jueves, 3 de noviembre de 2011

El hombre que se atrevió a revivir a Sherlock Holmes

LONDRES, 3 noviembre 2011 (BBC).- Han pasado 81 años desde la muerte de Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, y ahora un famoso escritor británico decidió revivir al inmortal detective con un libro para lectores del siglo XXI.
Se trata de Anthony Horowitz, conocido por ser el creador de una serie de libros sobre Alex Rider, un espía adolescente que se ve involucrado en todo tipo de aventuras.
"No soy una persona arrogante por naturaleza, pero en este caso simplemente sabía que podía hacerlo", le dijo Horowitz al corresponsal cultural de la BBC, Tim Masters.
El autor de bestsellers se refiere a su nueva novela, The House of Silk (La casa de seda), la primera aventura de Sherlock Holmes que ha sido autorizada oficialmente por quienes manejan el patrimonio de Conan Doyle.
Cuando hace un poco más de un año se le preguntó a Horowitz si quería aceptar el reto, él ya había planeado la mayor parte de la trama para cuando el final de la reunión.
"Me cayó de sorpresa", le comentó Horowitz a Masters cuando se reunieron en Londres. "Los libros de Conan Doyle están demasiado bien escritos como para intentar y fallar".
La nueva historia
The House of Silk es un caso "perdido" de Sherlock Holmes, que escribió su fiel acompañante, Watson, después de la muerte de Holmes, pero que él consideró demasiado espeluznante como para publicarlo en vida.
Los comienzos de la fama de Holmes
Sherlock Holmes apareció impreso por primera vez en 1887 y desde entonces definió el arquetipo del detective brillante pero problemático.
El fenómeno Holmes comenzó en 1891, cuando empezó a aparecer en la nueva revista Strand.
Conan Doyle entendió que la creciente clase media empezaba a disfrutar más actividades de tiempo libre y que los hábitos de lectura estaban cambiando, de tal manera que los lectores ahora buscaban historias cortas para leer de un solo golpe o incluso en el tren.
Casi todos los detectives de ficción están a la sombra de Holmes, desde Kurt Wallander hasta Philip Marlowe.
Horowitz, por tanto, no se alejó de la fórmula de éxito del Conan Doyle original.
"Sus" Holmes y Watson viven en una Londres de niebla y lámparas de gas, mientras el fuego permanece en la chimenea de Baker Street 221b (la dirección donde viven los dos investigadores) y hay olor a tabaco en el ambiente.
La historia comienza en noviembre de 1890, cuando Holmes y Watson reciben la visita de un coleccionista de arte que les suplica ayuda pues un hombre con una cicatriz en la cara lo ha estado acosando.
El dúo se apropia del caso, Watson con su revolver a mano, y terminan involucrados en un misterio mucho más oscuro del que habían imaginado.
Los aficionados de Sherlock Holmes -y los hay por montones- agradecerán la inclusión de Horowitz de caras familiares como el inspector Lestrade, la señora Hudson o los irregulares de Baker Street (un grupo de niños de la calle que ayuda al detective).
"No soy un gran aficionado a las 'precuelas' y las secuelas, ni al afán cínico que hay por hacer dinero con base en los libros de otros escritores que ya están muertos", admite Horowitz al corresponsal de la BBC.
"No se me ocurre ningún otro personaje de la literatura, excepto tal vez James Bond, que me hubiera tentado. Pero la idea de mudarme al número 221b de Baker Street y pasar un tiempo con Holmes y Watson era irresistible".
Han pasado apenas unas cuantas horas desde cuando se empezó a vender el libro y Horowitz está encantado con los primeras críticas y reseñas.
"Son las mejores que he leído", dice con una sonrisa. "Como un escritor de libros para niños, los críticos son generalmente muy buenos con uno. Sólo he escrito un libro para adultos y recibí tantas críticas que tuve un trauma por los siguientes seis meses", le contó a Masters.
En su crítica para The Guardian, por ejemplo, Ian Sansom escribe: "¿Puede sorprendernos? ¿Puede emocionarnos? ¿Es posible ver "esas rápidas deducciones, tan veloces como intuiciones, y sin embargo basadas en la lógica" que tanto añoramos?"
"Sí, enfáticamente. Los personajes son, como los haría el mismo Conan Doyle, tan cercanos al cliché como permite la buena escritura".