SANTIAGO DE CHILE, 27 junio (EFE).- Las asociaciones chilenas de mujeres denuncian que en algunos "cafés con piernas" se practica el comercio sexual. Añaden que estos establecimientos responden a una doble moral y al machismo que, según aseguran, aún perdura en Chile.
Nacieron como una forma de eludir la represión de la dictadura, que mantuvo un implacable toque de queda durante 14 años. Sin salas de fiesta ni cabarets nocturnos, algunos cafés se transformaron en pícaros refugios contra la moral convencional. La conocida cadena de cafés Haití agregó entonces a su oferta la presencia de camareras con minifaldas y largas piernas que atraían a la clientela masculina.
Pero en algunos locales, las empleadas fueron desprendiéndose de su vestimenta, que quedó reducida a un minúsculo bikini con el que sirven con naturalidad un cortado para empezar el día, tras vidrios polarizados que nada dejan ver desde la calle.
En los tradicionales, como los Haití o los Caribe, las puertas están abiertas de par en par, sus cristales son diáfanos y en sus barras se agolpan hombres y mujeres por igual. Bajo el mostrador se aprecian las piernas de las camareras, que sirven café ataviadas con un vestido corto, llamativo, pero no escandaloso.
En cambio, en los "cafés con piernas" más atrevidos, las chicas se exhiben prácticamente desnudas, amparadas por la oscuridad que reina estos herméticos locales, a los que sólo los hombres se atreven a entrar.
Según Lorena Fries, presidenta de la Corporación Humanas, "el fenómeno de los 'cafés con piernas' "representa una doble moral de un país que tiene una práctica sexual a veces libertaria, a veces muy machista, pero que en sus instituciones no logra incorporar los avances del desarrollo de una sexualidad normal".
La Corporación Humanas, un centro de estudios que promueve y defiende los derechos de las mujeres y la justicia de género, sostiene que esta doble moral también explica por ejemplo el hecho de que en Chile se produzcan miles de abortos de forma clandestina, a pesar de que la interrupción del embarazo está prohibida en todos los casos, o de que existieran miles de parejas separadas de hecho antes de la aprobación de la ley del divorcio en 2005.
El Servicio Nacional de la Mujer, el ministerio encargado de velar por los derechos de la población femenina chilena, no tiene una opinión clara respecto a su funcionamiento. "Se están priorizando otros temas. Dejemos abierta la posibilidad para más adelante", fue la respuesta obtenida por Efe al consultar su opinión a los responsables de este organismo.
Cruzar las puertas de estos establecimientos es entrar a un mundo paralelo que funciona a plena luz del día.
Ninguno de estos locales puede abrir de noche, en ellos no pueden entrar menores de edad y también tienen prohibido vender alcohol.
"En el 60% de los "cafés con piernas" la gente viene sólo a tomarse un buen café y a hablar con las chicas, a contarles su vida. En el fondo, son como paños de lágrimas", explica a Efe Cristián Elgarrista, dueño del Break Blue, situado en un pasaje comercial del centro de Santiago.
En este local trabaja Nora, una mujer de 38 años con tres hijos que mantener y que lleva veinte años en este oficio, donde mensualmente puede ganar por una jornada de seis horas diarias hasta 1,4 millones de pesos (unos 2,800 dólares ó 2,000 euros), mucho más de a lo que cualquier profesional medio puede aspirar en Chile.
Vestida con un sujetador y un minúsculo tanga, Nora asegura que en sus inicios algunos hombres sí quisieron compartir con ella algo más que un simple café. "La gente pensaba que era venir, llegar, comprar y tocar. Y no era así", dice tajante.
"Este trabajo es como un precipicio: tú das un paso en falso y lamentablemente te estrellas. Tienes que tener un muy buen cable a tierra realmente para mantenerte. Y aquí, como en cualquier otro lado, se da tanto la prostitución como la drogadicción", admite.
Raúl, de 42 años, acaba de dejar su café a medias en un local que a su juicio era demasiado "turbio". Admite a la salida que "hay niñas que te 'sobajean' si les das una propia, y hay algunos ("cafés con piernas") en los que existe prostitución".
Sin embargo, "la prostitución en sí no es un delito", advierte Jaime Graffigna, subprefecto de la Brigada de Delitos Sexuales y Menores de la Policía de Investigaciones (PDI), quien precisa que sólo lo es cuando se ejerce de bajo coacción o con menores.
La PDI suele visitar estos locales para realizar controles de identidad, contemplados en el Código de Procedimiento Penal, y supervisar que en ellos no se emplee ni a menores de 18 años ni a extranjeras en situación ilegal.
Para quienes contratan a chicas con este perfil, el castigo oscila desde multas que pueden llegar a 1,3 millones de pesos (unos 2,460 dólares ó 1,900 euros) hasta penas de prisión de tres a cinco años, dependiendo de las circunstancias agravantes o atenuantes.
Según Graffigna, en los últimos años "han aumentado las denuncias y se ha logrado disminuir las cifras negras, porque denunciar una agresión sexual antes era muy vergonzoso, sobre todo para las mujeres".
Esas denuncias suelen proceder de los mismos vecinos, explica por su parte Eduardo Botetano, director de Seguridad e Información de la Municipalidad de Santiago, donde se concentran unos 200 "cafés con piernas", que se rigen por la ordenanza de "cafés espectáculo".
Esta normativa, de 1980, prohíbe el expendio de alcohol y la entrada de menores, y establece que "los artistas que se presenten en el espectáculo deberán llevar, por lo menor, un bikini de dos piezas".
"No se permitirá el uso de ropas transparentes, prohibiéndose los desnudos totales o parciales", agrega la ordenanza.
Aun así, Eduardo Botetano asegura que "en ocasiones las chicas atienden también sin la parte superior, pero en esos casos se notifica la infracción, y si esto se repite, posteriormente se clausura". Los propietarios también pueden exponerse a multas cuando las camareras se desplazan fuera del mostrador.
domingo, 27 de junio de 2010
Prostitución se cuela en los "cafés con piernas"
12:00:00 p.m.
Gastronomía, Sexo/Erótica