lunes, 24 de septiembre de 2018

El éxtasis hace que los pulpos sean más amigables, según un estudio

WELLINGTON, 24 septiembre 2018 (NYTimes).-  Los pulpos son inteligentes. Abren frascos, roban pescado y chocan los cinco. A pesar de que sí interactúan, por lo general, son poco sociables y temperamentales y muestran patrones de conducta muy peculiares como es el caso de Otto, que provocó apagones en un acuario alemán, e Inky, que se hizo famoso por escapar de un acuario en Nueva Zelanda. Aprenden a través de la experiencia y la observación, y forman recuerdos duraderos con paquetes de cientos de millones de neuronas parecidos a cerebros en cada tentáculo y una sección en el medio que centraliza la información.

Foto de Ken Lucas / Getty Images


El deseo de comprender las bases evolutivas de esta energía cerebral llevó a los científicos a administrarles éxtasis a los pulpos. Sí, éxtasis, Molly, E, MDMA, la droga de la diversión, que en los humanos reduce el miedo y la inhibición, induce sentimientos de empatía, distorsiona el tiempo y ayuda a que la gente baile con música electrónica toda la noche.

Los investigadores informaron en un artículo publicado el 20 de septiembre en Current Biology que, bajo la influencia de la MDMA, parecía que los huraños pulpos se volvían más sociables.

“A pesar de que parece que los pulpos vienen del espacio exterior, en realidad no son muy diferentes de nosotros”, afirmó Gül Dölen, una neurocientífica de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, quien dirigió el estudio junto con Eric Edsinger, un investigador especializado en pulpos del Laboratorio Biológico Marino de Woods Hole.

También descubrieron que los humanos y los pulpos comparten partes de un ancestral sistema de mensajería que participa en los comportamientos sociales y que se potencia con la presencia de la MDMA. Quizás estos linajes compartidos se hayan conservado para reducir el miedo y facilitar los comportamientos sociales. Y aunque aún es algo preliminar, los autores creen que los pulpos ofrecen un modelo prometedor para estudiar los efectos de la MDMA en el cerebro de los seres humanos, tratar el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y entender mejor cómo evolucionó el cerebro para que aparecieran los comportamientos sociales.

La MDMA ayuda a liberar serotonina, entre otras sustancias químicas. Esta ancestral molécula participa en la regulación del ánimo y los comportamientos sociales en los invertebrados como las langostas, así como en los vertebrados como los peces, los perros y los seres humanos.

Para Dölen, que se interesa en la evolución del comportamiento social, el pulpo ofrecía una oportunidad interesante de analizar la MDMA y la serotonina, ya que lo separan de los seres humanos 500 millones de años de evolución, pero también presenta un comportamiento complejo.

Consideró que los pulpos dejan de ser agresivos durante unos minutos para aparearse, tal vez al tener acceso a un sistema de señalización neuronal que la mayor parte del tiempo permanece apagado y que es potencialmente similar al que ayuda a los seres humanos a tener un comportamiento social. Y cualquier similitud entre el código genético de los pulpos y de los seres humanos relacionada con este sistema podría ayudarle a entender la forma en que evolucionó el cerebro —incluso sus partículas más pequeñas— para controlar los comportamientos sociales.

La MDMA embona perfectamente dentro de una proteína que extrae e introduce la serotonina en las neuronas. A la larga, la droga provoca una inundación de serotonina entre las sinapsis, lo que aumenta sus señales. Cuando los investigadores compararon el genoma del pulpo de dos manchas de California (Octopus bimaculoides) con el de otros animales, descubrieron que tanto los seres humanos como los pulpos podían producir esta proteína, y era casi el 100 por ciento.

Pero ¿esa proteína bajo los efectos del éxtasis también haría que los pulpos fueran sociables?

Pusieron a los pulpos en el centro de un acuario de tres cámaras donde podían explorar una figurita de la Guerra de las Galaxias por un lado u otro pulpo por el otro. Sin la droga, los pulpos de ambos sexos pasaban más tiempo con el juguete que con el otro pulpo (si era macho, parecían incluso menos interesados si era hembra).

No obstante, después de sumergirlos en baños cargados de MDMA en dosis bajas, los pulpos se relajaban. Pasaban más tiempo con los pulpos machos del otro lado del acuario.

También abrazaban una maceta con varios tentáculos, presumiendo sus extremos ventrales, o bocas, casi como cuando se aparea frente a frente en un abrazo de ocho tentáculos el pulpo gigante del Pacífico, la única especie conocida de pulpos sociables.

Aunque solo hicieron pruebas con pocos pulpos y probablemente la MDMA actúa en más moléculas que la serotonina, Charles Nichols, un farmacólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad del Estado de Luisiana, estaba asombrado: “He estado administrando sustancias psicodélicas a las moscas de la fruta en mi laboratorio durante años, pero no había visto que se lo dieran a un pulpo”.

Y David Nichols, su padre, quien realizó estudios pioneros con la MDMA para fines terapéuticos, se pregunta cómo podría ayudar la droga a desenredar el circuito del temor en los pulpos: “Revelar el misterio en el pulpo podría llevar a que los científicos pudieran desentrañar el misterio, por así decirlo, en otras especies, incluyendo al ser humano”, señaló David Nichols.

A pesar de que apenas está comenzando, Dölen es optimista: “Debemos aprovechar todas las ventajas de estos compuestos para ver lo que le están haciendo al cerebro”.

Y agregó que cuando se les bajó a los pulpos el exceso de serotonina, su comportamiento era totalmente normal… para ser pulpos.

Por JOANNA KLEIN