MÉXICO, 21 septiembre 2012 (CNN) — El Zoque-Ayapaneco, lengua indígena de México está a punto de desaparecer pues sólo quedan vivos dos de sus hablantes, Isidro Velázquez y Manuel Segovia, de 70 y 77 años, respectivamente.
Esta lengua es originaria de Ayapa, en el estado suroriental de Tabasco y es una variante del Mije-Zoque. Cuando sus dos hablantes mueran podría desaparecer. La esperanza para mantenerla viva reside en dos jóvenes: la primera, una cineasta interesada en mantener un registro; el segundo, el hijo de uno de los hablantes.
Manuel Segovia, de 30 años, tiene el mismo nombre de su padre. Desde hace cinco años dedica varias horas diarias al estudio del Zoque-Ayapaneco, con el objetivo de mantener viva la lengua una vez que su padre muera.
"Me da mucha tristeza que pocos estén interesados en aprenderla para conservarla y sobre todo extenderla para que volviese a crecer y volviese a ser dominante", opinó el joven, quien ahora se arrepiente de no haberla aprendido desde pequeño, como le aconsejó su padre.
"Por hablar esta lengua muchos se burlan o te ponen apodos, o incluso te dicen que sólo los indios hablan ese idioma, y aquí la palabra indio para algunas personas es un insulto, un símbolo de humillación”, comentó, razón por la cual podría estar desapareciendo.
Para mantener registrado en video lo que podrían ser los últimos suspiros de la lengua indígena, la cineasta mexicana Denisse Quintero decidió grabar un documental.
"Empezamos a investigar y descubrimos que es la lengua que se está extinguiendo más rápido en México y en el mundo. Es la que tiene menos hablantes, solo dos, y son mayores. En cuanto ellos mueran, prácticamente dejará de existir", señaló la joven de 28 años.
Por ello con su proyecto titulado Lengua Muerta buscará documentar una de las 364 lenguas indígenas que de acuerdo con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) aún sobreviven en México, de las cuales 21 ya están en proceso de desaparecer. Los indígenas en el país representan alrededor del 6.5% de la población nacional.
"No es un rescate, sino que más bien consiste en crear un registro audiovisual, una memoria, para que otras generaciones puedan tener acceso a ella, pues ya es muy difícil que se rescate la lengua", consideró Laura Berrón, productora del documental.
El objetivo de ambas es exhibir el documental en el país y en comunidades indígenas donde la cultura autóctona está descuidada. "La gente no quiere aprender la lengua de sus ancestros por miedo a la discriminación de sus hijos, a que no aprendan bien el español y se queden a la mitad de estas dos culturas", consideró la productora.
El proyecto obtuvo la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) para Jóvenes Creadores, lo que ayudará a llevarlo a cabo, pero las realizadoras no recibirán los recursos económicos hasta el próximo año, por lo que decidieron utilizar sus ahorros y buscar financiamiento.
"Hace un mes y medio decidimos empezar a grabar por nuestra cuenta, echamos mano de nuestros ahorros, una cámara, una grabadora, micrófonos (...) y nos fuimos a la comunidad", explicó Denisse Quintero, quien consideró que no pueden esperar mucho, especialmente por la edad de los dos hablantes y la permanencia de sus recuerdos.
De acuerdo con datos del censo de 2010 de México, 6,695,228 personas de cinco años o más hablan lengua indígena. Casi un millón de ellos, no habla español. Cinco años antes, el número de mexicanos que hablaba una lengua autóctona era de seis millones.
Las cifras se invierten si hablamos en porcentajes. Si un 6.6% de la población mexicana hablaba alguna lengua o dialecto indígena en 2005, el dato se redujo a un 6% en 2010. El descenso supone una tendencia a medida que crece la población si se considera que en el año 2000 la proporción era de un 7.1%.
Miguel Segovia hijo recuerda como durante décadas su padre se dedicó a la enseñanza de esta ancestral lengua en la comunidad, una tarea que afrontó siempre con "entusiasmo", a pesar de la escasa respuesta de los vecinos, quienes veían con indiferencia esta tarea.
El joven espera que la lengua aún pueda ser valorada por otros y que eso la mantenga viva “que no desaparezca del todo porque a veces me apena no poder practicarla más que con mi padre", dijo.
Imágenes: EFE