MIAMI, 21 septiembre 2011 (BBC).- Por primera vez, la mayoría de los inmigrantes de una ciudad estadounidense no son cubanos, ni puertorriqueños, ni mexicanos. En Doral, un suburbio que forma parte del condado de Miami-Dade, en el sureste de Florida, la nacionalidad más numerosa es la venezolana.
Arepas, tequeños, cachitos, hallacas y empanadas por doquier; una avenida que lleva el nombre del cantante José Luis Rodríguez "El Puma", diarios locales en los que la figura del presidente de Venezuela Hugo Chávez muchas veces ocupa sus primeras páginas.
Todo eso puede hallarse en esa zona metropolitana, que tras un referendo pasó a ser una ciudad el 24 de junio de 2003.
Según los datos de 2010 de la Oficina del Censo de EE.UU., Doral -con una superficie de 39,37 km²- tiene un total de 45.704 habitantes. De ellos, 36.344 son de origen hispano, lo que representa el 79,5% de la población.
Si los resultados se observan con más detalle, es posible identificar que de toda la población, los venezolanos representan la mayor parte: el 20,6%.
El segundo lugar lo ocupan los colombianos con el 14,73%.
Por la boca muere el pez
La diáspora venezolana, que tiene distintos motivos y razones, no es una novedad. Para cualquier habitante del país resulta obvio que en la actualidad está emigrando mucha más gente que antes.
Lo que sí llama la atención es el hecho de que tantos hayan apostado por un sitio específico al que están intentando convertir en su colonia: un ghetto en el que se hable con el mismo acento.
Natalie French, coordinadora de información pública de la ciudad de Doral, dijo a BBC Mundo que las autoridades locales están conscientes de la cantidad de venezolanos presentes en el área, aunque también hace énfasis en la presencia de otras nacionalidades.
Sin embargo, afirma, existe la creencia de que en "el Doral", como se le conoce popularmente, sólo vive gente con mucho dinero. French, que nació en Caracas, asegura que el grupo es muy distinto entre sí.
"No todos pertenecen a un solo grupo económico. Los hay con mucho o con poco dinero. En lo que sí coinciden es en que la mayoría viene con nuevas ideas, con ganas de crear y hacer negocios".
La enorme oferta gastronómica en el área evidencia claramente este aspecto: así como hay lugares modestos en donde se sirven almuerzos y se pueden comprar golosinas venezolanas, también hay restaurantes muy elegantes.
"Aquí cada uno se arropa hasta donde le llega la cobija", dice Magdalena Rodríguez, una maracucha (nacida en Maracaibo) que vino a uno de los locales copmerciales del sector a buscar la tradicional tortilla de maíz venezolana: la cachapa con queso de mano.
En la política
La avenida 107 lleva el nombre del cantante venezolano. |
Según Boria, aunque los inmigrantes han venido en busca de un mejor futuro, no han escapado de los embates económicos del país.
"Mucha gente se ha visto en dificultad", aseguró en conversación con BBC Mundo.
Joan Benlolo, uno de los dueños del salón de belleza Armandeus -de origen venezolano- señala que aunque a su peluquería ubicada en Doral le ha ido muy bien durante los últimos ocho años, el sueño americano no ha sido como lo imaginaba.
"Trabajar, trabajar, trabajar. Creo que lo llaman American Dream porque uno vive con sueño todo el tiempo", dice.
Con todo tipo de entrada económica, con negocios o no, es posible que el porcentaje de 20,6% represente a una población de 8.000 a 9.000 venezolanos, dice Boria.
Aunque lo más probable es que exista una minoría -los indocumentados, por ejemplo- que puede haber preferido no contarse.
De modo que, aunque los datos del censo no lo dejen muy claro, los venezolanos de Doral pudieran alcanzar los 10.000, concluye el concejal.