martes, 27 de enero de 2009

La obesidad se contagia, según expertos de EU

LONDRES, 27 enero 2009 (EFE).- La obesidad puede contraerse a través de un virus igual que el resfriado común, según científicos estadounidenses citados por la BBC, aunque expertos británicos ponen en tela de juicio esa correlación.

Un equipo de expertos del Pennington Biomedical Research Centre, de Luisiana, cree que el adenovirus, altamente infeccioso, que puede contagiarse a través de la tos o las manos sucias, hace que se multipliquen las células adiposas.

Los científicos norteamericanos descubrieron que los pollos y ratones de laboratorio infectados por ese virus engordaban mucho más rápidamente que los animales no contagiados aunque ingiriesen la misma cantidad de comida.

Los estudios llevados a cabo en humanos indican que casi un tercio de los adultos obesos tienen ese virus frente a 11% de los individuos que no sufre sobrepeso.

“El virus entra en los pulmones y se propaga rápidamente por el cuerpo. Viaja a varios órganos y tejidos como el hígado, los riñones, el cerebro y el tejido adiposo”, declaró el director del equipo, Mikhil Dhurandhar a la BBC.

“Cuando el virus llega al tejido adiposo, se replica, produce más copias de sí mismo, proceso que a su vez aumenta el número de nuevas células adiposas, lo que puede explicar la expansión de ese tejido” en el cuerpo, señaló el profesor Dhurandhar.

Según el citado científico, ese tipo de efectos del virus continúan mucho tiempo después de que los infectados por el mismo se hayan recuperado de su resfriado.

El experto reconoció que hay otras razones por las que las personas pueden sufrir sobrepeso, por lo que “no tiene sentido evitar a los gordos para prevenir la infección” de obesidad.

Dhurandhar predijo que en cinco o diez años puede haber una vacuna contra ese virus.

Sin embargo, según el doctor Ian Campbell, director médico de la organización contra la obesidad “Weight Concern”, “un virus no puede ser razón suficiente para que tengamos una epidemia de obesidad”.

“Hay muchos otros factores —agregó— como el hecho de que ingerimos muchas más calorías de las que gastamos, o el de vivir vidas sedentarias. No creo que nuestros hábitos dietéticos sean consecuencia de una infección vírica: todo es consecuencia de la expansión de las empresas que producen alimentos malsanos”.

La semana pasada se dio a conocer en Chicago que los usuarios de Alli, el primer fármaco para perder peso aprobado para venderse sin receta médica en Estados Unidos, están encontrando lo que durante todo el tiempo sospecharon: las píldoras no son un sustituto mágico de la dieta y ejercicios.

Donald Hensrud, especialista en control de peso en la Mayo Clinic, señaló que que los efectos secundarios gastrointestinales son exagerados, pero agregó que el efecto planeado “también es sobrevalorado”, pues las personas que tomaron el fármaco Alli —de GlaxoSmithKline, una versión menos concentrada de Xenical del laboratorio Roche— después de un año sólo perdieron 1.8 kilos más que el grupo placebo.

Las personas que tomaron Xenical, la versión más fuerte que se vende sólo con receta, perdieron en promedio después de un año 2.2 a 3.2 kilos más en comparación con aquellos que tomaron un placebo.