sábado, 26 de febrero de 2011

El baile es un camino al placer

CIUDAD DE MéXICO, 26 de febrero de 2011 (EL Universal).- Yo bailo por gusto, no por necesidad. Nunca me he acostado con alguien por dinero y no creo que lo vaya a hacer nunca. Sólo bailo si primero me pagan, porque ya me sucedió dos veces que después del show no me quieren soltar la lana y eso es muy molesto. Las señoras, especialmente en las despedidas de soltera, se ponen muy locas y entre el alcohol y su desmadre luego no se sabe bien a bien a quién cobrarle.

Empecé con esto de ser stripper a los 19, cuando mi instructor del gimnasio me preguntó si me gusta el baile, yo le dije que sí y entonces me dijo que tengo el físico perfecto para brindarle placer a mujeres de todas las edades. Yo no le creía, pero sus palabras metieron en mi cabeza una cosquillita que no me dejó en paz, hasta que fui a la primera despedida de soltera. Mi instructor del gimnasio se convirtió en mi representante, me enseñó algunos trucos y cuando terminaba mi show, él mismo me quitaba de encima a las que querían algo más conmigo.

Ahora que tengo 24, ganarme la vida de esta manera no me da pena. Lo saben mis padres y mis hermanas… Me paso horas ensayando coreografías frente al espejo y hago mucho ejercicio, porque me tomo en serio mi trabajo y si me van a pagar por acariciar mi cuerpo y verme bailar, quiero dar lo mejor de mí.

He trabajado en todo tipo de antros. Al principio no me gustaba que me tocaran hombres; yo no tengo nada en contra de los gays, lo que pasa es que a mí me gustan las chicas. La verdad, siento raro cuando los hombres me tocan, su piel no es suave y sus caricias son rudas.
Muchos han de pensar que el mío es un trabajo fácil, pero no es así. A veces uno no anda con ganas de divertir a la gente y aún así, hay que poner lo mejor de sí mismo para que lo recomienden y conseguir más eventos, más fiestas, más contratos. Me considero un profesional, ésta es mi chamba y no sólo practico con canciones nuevas para estar a la moda, sino que busco diferentes vestuarios y procuro darle a mis clientes un buen show. El trato es claro: no me quito los calzones y nadie puede agarrarme el paquete.

No soy stripper de tiempo completo. Terminé la licenciatura en educación física en la universidad. Soy maestro de deportes y entrenador de fut en una prepa mixta. Ahí me paso todas las mañanas. Lo que no me gusta de mi trabajo como bailarín es la cantidad de droga que se mueve en las fiestas, pero como el deporte y la droga no se llevan bien, logro mantenerme siempre al margen y no ando probando cosas. Además, mis amigos saben que yo soy de los que prefiere no meterse en asuntos ilegales.

En dos ocasiones unas chicas se encerraron conmigo en el baño y me ofrecieron sexo oral. ¿Qué puedo decir? Cuando a uno le gustan las mujeres, a todas les encuentra su lado bonito, la risa, el cabello, el perfume, un gesto sensual. A veces, si ellas quieren y yo también, me amarro a sus senos y ya con eso tengo. He logrado hacer de mi trabajo un arte.

No soy un prostituto, esos son los que se acuestan por dinero. Solamente bailo y muevo mi cuerpo cerquita de quienes quieren divertirse conmigo. Detesto a los envidiosos que me ven como si estuviera haciendo algo malo. Bailar para mí es un placer y las chicas calientes y atrevidas me encantan. También me gustan las tímidas, esas que se ponen rojas cuando hago como que me voy a dar con ellas y me fascinan las que se perturban y se mueren de pena y a la vez de risa. Me fijo mucho en las que quieren, pero no se atreven; esas me dan ternura.

En la escuela nadie sabía que me dedico también a amenizar fiestas, pero hace unos días, me topé con la mamá de una alumna y me puse muy nervioso. No supe qué hacer. Yo ya había bailado un buen rato antes de verla, lo malo fue que no me di cuenta antes. No es justo que me corran del colegio donde doy clases. Los alumnos me aprecian y yo a ellos también. El equipo de fut está jugando mejor que nunca. Soy un buen entrenador, serio y respetuoso. Mi vida de profesor es aparte; lo de ser stripper nada tiene que ver. No sé por qué esa pinche vieja tuvo que ir con el chisme a la dirección general, si hasta me agarró las nalgas varias veces… No se vale. De verdad que yo no le hago daño a nadie ¿qué tiene de malo que me guste bailar?