BRASIL, 25 junio 2014 (El País).- Los hinchas del Mundial en Brasil muestran su amor por el fútbol de las maneras más insólitas: pintándose las uñas con motivos patrióticos, vistiendo a sus perros con jerséis de la selección o dando rienda suelta a su pasión bajo las sábanas con condones inspirados en su país.
La tradicional moda asociada a las Copas del Mundo está en pleno apogeo en las calles de Brasil y en los alrededores de los estadios es muy fácil ver desde las inevitables réplicas de las camisetas de diferentes selecciones hasta pelucas afro de colores o caras pintadas con las banderas.
Sin embargo, los propietarios de mascotas, los seguidores de la moda o los hinchas más pasionales han encontrado sus propias maneras de lucir los colores de su equipo con conjuntos futbolísticos para perros, ropa de diseño para mujeres y preservativos con sabor a caipirinha.
En la metrópolis de Sao Paulo los artículos relacionados con el Mundial –desde los más ‘kitsch’ hasta los más modernos– pueden encontrarse en cualquier lugar, desde los barrios de mayor poder adquisitivo hasta en los bulliciosos mercadillos callejeros.
Situada en una zona acomodada de la ciudad, la tienda para mascotas MVet vende una ovalada bolsa amarilla para recoger las deposiciones de los perros con un balón de fútbol impreso.
Pero el producto más codiciado es la camiseta para perros amarilla y con el 10 a la espalda, similar a la que luce la estrella de la selección local, Neymar. Hasta el momento, ya se han vendido 80 a 14 dólares la unidad.
“Está haciendo frío y él se ve lindo, además estamos en plena Copa”, dice Regina Saccarelli, una arquitecta de 34 años que acaba de comprarle la camiseta a su perro maltés.
Al girar la esquina, las mujeres que lo deseen obtienen descuentos para pintarse las uñas con el color de su selección favorita, aunque el más demandado es el amarillo-verde-azul de la bandera brasileña.
Una manicura con dos esmaltes diferentes, con la imagen del famoso Cristo Redentor o estampado de leopardo ‘verdeamarelo’ sale por 13 dólares.
“Además de arreglarnos para los partidos, nosotras siempre queremos tener nuestras uñas hechas. Es otra razón para arreglarlas y quedan muy lindas”, dice Marina Jorkevics, de 28 años y directora de marketing del salón de belleza Nailsxpress.‘Nada es kitsch’
Los diseñadores de moda también se han apuntado a la fiesta, confeccionando blusas, bolsos y vestidos para las mujeres que quieran lucir su apoyo a su selección sin tener que llevar una camiseta de fútbol.
“Todo vale en la Copa del Mundo. Si es para animar, para festejar, vale la pena invertir en objetos divertidos”, afirma a la AFP Paula Acioli, una asesora de moda y profesora en la Universidad Fundación Getulio Vargas. “Nada es ‘kitsch’”, añade Acioli.
Turistas italianos, holandeses y rusos han comprado camisetas amarillas y verdes adornadas con estampados de leopardo y zebra por entre 26 y 35 dólares en Essere, la tienda de moda regentada por Mamy Silveira.
“Existe mucho patriotismo en Brasil, pese a las protestas y las huelgas”, asegura Silveira, haciendo referencia a la ola de manifestaciones contra el coste de la Copa del Mundo que agitaron el país hace un año.
“A la gente le gusta animar a Brasil llevando cosas que se salgan de lo común”, opina Silveira.
Tanto, que el amor por su país se ha metido incluso en los dormitorios de algunos brasileños.
Desde febrero, DKT International, una organización estadounidense sin fines de lucro, ha vendido 2,1 millones de preservativos con sabor a caipirinha.
Vendidos con la marca Prudence, el condón es amarillo con una punta verde. Estaba previsto que las primeras 850.000 unidades duraran tres meses, pero se agotaron en 15 días. Un paquete de tres se vende a 1,40 dólares.
“Creo que debe haber extranjeros que se los llevan a casa como un recuerdo barato”, observa Daniel Marun, director para Brasil de DKT.
“Lo importante para nosotros es enviar un mensaje sobre el sexo seguro, pero también sobre el sexo placentero”, dice. De la cabeza a los pies
Los recuerdos más ‘kitsch’ y baratos de la Copa del Mundo se pueden encontrar en la bulliciosa calle 25 de marzo de Sao Paulo, donde los puestos callejeros ofrecen por cinco dólares sombreros de arlequín, pelucas de mohicano y pendientes con forma de vuvuzela.
Mariane Vicente, una consejera parlamentaria de 27 años, rebusca en una pila de gorros con forma de balón, pero para el partido de la semana pasada entre México y Brasil optó por un vestido de lentejuelas de los colores de Brasil: amarillo, verde y azul. “Hay que vestirse con carácter”, afirma. “Tenemos que hinchar de la cabeza a los pies”.