domingo, 4 de julio de 2010

Y el alcalde de Zaragoza se eligió por sorteo





MADRID, 4 julio 2010 (Heraldo / Tinta de Hemeroteca).- Nada hay nuevo bajo el sol. Y si es el sol ‘político’, menos. En abril de 1920 los concejales tenían que votar y elegir alcalde. Y no llegaron a un acuerdo. Lo sorprendente del caso es que el asunto se saldó… ¡con un sorteo! La crónica es en algunos momentos tediosa, pero merece la pena:
Comienza la sesión a las cinco en punto de la tarde. Preside el alcalde interino, señor Horno, y asisten los concejales señores Abós, Hernando, Baile, Quinto, Baselga, Piedrafita, García Sánchez, Forns, Moliné, Carboné, Sancho, González (D.D.), Mené, Aranda, García Samaniego, Briz, Sainz, León, Valero, Bueno, Palacios, Vargas, Tutor, Valenzuela La Rosa, Agüero, Ferrández, Sala, Carboné, Moreno, Selma, Merino, Bergua, González (D. Tomás), Pérez Vives, Blas, Vicente, Lamana, Sanz, Franco e Ibáñez.
Se procede a la votación para la elección de alcalde. Esta arroja 21 votos para el señor Horno y 21 para el señor Selma, más una papeleta en blanco, la del señor Ferrández. El empate da lugar a una segunda votación, con el mismo resultado, razón por la que se procede al sorteo entre los dos candidatos. La suerte favorece al señor Horno, que es proclamado alcalde de Zaragoza. Algunos del público acogen con aplausos el resultado del sorteo.
La primera tenencia se la disputan los señores Baselga, por las derechas, y el señor Abós, por las izquierdas. La votación da 22 votos al primero y 21 al segundo. Queda nombrado primer teniente de alcalde D. Mariano Baselga.
Se vota la segunda tenencia. Son candidatos D. Manuel León, por las derechas, y D. Eloy Ibáñez, por las izquierdas. Obtiene el primero 21 votos y 22 el segundo, siendo nombrado el señor Ibáñez segundo teniente de alcalde.
Para la tercera tenencia proponen las izquierdas a D. Victoriano Carboné y las derechas a D. Gonzalo Sancho Muñoz. Resultan empatados en 21 votos y, repetida la votación, el señor Carboné queda con la vara de tercer teniente de alcalde por 22 votos contra 21.
La cuarta tenencia se la disputan D. Pío Hernando, por las derechas, y D. Alfonso Valero, por las izquierdas. Es nombrado el primero por 22 votos contra 19 que obtiene el señor Valero, uno el señor Mené y una papeleta en blanco.
Se vota la quinta tenencia, que se la disputan el señor Pérez Vives por las izquierdas y el señor Baile por las derechas. Queda proclamado el segundo quinto teniente de alcalde por 21 votos contra 20 que obtiene el primero.
La sexta tenencia se la disputan D. Antonio García Sánchez, por las derechas, y D. Domingo González, por las izquierdas. Queda proclamado el primero por 22 votos contra 20 que obtiene el segundo.
Para la séptima tenencia son candidatos D. Gregorio Vicente por las derechas y D. Francisco Merino por las izquierdas. Por 22 contra 21 votos queda proclamado el señor Vicente séptimo teniente de alcalde.
Se vota la octava tenencia y obtienen D. Felipe Carbonell 22 votos, D. Venancio Molino 1 y D. Narciso Piedrafita 20. Es proclamado octavo teniente de alcalde el señor Carbonell. La novena tenencia se la disputan los señores Mené y Moliné, que obtienen 21 votos cada uno, siendo proclamado teniente de alcalde el señor Mené mediante sorteo.
Décima y última tenencia. Aspiran a esta vara D. Daniel Bueno, por las izquierdas, y D. José Binaburo por las derechas. Resulta proclamado el señor Bueno por 22 votos contra 21 que obtiene el segundo.
Para la primera y segunda sindicatura presentan las derechas a don Federico Bergua y D. Ángel Sanz, en candidatura única. Las izquierdas habían votado en las dos primeras sesiones a los señores Tutor y Franco. De la votación resulta que los señores Bergua y Sanz son proclamados síndicos por 22 votos. Las izquierdas votaron en blanco. Apareció una papeleta con el nombre de Quinito y otro torero, que llevó a la urna el señor Forns.
Al ser leída exclama el alcalde:
-¡Esto es una grosería que pone en evidencia al que la ha escrito!
FORNS.-¿Qué dice su señoría?
HORNO.-Está dicho y juzgado.
FORNS.-Su señoría es un Torquemada.
HORNO.-Digo que el que ha votado esto ha tenido muy mal gusto y ha jugado con el nombre de la ciudad.
Se promueve un vivo incidente en el público y en los escaños concejiles, que es cortado por la Presidencia a golpes de campanilla.
Los ánimos están exaltadísimos. Cuando momentáneamente se hace el silencio se levanta el señor Horno. 
-Señores concejales…
El señor Tutor pide la palabra.
HORNO.-No hay palabra.
FORNS.-¡Quó es eso! Pido la palabra.
HORNO.-No hay palabra.
Arrecia el escándalo en los bancos del público. Unos aplauden y otros protestan airadamente, apostrofándose enérgicamente. En medio de un vocerío ensordecedor se oye la voz del señor Tutor que, a gritos, dice al alcalde:
-Soy antes que la Presidencia. Tengo derecho a hablar y hablaré.
HORNO.-No hay palabra. Y advierto por tercera y última vez que si el público no guarda los debidos respetos al lugar en que se halla saldrá del salón.
Arrecia el escándalo. Los señores Tutor y Forns siguen increpando al alcalde apoyados por los republicanos, que ocupan los bancos del público.
El señor Horno, cxcitadísimo, exclama:
-Si no a mi persona, por lo menos debéis respetar al alcalde de Zaragoza.
Como los señores Tutor y Forns replican con frases que el escándalo no deja oir, el señor Horno expulsa del salón a los dos concejales republicanos, quienes, de pie, continúan protestando a gritos en sus puestos. Los del público excitan a los concejales republicanos a que se marchen. Del público sale una voz que dice:
-¡Qué hacéis ahí! Si os han echado, ¿por qué no os marcháis?
Como el escándalo aumenta y hay temores de que surja una colisión dada la excitación existente, el señor Horno levanta la sesión y abandona la presidencia dirigiéndose a la Alcaldía con varios concejales de las derechas. A la salida se promovieron algunos incidentes, pero las cosas no tuvieron mayor gravedad gracias a la pronta intervención de los guardias, que consiguieron disolver los grupos.