jueves, 2 de abril de 2009

La crisis no evita que un inversor en apuros pague 11 millones a su ex mujer

LONDRES, 2 abril 2009 (EFE).- El conocido inversor de origen sudafricano Bryan Myerson deberá cumplir con el acuerdo de divorcio alcanzado con su mujer, por el cual deberá pagarle 11 millones de libras (más de 16 millones de dólares), después de que un tribunal británico haya desestimado su petición de reducir esta cantidad por la crisis.

Myerson decidió recurrir a los tribunales para reducir la factura de su divorcio aduciendo que, como consecuencia de la crisis, su patrimonio se había visto reducido de tal manera que no podía afrontar el pago de la suma acordada, informa hoy la prensa británica.
En febrero del 2008, Myerson se comprometió a pagar a su esposa 9,5 millones de libras en efectivo, además de poner a su nombre la casa familiar en Sudáfrica, valorada en 1,5 millones de libras.
Desde que se firmó el acuerdo, Myerson ha pagado a su ex esposa 7 millones de libras, con lo que le faltarían por abonar 2,5 millones, además de hacer efectivo el traspaso de la mansión.
No obstante, en el año transcurrido desde la firma del acuerdo, las acciones del fondo propiedad de Myerson, Principle Capital Investment Trust, han perdido un 80 por ciento de su valor y han dejado al empresario con unos activos valorados en "tan sólo" dos millones de libras (2,9 millones de dólares).
Según los abogados de Myerson, si el empresario se ve obligado a ejecutar el acuerdo tal y como se planteó hace un año, su ex mujer recibiría "el cien por cien" del patrimonio actual de la familia y dejaría al financiero con una deuda de 500.000 libras (unos 734.000 dólares).
Por su parte, los letrados de su esposa señalaron que cuando se firmó el acuerdo en febrero de 2008, la crisis era "totalmente previsible".
Escuchadas ambas partes, el tribunal encargado del caso ha desestimado la demanda de Myerson para reducir la cantidad a desembolsar y para aplazar la transferencia de la propiedad sudafricana.
Con este veredicto, la Justicia británica sienta un nuevo precedente y echa un jarro de agua fría sobre los cada vez más numerosos banqueros que se parapetan tras la crisis para no cumplir con los acuerdos de separación.