MONTECARLO, 29 junio 2011 (El Universal).- Quien celebra su boda con  patrocinadores puede ahorrarse un buen dinero: un fotógrafo ofrecerá sus  servicios más baratos si aparece su logo en la web del enlace o el  vestido de novia costará la mitad si se habla abiertamente de la marca.
El  príncipe Alberto II de Mónaco y su prometida, Charlene Wittstock, no  tendrían realmente necesidad de financiar su boda con patrocinios, pero  en la web oficial del enlace hay una lista propia con varios  patrocinadores.
¿El mandatario no puede permitirse un pequeño  bolígrafo para firmar en su boda? ¿O por qué tiene que ser una pluma de  lujo de una marca famosa? ¿Y no pueden pagarse los novios el champán con  el que agasajarán a sus invitados?
En el mundo del glamour, las  asociaciones con patrocinadores sirven para afianzarse mutuamente entre  la élite. El fabricante se vanagloriará de que su estilográfica  desempeñe un papel importante en la boda del príncipe, mientras que  Alberto y Charlene se alegran de poder escribir su nombre con una pluma  especialmente valiosa.
Alberto II se ha buscado con especial  esmero a uno de sus patrocinadores: tras el enlace, la pareja dará un  paseo por el principado a bordo de un coche híbrido. "Este auto emite  muy poco dióxido de carbono o gases contaminantes", subraya la pareja.  No en vano, Alberto II ha abanderado la defensa del medio ambiente, para  lo que entre otros actos realizó sendas excursiones a los polos Norte y  Sur.
El Lexus LS600 h (la h significa híbrido) tiene 445 caballos  de fuerza y pasa de cero a 100 en 6,3 segundos. Aunque Alberto y  Charlene no irán tan rápido, pues de lo contrario tardarían muy poco en  cruzar las fronteras de este pequeño país con apenas dos kilómetros  cuadrados. En un recorrido tan pequeño, su contribución a la protección  del medio ambiente es más bien simbólica, teniendo en cuenta que para  los invitados hay disponibles 200 BMW serie 7, que no tienen nada de  híbridos.
Además de los patrocinadores, la web de la boda enumera  también los souvenirs oficiales que pueden adquirir los fans de la  monarquía. Eso sí, ni punto de comparación con el estilo kitsch creativo  del matrimonio entre el príncipe Guillermo y Catalina; los recuerdos de  la boda monegasca son más bien productos elegantes.
El más barato  es una moneda que cuesta dos euros (2.80 dólares). La foto del  compromiso en la que aparece Charlene con el pelo recogido y un vestido  verde claro cuesta 12 euros. El resto: llaveros, tazas de café,  abanicos, espejos de bolsillo e incluso un portateléfonos celulares.
Y,  por último, la clásica serie de sellos especiales con los retratos de  los novios. Aunque en ellos Alberto salga con bastante más pelo del que  realmente le queda y Charlene sólo sea reconocible con una buena dosis  de imaginación.

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