CIUDAD DE MÉXICO, 4 enero 2012 El Universal).- El baile de Karina está por terminar, su desnudez es cubierta únicamente por la parte baja del bikini, la joven de 21 años da un brinco para subir al tubo y sus muslos descubiertos pegan en seco con el frío metal, ella se queja por el golpe, pero su ligero lamento se pierde con los altos decibeles de la música así como con los chiflidos de los extasiados espectadores.
Karina ya está en su camerino, aún desnuda nos dice tranquilamente que en 10 minutos se viste y platicará con nosotros. Ella tiene 21 años, tres hijos, una gran esperanza por vivir y al momento de esta entrevista tiene dos moretones en las piernas, el golpe de instantes atrás trajo consecuencias.
“Empecé a los 17 años por recomendación de una amiga”, comenta sonriente esta joven originaria de Villa del Carbón, estado de México. ¿A los 17 años, eras menor de edad, que decían tus papás? “Ellos no sabían que yo me dedicaba a esto, un día, al cumplir los 19, les dije lo que hacía, creo se sacaron de onda, pero después lo respetaron ellos me apoyan”.
Karina tiene el cabello castaño, sus pestañas están finamente delineadas con rimel y un discreto lipstick le da un aspecto sensual a sus delgados labios. Tal como ocurre con la mayoría de las chicas que apenas cruzan la mayoría de edad Karina habla de sí misma casi sin reservas, suena sincera.
“Pienso que lo peor, para mí, que tiene la vida es el desamor”, dice esto también con una sonrisa, pero diferente, quizá una sonrisa más nerviosa que las anteriores. Sus argumentos son sencillos: “he sido casada dos veces ahora estoy soltera, ( luego de decir ‘soltera’ su sonrisa habitual regresa)”.
Karina dio a luz a su tercer hijo pocos meses después de cursar sus estudios de bachillerato en un Cbtis de Villa del Carbón. Entonces a los 17 años sabía lo que era tener el destino de sus hijos en sus manos.
“Tenía una vecinita que ganaba muy muy bien y le pregunté que qué hacía, me comentó, me interesó y empecé a trabajar... me enfrenté al: ‘sigo en la escuela o mantengo a mi familia’, y yo decidí mantener a mi familia y por hacerme responsable de los míos”.
Confiesa que decenas de veces le han dicho que esto no es lo suyo, que busque otra actividad, ella señala que piensa seguir dedicándose a esto al menos hasta los 30 años, en primer lugar porque con ello puede darle lo necesario a su familia, y en segundo porque bailar la desestreza.
Igual que otras de sus compañeras Karina entra en lo que, quizá, podría ser una contradicción, pues señala que bailar table dance es algo que le gusta pero por otro no recomienda a las chicas que ingresen a este negocio.
Dice que en su actividad no faltan las humillaciones e incluso los golpes. Se le pregunta que si a ella la han golpeado, piensa un momento para luego decir que sí, que una vez la agredieron sus propias compañeras, Karina, bailarina de un antro en Atlacomulco llamado Paris, termina la entrevista con un gracias y una sonrisa.