MADRID, 13 junio 2011 (EL PAÍS).- Sara tiene 25 años y nació sin órganos reproductores y, por lo tanto, sin ninguna opción de ser madre. Pero esa posibilidad acaba de despertarse gracias a su madre, Eva Ottosson, que se ha ofrecido a donarle el útero, y a un equipo de médicos que planea realizar el trasplante. De ser exitoso, Sara podría quedarse embarazada y gestar a su hijo en el mismo seno en el que ella se formó. La historia ha sido publicada hoy por el diario británico The Telegraph.
Eva Ottosson, de 56 años, se ha comprometido a participar, junto a su hija, en un programa para ser la primera en someterse a este procedimiento novedoso gracias al que Sara podría tener sus propios óvulos, que serían fecundados con esperma de su novio y luego implantados en su útero donado. La operación se espera que tenga lugar en la próxima primavera en Suecia, en donde doctores de Gotemburgo han estado evaluando a pacientes adecuados para este revolucionario proceso.
"Mi hija y yo somos personas muy racionales y ambas pensamos 'es sólo un útero'", ha dicho Ottosson, que dirige un negocio de iluminación en Nottingham (Reino Unido). "Ella necesita el útero y si soy el mejor donante... bien, vamos allá. Lo necesita más que yo. He tenido dos hijas, por lo que me ha servido bien".
El anterior trasplante de este tipo tuvo lugar en Arabia Saudí en el año 2000, cuando una mujer de 26 años que había perdido su útero debido a una hemorragia, recibió uno donado de una de 46 años de edad. Pero la receptora desarrolló problemas y el órgano tuvo que ser retirado después de 99 días. Desde entonces, los conocimientos médicos han evolucionado y un equipo en Gotemburgo cree que ya se puede realizar un trasplante exitoso.
Sara, que vive y trabaja en Estocolmo, tiene el síndrome de Rokitansky-Küster-Hauser, que afecta aproximadamente a 1 de cada 5.000 personas, y supone nacer sin útero y sin algunas partes de la vagina. La causa es desconocida y ella se dio cuenta cuando era una adolescente y no comenzaba a menstruar.
"Soy profesora de biología y creo que el útero es sólo un órgano como cualquier otro. Mi madre me preguntó si no me parecía raro recibir el útero en el que yo me gesté y mi respuesta es no. Estoy más preocupada de que ella vaya a sufrir una gran operación", ha dicho Sara.
El Doctor Mats Brannstrom, que encabeza el equipo médico, contó al diario que un trasplante de útero sigue siendo una de las operaciones más complejas conocidas por la ciencia médica. "Técnicamente es mucho más difícil que el trasplante de un riñón, el hígado o el corazón. La dificultad es evitar las hemorragias y asegurarse de que los vasos sanguíneos son lo suficientemente largos como para conectarlos al vientre", explicó.
Fotografía: Doug Maker / PAGE ONE (The Telegraph)