NUEVA YORK, 15 junio 2009 (AFP).- "Se vende cementerio, 5,3 hectáreas", dice el anuncio en Nueva York, que busca deshacerse del cementerio de Canarsie, en Brooklyn, con 3.000 lugares disponibles, una verdadera oportunidad en una plaza saturada, aunque la venta se anuncia difícil.
"Enviamos mensajes a unos cuarenta compradores potenciales, organizamos una visita la semana pasada y tenemos cuatro interesados", explica a la AFP Mark Daly, director de comunicación de los servicios administrativos de Nueva York.
La ciudad no tiene vocación de administrar los cementerios, que en su gran mayoría pertenecen a las iglesias, sinagogas o asociaciones privadas sin fines de lucro, a menudo creadas por los propietarios de los sepulcros.
Solo tiene dos a cargo en su presupuesto, el de Canarsie, que le pertenece como consecuencia de la historia de la ciudad, y el cementerio de Hart Island (sur), donde se entierra a los detenidos y a la gente que nadie reclama.
"Queremos deshacernos de las propiedades que no corresponden a la misión municipal", dice Mark Daly, que omite mencionar el monto esperado con la venta.
La operación es complicada por dos leyes muy exigentes, una que reserva las subastas a compradores especializados en el sector funerario, y otra que prohíbe que la administración de un cementerio sea un negocio lucrativo.
A causa de la segunda norma, una vez que se vendan todos los nichos -a precios que superan a menudo los 8.000 dólares cada uno- el propietario se ocupa de administrar los gastos de mantenimiento, pero sin ganancias.
Recorriendo tranquilo el cementerio situado en la punta sureste de Brooklyn, rodeado de árboles centenarios, Mark Daly insiste en el carácter "no sectario" del lugar, como lo proclama un cartel a la entrada. Cruces cristianas se codean con estrellas de David y algunas lápidas rinden homenaje a soldados caídos durante la Guerra Civil.
Muchas tumbas llevan nombres italianos, de inmigrantes llegados durante la creación, en 1880, de este cementerio del pueblo de Flatlands, integrado luego a Brooklyn y más tarde a Nueva York. "Que nuestros padres descansen en paz" se puede leer en italiano en una lápida de una mujer que llegó de niña a Estados Unidos y que falleció a los 76 años en 1953.
Las propuestas deben formalizarse a finales de junio y la decisión se tomará antes de fin de año tras el aval del alcalde Michael Bloomberg, los legisladores y de un juez.
Richard Moylen es un potencial comprador. Este hombre de 54 años comenzó limpiando tumbas hace 37 años y hoy es presidente del cementerio de Green-Wood, uno de los más grandes de Nueva York, con 600.000 tumbas y clasificado como monumento histórico. "Ya intenté comprar Canarsie hace 25 años, cuando lo habían puesto en venta sin éxito por primera vez, lo habían organizado muy mal", cuenta a la AFP Moylen.
"Ya no hay más lugar en Green-Wood, y Canarsie es interesante porque quedan 1,7 hectáreas sin explotar". Con una capacidad para 3.000 tumbas adicionales a un precio promedio de 5.000 dólares, el cementerio no deja de ser un buen negocio.
"Hay problemas por solucionar, porque la napa freática aflora y hay leyendas de cuerpos que suben a la superficie", relata. "Pero si lo compramos, vamos a hacer del cementerio un lugar muy atractivo", asegura.