BOGOTÁ, 17 octubre 2011 (UPI) -- En el sur del Atlántico no cesa la tragedia invernal que afectó decenas de miles de personas y aunque el agua ya bajó apenas comienza la reconstrucción.
Sin embargo, en lugares como Manatí la situación es más difícil. La carretera desde Las Compuertas desemboca por una rampa hacia ese lugar, A mano derecha se asoma la tragedia que se resiste a ceder. Manzanas enteras están sumergidas 319 días después de que se abriera el boquete en el Canal del Dique, rotura que arruinó miles de vidas.
El Colombiano dice que un olor fétido copa el aire. El agua es verde, cubierta de basura. Está estancada. Las hierbas hacen de pavimento acuático. En una esquina, un vecino expulsa a baldadas el agua de su casa con la esperanza de habitarla pronto. Está a media cuadra del borde de la inundación, pero hasta ahora no ha logrado gran cosa.
Las canoas reemplazaron a los autos. Carlos Ocampo y José Montaño se esfuerzan para hacer camino entre tantas algas. A un lado lo que fuera un templo evangélico, semidestruido. Al frente, en lo alto de un árbol, un cojín señala hasta dónde subieron las aguas. Los tejados mitad blancos son otro indicio de lo que vivió este pequeño pueblo.
Foto: Inundaciones en Manatí (Agencias)