Bruno, en una foto de febrero del 2015 proporcionada por la sociedad Conway Area Human (Debra Cameron/Conway Area Humane Society vía AP) |
"Lo hicieron de una forma tan cruel. Al perro le dispararon múltiples veces y lo dejaron morir", dijo Katie Treamer, una de las fundadoras de Justice For Bruno (Justicia para Bruno), un grupo que busca que sea considerado un acto criminal en New Hampshire disparar contra un perro. "En estos días, no es una forma responsable de sacrificar a una mascota".
Una bala humanamente colocada ha sido un método que lleva generaciones aplicándose para sacrificar a mascotas en zonas rurales del país donde la inyección de un veterinario puede ser cara y quedar a horas de camino. Incluso aquellos enojados por la forma en que murió Bruno, dicen que prohibirlo sería imposible porque está muy arraigado en las tradiciones agrarias estadounidenses.
New Hampshire es uno de 27 estados, además del Districto de Columbia, que no tiene leyes para controlar el "sacrificio de emergencia", de acuerdo con la Asociación Estadounidense de Medicina Veterinaria. Justice For Bruno se ha puesto en contacto con funcionarios estatales y su petición de change.org ha reunido más de 36.000 firmas para apoyar la nueva ley.
A Bruno lo encontraron con cuatro tiros en septiembre en la antigua ciudad maderera de Berlin. Su dueño, Ryan Landry, dijo en una publicación de Facebook que se vio forzado a dormir al perro de un año y medio porque mordió a sus niños. Landry se negó a ser entrevistado por The Associated Press.
Treamer dijo que Landry tenía otras opciones, como regresar a Bruno al albergue en donde fue adoptado. Si el perro realmente era peligroso, practicarle eutanasia médica por un profesionista capacitado hubiera sido mejor forma de terminar con su vida, agregó.
Al crecer en una granja en el occidente de Massachusetts, John Gralenski de 80 años a veces tuvo que sacrificar mascotas enfermas o lesionadas. Nunca le gustó, pero se opone firmemente a hacer ilegal la práctica.
"Creo que deberían tener ese derecho", dijo Gralenski quien vive en Shelburne, en la frontera de New Hampshire y Maine. "Cuando era niño, siempre tuvimos perros, y si era mi perro y se enfermaba, no había dinero para un veterinario".
Sin embargo, Treamer considera que los tiempos han cambiado y hay muchas mejores formas para acabar con la vida de una mascota. "No porque así se haya hecho siempre, se debe seguir haciendo", comentó.