SALVADOR DE BAHÍA, 23 octubre 2012 (AFP).- Gritos, desmayos y caos generalizado: una familia del noreste de Brasil que velaba el cuerpo de Gilberto Araujo, un lavacoches de 41 años, le vio entrar a su propio velatorio e interrumpir la ceremonia a la que asistían numerosos amigos y parientes.
Gilberto Araujo (Agencias) |
El cuerpo que la familia había reconocido el domingo era en realidad el de un hombre que se parecía mucho a Gilberto Araujo, pero cuya identidad aún es desconocida, explicó la web G1 de Globo.
"Todo el mundo tenía mucho miedo. Las mujeres se desmayaban, las personas corrían para todos lados", contó María Menezes, que estuvo presente en el inusual velatorio en Alagoinhas (a 100 kilómetros de Salvador de Bahia), citada por G1.
Gilberto Araujo se enteró a través de un amigo que encontró en la calle de que le daban por muerto. Llamó por teléfono a un pariente para avisarle de que estaba vivo. Pero nadie le contestó y pensó que se trataba de una broma. Entonces, decidió ir personalmente al velatorio para demostrar que estaba vivito y coleando.
"Un amigo me dijo que había un féretro y que yo estaba dentro. Entonces le dije, "pero yo estoy vivo, ¡pellízcame!", contó Gilberto.
Uno de sus hermanos, José Marcos Santana Santos, explicó que hacía cuatro meses que su familia no lo veía. "Gilberto sólo aparecía algunas veces por año y pasamos mucho tiempo sin verlo. Vive en Alagoinhas, pero cada día está en un lugar diferente", dijo a G1.
"Estoy muy contenta porque, ¿qué madre que da a un hijo por muerto no se llenaría de alegría al verlo nuevamente con vida?", se felicitó Marina Santana.
Un ataúd. Gritos, desmayos y caos generalizado: una familia del noreste de Brasil que velaba el cuerpo de Gilberto Araujo, un lavacoches de 41 años, le vio entrar a su propio velatorio e interrumpir la ceremonia a la que asistían numerosos amigos y parientes.