México, 11 dic 2008 (EFE).- Un oftalmólogo aficionado a las antigüedades halló por casualidad un códice azteca oculto en una estatua del siglo XVI de un obispo, explicó hoy a Efe en México el coleccionista.
Manuel García Sánchez contó que a él y a su esposa les gusta pasear por el mercado de antigüedades de la Plaza El Ángel de la Zona Rosa de Ciudad de México, y recuerda que una tarde su mujer se encaprichó de la imagen de un santo, tirada en el suelo de una tienda.
La figura estaba cubierta de lodo, con la cabeza separada del cuerpo, y a él no le resultó especialmente atractiva, por lo que regateo el precio inicial de mil pesos (unos setenta dólares), hasta reducirlo.
Tras limpiarla y pegar la cabeza, la situaron en el salón de su casa, en Toluca (centro de México), junto a la chimenea que encienden por tradición cada fin de año y, como vieron que se resecaba mucho la madera, trasladaron la estatua tres años después a la biblioteca.
Una noche, mientras García leía unos documentos junto a la ventana por la que entraba brisa, oyó el sonido de un papel al ser arrugado, buscó la procedencia del ruido y descubrió un papel desprendiéndose de la figura.
"El códice para mí es una cápsula del tiempo", sostuvo el oftalmólogo, quien opinó que la escultura-códice, como él la llama, llegó a sus manos porque quería mandar un mensaje desde la época de la colonia.
"El coleccionista no busca la pieza, la pieza lo busca a uno", es la filosofía que mantiene García, quien recuerda cómo en otra ocasión cayó en un pozo de agua y al agarrarse para no ahogarse encontró entre sus manos una vasija azteca con una cabeza de jaguar tallada.
En su opinión, "este códice es anterior a la conquista (1521) y ellos (los aztecas) lo adosaron al santo para evitar su destrucción".
"Eso es muy importante porque si lo adosaron, ellos mandaron ese mensaje porque sabían que iban a dejar de existir como nación y como raza, y aunque eso ocurrió, su escrito nos llegó y a mí me hace feliz haberlo encontrado y poder transmitirlo", dijo.
García Sánchez ha remitido la escultura al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para su restauración y para que descifren el mensaje azteca, aunque ya se puede adelantar que su contenido es de tipo económico porque contiene glifos numerales y de territorios, como era costumbre en los registros tributarios de la época.
"Va a ser una cosa muy importante porque va a unir dos naciones, los conquistadores y los conquistados, y el sincretismo de dos religiones, la nahúatl y la católica", indicó.
El arqueólogo José Ignacio Sánchez explicó que la figura policromada de madera del siglo XVI, probablemente de 1550 o 1560, está muy deteriorada y comida por la polilla y mide 82 centímetros de alto por 22 de ancho.
La estatua está cubierta en parte por el códice de 22 centímetros de longitud hecho en papel amate del centro de México, con la escritura hacia adentro para ocultarla.
En pocas ocasiones se han hallado códices en estatuas católicas, apenas hay tres antecedentes, aunque esta es la primera vez que no es una estatua de Cristo de caña.
El arqueólogo consideró la posibilidad de que los aztecas ocultaran estos documentos en estatuas sagradas para recordar que las tierras son de los dioses y no de los hombres.
Aunque García cedió los derechos de la escultura y del códice al INAH, estos se lo van a devolver en comodato, para que lo expongan de forma itinerante en museos por todo el país y para que participe en 2010 de los actos de celebración del bicentenario de la independencia de México y el centenario de la Revolución.