LONDRES, 4 enero 2009 (EFE).- Lynndie England, la soldado estadounidense cuyas imágenes torturando a presos iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib en 2004 dieron la vuelta al mundo, justifica lo ocurrido en una entrevista al diario británico The Guardian, en la que asegura que fue consecuencia de estar en medio de una guerra.
"En las guerras pasa lo que pasa. Lo que ocurrió fue que se fotografió y salió a la luz. Mucha gente dice que si nos hubiéramos callado o los hubiéramos matado, no hubiera habido ningún problema"
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También se justifica a si misma, diciendo que entonces era "muy inocente y confiada" y se muestra muy orgullosa de no haber delatado a ningún compañero: "en la guerra, no te chivas de tus compañeros. Nos condenaron a 7, pero créame, hubo muchos más en las fotos" .
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Pero todo cambió en el otoño de 2003, cuando su compañía fue asignada a Abu Ghraib, una cárcel con capacidad para 700 reclusos, pero que albergaba 7 mil. Ella trabajaba en tareas administrativas, pero bajó a los calabozos por iniciativa de Graner y ambos se sorprendieron al ver que el abuso, supervisado por sargentos, era algo normal.
Asegura que Graner consideró inicialmente que "aquello estaba mal" y que se lo dijo al responsable de su batallón, cuya única respuesta fue "que no había nada malo en aquello" .
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"Eran de los malos. Igual no formaban parte de la insurgencia, pero hicieron algunas cosas que no debían haber hecho"
Preguntada acerca de si vio alguna mujer prisionera en Abu Ghraib, contesta: "llegamos a tener cuatro, una de las cuales estaba loca. Tuvieron que llevarla al manicomio" .
"Le llamábamos 'lady loba' porque estaba llena de pelo. Gritaba y todo eso"
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Hoy su principal preocupación es encontrar trabajo, algo que le resulta difícil porque muchas empresas no contratan a ex convictos, y su principal queja es que no puede acceder a una licencia de armas para cazar: "eso me cabrea y me enfurece" .