incluso hablar con ellas, así que mucho ojito...
El hecho de que la infractora alegara en su defensa que había cometido tal osadía a fin de su madre, una anciana señora octogenaria, pudiera descansar un rato no la libró de la consabida sanción. Y en Vigevano, a 34 kilómetros de Milán, dos jóvenes veinteañeras fueron condenadas hace poco a pagar cada una de ellas 160 euros por la insolencia de sentarse a los pies de la estatua de San Giovannino a charlar.
Y nada de ir zampándose un bocata por la calle. En ciudades como Roma, Florencia, Trapani (en Sicilia) y otras muchas está absolutamente prohibido comer por la vía pública. Y menos aún beber alcohol: en Gallarate (Lombardía) a un joven desaprensivo que paseaba con un botellín de cerveza en la mano le ha tocado pagar 500 euros de multa.
En las playas de Siroco (localidad de Las Marcas), por su parte, está prohibido el viejo truco de colocar la toalla a primera hora para asegurarse un buen sitio y luego irse a desayunar o a comprar en el supermercado. Y en Capri y Positano, dos de las localidades más chic de Nápoles, está prohibido comerse un bocata en la playa o andar en chancletas por las calles del centro. Siempre en nombre del decoro público, faltaría más. Y esto es sólo una pequeña muestra.
ROMA, 25 octubre 2010 (BBC).- Una ciudad balnearia del sur de Italia debate la prohibición de la minifalda y otras prendas de vestir consideradas provocativas para mejorar, según afirma el alcalde, los estándares de decencia pública.
Luigi Bobbio, el jefe comunal de Castellammare di Stabia, un pueblo turístico ubicado en la Bahía de Nápoles, parece tener las cosas claras respecto a estos estándares: "Nada que revele más de la cuenta".
Bobbio cree que las nuevas disposiciones, que serán sometidas a votación este lunes, ayudarán a "restaurar el decoro urbano y facilitarán una mejor coexistencia civil".
Según el corresponsal de la BBC en Italia, Duncan Kennedy, la nueva reglamentación introducirá un código más riguroso para la vestimenta, proscribiendo de hecho las minifaldas, jeans recortados y otras prendas que se utilizan en Castellammare di Stabia.
Es la decisión correcta. Es también una manera de combatir el aumento del acoso sexual
Paulo Cacere, párroco de Castellammare di Stabia
Bobbio, militante del partido de centro-derecha Pueblo de la Libertad, dice que intenta atacar "el mal comportamiento, las transgresiones a los reglamentos y a la gente pendenciera".
De aprobarse la propuesta, quedará prohibido tomar el sol y jugar fútbol en lugares públicos. También será punible la blasfemia.
"Es la decisión correcta", le dijo el párroco local Paulo Cecere al periódico Cronache di Napoli. "Es también una manera de combatir el aumento del acoso sexual".
Castellammara di Stabia es la ciudad más reciente en hacer uso de los nuevos poderes extraordinarios que les entregó a los gobernadores la gestión de primer ministro Silvio Berlusconi, con el objetivo de combatir la delincuencia y enfrentar el comportamiento antisocial.
En otros lugares de Italia se han prohibido los castillos de arena, besarse en los automóviles, alimentar gatos vagabundos, los suecos de madera y el uso de podadoras eléctricas los fines de semana.
Intentos infructuosos
América Latina no ha estado a la zaga en cuanto a este tipo de iniciativas, sólo que éstas, para bien o para mal, no han tenido éxito.
Recientemente en Chile, en la ciudad de Coquimbo, a 470 kilómetros de Santiago, se dio a conocer un instructivo para los empleados públicos que anulaba el derecho de hombres y mujeres a usar ropa informal en el trabajo los viernes, durante la primavera y el verano.
A las mujeres se les prohibió las camisetas sin tirantes (strapless), las minifaldas y los shorts. La iniciativa fracasó apenas vio la luz por causa de las críticas generalizadas.
En Brasil, Geisy Arruda fue expulsada de la universidad privada donde estudiaba turismo por asistir a clases en minifalda.
El caso tuvo tantas repercusiones que el gobierno debió tomar cartas en el asunto y la universidad se vio obligada a readmitir a Arruda, en momentos en que la alumna había recibido ofertas de otras casas de estudios y hasta la revista Playboy quería fotografiarla para sus páginas. Luego la joven lanzó una colección de ropa inspirada en la minifalda de la discordia.
¿Multa? ¡No! Capital del beso
Pero el caso más resonante de una marcha atrás fue el del municipio de Guanajuato, en México, que decidió sancionar a toda pareja que se besara en público con una multa de US$100 o 36 horas de detención.
Frente al aluvión de críticas, y a pesar de que el alcalde Eduardo Romero Hick aclaró que sólo se sancionarían los "manoseos en las plazas públicas", la medida no sólo fue retirada sino que, además, el jefe comunal convirtió a la ciudad en "la capital del beso de México".
Foto 1: Minifalda, Milán Italia, 1962,
Foto 2: Raquel Welch, Roma, Italia, 1968
Foto 3: Nadia Cassini, Venecia, Italia, 1972
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El resultado es que, desde entonces, alcaldes de aquí y de allá se han lanzado desaforadamente a legislar sobre las más diversas materias y los más extravagantes asuntos, imponiendo multas a los infractores.
Nadie sabe a ciencia cierta cuantas ordenanzas municipales han entrado en vigor en nombre de ese bendito decreto, pero lo que es seguro es que se cuentan por centenares. La última está previsto que la apruebe hoy mismo la junta municipal de Castellmmare, una localidad del litoral napolitano que, en nombre de la "decencia", está decidida a que las señoras o señoritas que se paseen por sus paraje vistiendo "ropas sucintas, minifaldas o vestidos escotados" sean castigadas a pagar multas de hasta 500 euros.
Prohibido jugar a la pelota
Y eso es sólo la punta del iceberg. Ahí esta, sin ir más lejos, la muy recatada Eraclea, una localidad veneciana, donde está rigurosamente prohibido bajo pena de multa el pasear ¡¡¡por la playa!!! sin llevar puesta al menos una camiseta. Además, también está prohibido jugar a la pelota, construir castillos de arena y coger conchas. Toma ya.Y qué decir de Eboli, una localidad de Salerno, donde las parejas que sean pilladas en el interior de un coche en actitud amorosa en la zona de Palasele (conocida precisamente por ser uno de los lugares de encuentro favoritos de los enamorados del lugar) podrán ser castigadas a pagar hasta 500 euros de multa.
Por no hablar de Venecia y la localidad toscana de Lucca, donde dar de comer a las palomas se castiga con una sanción de 500 euros. Y, por lo que más quiera, si pasa por Cesena (a 35 kilómetros de Rávena) absténgase no sólo de alimentar a las palomas sino también de dar de comer a un gatito callejero: en ambos casos le pueden caer hasta 520 euros de multa.
Por su parte en Sanremo, la localidad sede del famoso festival de música, no sólo está prohibido recurrir a los servicios de las prostitutas sino incluso hablar con ellas, así que mucho ojito...
Prohibido sentarse a los pies de un monumento
Varias localidades también prohíben sentarse a los pies de un monumento. En Reggio Emilia, capital de la homónima provincia, está por ejemplo prohibido sentarse en las escaleras de los edificios históricos. Lo mismo sucede en Brescia, también en el norte de Italia, donde recientemente una marroquí tuvo que pagar una multa de 100 euros por tener la desfachatez de sentarse en los escalones de un monumento en la Piazza Della Logia.El hecho de que la infractora alegara en su defensa que había cometido tal osadía a fin de su madre, una anciana señora octogenaria, pudiera descansar un rato no la libró de la consabida sanción. Y en Vigevano, a 34 kilómetros de Milán, dos jóvenes veinteañeras fueron condenadas hace poco a pagar cada una de ellas 160 euros por la insolencia de sentarse a los pies de la estatua de San Giovannino a charlar.
Y nada de ir zampándose un bocata por la calle. En ciudades como Roma, Florencia, Trapani (en Sicilia) y otras muchas está absolutamente prohibido comer por la vía pública. Y menos aún beber alcohol: en Gallarate (Lombardía) a un joven desaprensivo que paseaba con un botellín de cerveza en la mano le ha tocado pagar 500 euros de multa.
Prohibido oír música en la playa
También hay que tener mucho cuidado con lo que se hace en las playas. En las de la localidad de Montuno (a las afueras de Roma) está prohibido durante los fines de semana de julio y durante todo agosto hacerse a la mar en patinete a pedales. En Is Aruttas, una maravillosa playa de Cerdeña, no se puede fumar, por decreto del Ayuntamiento. Y en la famosa playa nudista del Lido de Dante, en Rávena, el alcalde no sólo ha prohibido tomar el sol en topless: también ha decretado que no se puede escuchar música entre las 13.00 y las 16.00 horas y que en los 200 metros de primera línea de playa no se puede uno tumbar a tomar el sol.En las playas de Siroco (localidad de Las Marcas), por su parte, está prohibido el viejo truco de colocar la toalla a primera hora para asegurarse un buen sitio y luego irse a desayunar o a comprar en el supermercado. Y en Capri y Positano, dos de las localidades más chic de Nápoles, está prohibido comerse un bocata en la playa o andar en chancletas por las calles del centro. Siempre en nombre del decoro público, faltaría más. Y esto es sólo una pequeña muestra.
Italia: polémica por intento de prohibir la minifalda
ROMA, 25 octubre 2010 (BBC).- Una ciudad balnearia del sur de Italia debate la prohibición de la minifalda y otras prendas de vestir consideradas provocativas para mejorar, según afirma el alcalde, los estándares de decencia pública.
Luigi Bobbio, el jefe comunal de Castellammare di Stabia, un pueblo turístico ubicado en la Bahía de Nápoles, parece tener las cosas claras respecto a estos estándares: "Nada que revele más de la cuenta".
Bobbio cree que las nuevas disposiciones, que serán sometidas a votación este lunes, ayudarán a "restaurar el decoro urbano y facilitarán una mejor coexistencia civil".
Según el corresponsal de la BBC en Italia, Duncan Kennedy, la nueva reglamentación introducirá un código más riguroso para la vestimenta, proscribiendo de hecho las minifaldas, jeans recortados y otras prendas que se utilizan en Castellammare di Stabia.
Es la decisión correcta. Es también una manera de combatir el aumento del acoso sexual
Paulo Cacere, párroco de Castellammare di Stabia
Bobbio, militante del partido de centro-derecha Pueblo de la Libertad, dice que intenta atacar "el mal comportamiento, las transgresiones a los reglamentos y a la gente pendenciera".
De aprobarse la propuesta, quedará prohibido tomar el sol y jugar fútbol en lugares públicos. También será punible la blasfemia.
"Es la decisión correcta", le dijo el párroco local Paulo Cecere al periódico Cronache di Napoli. "Es también una manera de combatir el aumento del acoso sexual".
Castellammara di Stabia es la ciudad más reciente en hacer uso de los nuevos poderes extraordinarios que les entregó a los gobernadores la gestión de primer ministro Silvio Berlusconi, con el objetivo de combatir la delincuencia y enfrentar el comportamiento antisocial.
En otros lugares de Italia se han prohibido los castillos de arena, besarse en los automóviles, alimentar gatos vagabundos, los suecos de madera y el uso de podadoras eléctricas los fines de semana.
Intentos infructuosos
América Latina no ha estado a la zaga en cuanto a este tipo de iniciativas, sólo que éstas, para bien o para mal, no han tenido éxito.
Recientemente en Chile, en la ciudad de Coquimbo, a 470 kilómetros de Santiago, se dio a conocer un instructivo para los empleados públicos que anulaba el derecho de hombres y mujeres a usar ropa informal en el trabajo los viernes, durante la primavera y el verano.
A las mujeres se les prohibió las camisetas sin tirantes (strapless), las minifaldas y los shorts. La iniciativa fracasó apenas vio la luz por causa de las críticas generalizadas.
En Brasil, Geisy Arruda fue expulsada de la universidad privada donde estudiaba turismo por asistir a clases en minifalda.
El caso tuvo tantas repercusiones que el gobierno debió tomar cartas en el asunto y la universidad se vio obligada a readmitir a Arruda, en momentos en que la alumna había recibido ofertas de otras casas de estudios y hasta la revista Playboy quería fotografiarla para sus páginas. Luego la joven lanzó una colección de ropa inspirada en la minifalda de la discordia.
¿Multa? ¡No! Capital del beso
Pero el caso más resonante de una marcha atrás fue el del municipio de Guanajuato, en México, que decidió sancionar a toda pareja que se besara en público con una multa de US$100 o 36 horas de detención.
Frente al aluvión de críticas, y a pesar de que el alcalde Eduardo Romero Hick aclaró que sólo se sancionarían los "manoseos en las plazas públicas", la medida no sólo fue retirada sino que, además, el jefe comunal convirtió a la ciudad en "la capital del beso de México".
Foto 1: Minifalda, Milán Italia, 1962,
Foto 2: Raquel Welch, Roma, Italia, 1968
Foto 3: Nadia Cassini, Venecia, Italia, 1972
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