sábado, 23 de octubre de 2010

La historia tras el fundador de Penthouse que murió en la quiebra

NUEVA YORK, 22 octubre 2010 (La Tercera).- Era un gran porfiado. "Le advertimos cómo estaba destruyendo el negocio. Si tan sólo nos hubiese escuchado, lo hubiésemos salvado", contaba en 2005 Nina, una de las hijas de Bob Guccione, a la revista Vanity Fair, poco después de que el creador del imperio Penthouse se declarara en quiebra. El estadounidense de 79 años falleció el miércoles, debido a un cáncer de pulmón. Estaba en bancarrota y solo, tras una larga serie de obsesiones que se transformaron en negocios desastrosos, y de no escuchar consejos.

Guccione quebró en 2003. Un año después su empresa basada en la revista pornográfica que alguna vez llegó a vender 4, 7 millones de copias en 16 países, en los 80, fue comprada por un joven inversor. El ex dueño fue alejado de la revista y se retiró a sus cuarteles de invierno: su famosa casa de mil 500 metros cuadrados en Manhattan, que estaba hipotecada a nombre de un empresario mexicano.

El hombre que en 1965 había fundado en Londres una revista para hacerle la competencia a Playboy, pero con fotos el doble de osadas, y que llegó a tener una fortuna de US$ 400 millones, terminó rematando cada pieza de su colección de arte, avaluada en US$ 150 millones.

Guccione creció en medio de una familia de inmigrantes sicilianos en Nueva Jersey. Pensó ser cura. Luego pintor. Se fue a Europa haciendo bosquejos y retratos en las calles. Se instaló en Londres, con un negocio de venta de revistas usadas para mayores por correo. En 1965 consiguió un préstamo de poco más de mil dólares, creó su propia publicación para adultos y las primeras 120 mil copias de Penthouse se vendieron de inmediato. En 1969 partió a Estados Unidos. Allí, la revista recibió críticas de las feministas y elogios de los liberales, porque Guccione iba más allá que Playboy. Las modelos aparecían desnudas y de frente. Más atrevidas que ninguna otra revista erótica.

Peleó contra la censura, especialmente en los años de Reagan, donde la pornografía fue objeto de acusadores estudios, lo que hizo que bajaran las ventas. Y también hizo malas apuestas.

El empresario perdió US$ 200 millones intentando levantar un casino Penthouse. Invirtió US$ 17 millones en una versión hardcore de Calígula que no encontró distribuidor cinematográfico. Entre 1985 y 1992 tuvo que pagar cerca de 130 millones de dólares en impuestos atrasados. Luego, invirtió US$ 17 millones para contratar a 82 científicos y desarrollar un pequeño reactor nuclear que permitiera producir energía a bajo costo, lo cual también falló.

Y en los años 90, cuando Penthouse bajaba su circulación por la proliferación de pornografía en internet, aumentó el grado de dureza en la fotos. Sus consejeros, sus hijos, le dijeron en todos los tonos que esa no era la salida. No hizo caso. La publicidad de Penthouse cayó en picada. Las pérdidas no se detuvieron más. Y Guccione se quedó sin revista. Sin dinero. Y sin amigos.


Fotografías: Life Magazine



Imagen: Páginas interiores de Vanity Fair, 2005