MÉXICO, 9 febrero 2015 (BBC).- Durante 78 años nadie supo de ella, e incluso su existencia fue borrada de la lista de especies de reptiles que hay en el mundo. Pero una expedición reciente a Isla Clarión, en México, la reencontró.
Se trata de la serpiente nocturna Hypsiglena ochrorhyncha unaocularus, una nueva especie de culebra endémica de la isla más alejada del territorio mexicano y que durante casi ocho décadas nadie se había dado cuenta que allí estaba, en un pequeño hábitat entre rocas volcánicas.
Hypsiglena ochrorhyncha unaocularus (BBC) |
"Es un mensaje de aliento, un ejemplo de que las islas todavía guardan tesoros por descubrir en forma de biodiversidad", explica.
El valor del descubrimiento es mayor por el momento en que ocurre, cuando México registra un acelerado deterioro de su patrimonio natural y el número de especies en peligro de extinción aumenta.
Es, también, el fin de una paradoja: la serpiente siempre vivió en la isla mexicana. Pero nadie pudo verla.
La primera noticia de la serpiente nocturna de Clarión, como se conoce al reptil, es de 1936 cuando el naturalista estadunidense Charles William Beebe viajó a la isla para colectar las especies que allí existían.
Pero una noche al caminar cerca de unas rocas, encontró a una pequeña serpiente nocturna, algo poco común pues la mayoría de los reptiles realizan sus actividades en el día, pues el frío de la noche aletarga sus movimientos.
Beebe estableció que era una subespecie de la culebra nocturna manchada pero endémica de Clarión, una isla que mide unos 1.600 kilómetros cuadrados ubicada en el archipiélago de Revillagigedo, a unos 1.100 kilómetros de México.
El naturalista anotó el descubrimiento en su cuaderno de notas, e incluso se llevó un ejemplar que se conserva en el Museo de Historia Natural de Estados Unidos.
Pero en 1955 hubo otro viaje a Clarión encabezado por Bayard Brattstrom para buscar a la serpiente nocturna. Pero el científico no la encontró, y a su regreso determinó que se trataba de un "error de etiquetado", algo que ocurría con frecuencia en las expediciones marítimas de siglos pasados, señala el investigador del Inecol.
Y es que los científicos recolectaban todo lo que podían y lo almacenaban en bodegas. Cuando el barco realizaba una travesía de varios días aprovechaban para etiquetar lo que habían encontrado, y en ese proceso ocurrían confusiones.
Eso fue lo que pensó Brattstrom, y su teoría pareció confirmarse posteriormente cuando otras expediciones para buscar a la serpiente no tuvieron éxito.
Así, la Hypsiglena ochrorhyncha unaocularus fue borrada de la lista de especies existentes en Isla Clarión.
En el otoño de 2012, Daniel Mulcahy, investigador del Departamento de Zoología de vertebrados del Museo Nacional de Historia del Instituto Smithsoniano, en Washington, empezó a organizar una nueva expedición a Clarión para buscar a la elusiva serpiente.
Lo hizo, cuenta Martínez Gómez, porque tenía la certeza de que el reptil efectivamente existía, pues el cuaderno del descubridor original hacía difícil que se tratara de un error en la colecta.
"Sus notas son bastante detalladas y dan certeza de que él caminó y encontró a la culebra tal como dijo", señala el investigador del INECOL.
En mayo de 2013 se realizó el nuevo viaje. En el grupo de rastreadores había personas con diferentes formas de buscar a las especies, algo que resultó fundamental para reencontrar a la Hypsiglena ochrorhyncha unaocularu.
"Las especies nocturnas o las que son raras están allí, pero la gente no las ve", apunta Esteban Martínez. El grupo siguió la misma ruta que Beebe, el descubridor, pero no encontraron nada.
Entonces un alumno de Martínez, elegido para el viaje por su capacidad de observación, notó un movimiento extraño sobre unas rocas de lava volcánica. Eran dos especímenes de la unaocularu.
"Todos estábamos muy alegres, teníamos claro que no era un error: había una serpiente nocturna en Isla Clarión", indica el investigador de INECOL.
Peligro de extinción
Tras el descubrimiento, se inició un proceso de identificación que duró varios meses. En ese lapso las pruebas de ADN determinaron que la serpiente no está emparentada con los especímenes que habitan en Baja California Sur, sino que su vínculo más cercano al continente es una culebra manchada originaria de Sonora.
Se trata, pues de una nueva especie endémica y no una subespecie como se pensó hace casi ocho décadas. Cómo llegó a Isla Clarión, ubicada a cientos de kilómetros de ese estado, es un misterio.
Los científicos que la reencontraron creen que hace miles de años hubo una crecida de un río que arrastró a uno o varios ejemplares sobre el tronco de un árbol hacia el Golfo de Cortés, y de allí las corrientes marinas las llevaron a su nuevo hogar.
La serpiente nocturna mide, en su etapa adulta, entre 40 y 45 centímetros de largo, no es venenosa y se alimenta de insectos y una lagartija endémica de la isla.
La clasificación entera de la nueva especie está en proceso, pero desde ahora es claro que probablemente será ubicada en la lista de especies en peligro: el número de ejemplares es bajo y su hábitat se limita a unas cuantas zonas de Isla Clarión.