LONDRES, 13 enero 2011 (UNO).- Las monarquías europeas también tienen sus trapos sucios y, pese a sus esfuerzos, no los pueden lavar en casa. El último miembro de la realeza que no ha calibrado bien las consecuencias de sus actos ha sido Carlos de Inglaterra.
El Príncipe de Gales parece que no sólo le fue infiel a la difunta Lady Di, sino que también podría haber engañado a Camilla Parker Bowles. Según revela la modelo Tasha de Vasconcelos en su autobiografía, titulada 'La belleza como arma', éste coqueteó con ella en una fiesta privada en 1999 y le pidió un pase privado.
"Durante la noche, vi que me miraba el collar, cómo se le iluminaba el rostro y cómo le atraían las curvas de mi vestido de Versace", afirma la maniquí. Después, ésta sostiene que el heredero al trono británico le dijo: "¿Alguna vez ha considerado la idea de hacer un desfile privado…sólo para mí?".Vasconcelos ha asegurado que entre 1999 y 2000 tuvo varios encuentros con Carlos e, incluso, le invitó a un almuerzo en uno de sus palacios. Eso sí, aunque le califica de "elegante y seductor", de momento no ha desvelado si mantuvieron relaciones sexuales.
La situación del primogénito de Isabel II no es tan delicada como la del rey de Suecia, Carlos Gustavo. Por culpa de la polémica biografía no autorizada 'Carlos XVI Gustavo, rey a su pesar', que habla sobre sus escarceos con prostitutas y su infidelidad con la cantante Camilla Henemark, más de un 63% de sus compatriotas, como demuestra un sondeo realizado a 1.000 ciudadanos, quieren que ceda la corona a su hija Victoria.
Sin embargo, la imagen de la princesa heredera sueca se ha visto empañada después de su boda con Daniel Westling. Y es que, como publicó en agosto el diario 'Expressen', los regalos que el empresario Bertil Hule hizo a la pareja podrían tener un origen fraudulento.
Tampoco se libran de los problemas los otros dos hijos de Carlos Gustavo. La relación entre Carlos Felipe y la 'stripper' Sofia Hellqvist, con cohabitación incluida, ha generado muchas críticas de los sectores más conservadores de la sociedad sueca. Mientras, Magdalena sufrió la humillación de su prometido Jonas Bergström, quien, meses después de abandonarle, dejó embarazada a una compañera de trabajo.
La vecina Noruega también tiene una familia real bastante peculiar. Si Mette-Marit tuvo que enfrentarse a un pasado relacionado con el consumo de drogas antes de casarse con Haakon, Ari Behn, el marido de la princesa Marta Luisa, se ha convertido ahora en el mayor quebradero de cabeza del rey Harald.
Behn fue portada de varios periódicos noruegos cuando se disfrazó de mujer y de paseó por los bares de ambiente gay de Barcelona, junto a conocidos "drag-queens" españoles. Según se excusó, su ocurrencia formaba parte de un reportaje sobre la cara oscura de las grandes ciudades que emitió la televisión estatal noruega (NRK).
Otra consorte, aparentemente más idílica, que ha estado en el ojo del huracán ha sido Máxima Zorreguieta. La esposa del príncipe Guillermo de Holanda tuvo serios problemas antes de contraer matrimonio cuando se publicó que era hija de Jorge Zorreguieta, ministro de Agricultura durante la dictadura del general Videla. Finalmente, la argentina fue aceptada por los holandeses, aunque, para ello, tuvo que cortar la relación con su progenitor.
Por último, en España la realeza tampoco ha evadido las controversias. El libro 'Letizia Ortiz: Una republicana en la corte de Juan Carlos I' puso en apuros a la Princesa de Asturias, debido a que su autor, Isidre Cunill, afirmaba en el mismo que ésta había sido consumidora de hachís y activista republicana.
Fotos: Prícipe Carlos de Inglaterra / Familia Real de Suecis / Mette-Marit de Noruega / Máxima de Holanda (Agencias)