Santiago de Chile, 04 SEP 2010 (ANF/tomado de La Gaceta).- Las jugosas indemnizaciones que recibirán los 33 mineros atrapados desde el 5 de agosto en lo profundo de la mina San José, en el desierto chileno de Copiapó, ha desatado una fuerte disputa entre las esposas con papeles y las amantes de los trabajadores. En el campamento improvisado donde los familiares de los mineros soportan el calor abrasador del día y el frío de la noche se respira un "ambiente caldeado". Al punto que ya se han producido discusiones entre algunas mujeres que estuvieron a poco de acabar a golpes.
"Desgraciadamente, sí, hemos visto algunas riñas entre las mujeres de los mineros por la plata que le van a pagar a sus parejas", confirmó a LA GACETA Marta Flores, una trabajadora de la Cruz Roja apostada en el lugar. De hecho, al menos cinco mujeres se han visto obligadas a enfrentarse cara a cara con las amantes de sus esposos, cuya existencia desconocían, y que también reclaman su parte de los hasta ahora 314.600 euros recaudados en Chile para repartir entre los 33 hombres (a razón de 9.500 euros por cabeza), quienes permanecen enterrados bajo 700 metros de mineral, ajenos a las disputas "de faldas y pesos" en juego en la superficie.
"¡Él es mi hombre!"
La cuenta bancaria 3333, Chile por los mineros está aún muy lejos de alcanzar la meta planteada por el multimillonario y excéntrico empresario minero Leonardo Farkas, quien se propone recolectar uno o dos millones de dólares para cada minero. Hasta ayer, el dinero reunido en esta cuenta corriente del Banco Santander (reconocida como oficial por las familias de los mineros) ascendía a 55.000 euros. Pero en ese monto no está incluida la donación particular del propio Farkas, quien hizo entrega de un cheque por 7.850 euros a cada familiar directo de los obreros atrapados. A eso hay que agregar otros 1.600 euros para cada minero entregados por la empresa Besalco, entre otras millonarias (en pesos chilenos) donaciones extraoficiales.
Estas promesas económicas han despertado las más bajas pasiones entre los familiares y allegados. Y tanto que los psicólogos que velan por la salud de los mineros han prohibido a los familiares hablarles de asuntos monetarios, al tiempo que han puesto sus servicios a disposición de las esposas que ahora enfrentan la infidelidad de sus maridos. Algunos de los hombres tienen niños de varias mujeres y algunas de ellas han llegado al campamento a hacer valer su reclamo.
"¡Él es mi hombre! ¡Él me ama y yo soy su devota esposa! ¡Esa no tiene derecho!"
Repetía a viva voz Marta Salinas, la pareja con papeles de Yonni Barrios Rojas, uno de los mineros atrapados. Mientras, Susana Valenzuela, la amante de Barrios, insistía en que él tenía intención de dejar a su esposa por ella. En la película que los propios mineros han grabado, Barrios le pide a su amante que se ocupe de decirle a su gente que ya pagará la plata que debe.
Pero el caso de Barrios no es una excepción. Otro de los mineros tiene a cuatro mujeres en disputa por la indemnización ofrecida a las familias. Incluso varias mujeres descubrieron en el propio campamento que su pareja tenía una esposa e hijos.
A su turno, la pareja del boliviano Carlos Mamani, el único inmigrante del grupo, se quejaba porque el Gobierno de Evo Morales apenas les ha ayudado: "El cónsul sólo nos dio unos pañales y un poco de leche para la niña".
A 700 metros bajo tierra, Edison Peña, un electromecánico de 34 años, seguía dándole vueltas a su situación económica e incluso le encomendó instrucciones precisas a su mujer sobre lo que debía hacer durante los tres o cuatro meses que vivirá en la clandestinidad obligada hasta que vuelva a ver el sol. Acaso entonces, él y sus 32 compañeros se enterarán de cómo el país y sus familias han reaccionado ante su tragedia.
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