LA HABANA, 1 octubre 2010 (EFE).- En un tramo de 200 metros de una calle de La Habana viven 12 parejas de mellizos o “jimaguas,” como se les llama en Cuba, de las que siete son gemelos idénticos: una coincidencia que los vecinos atribuyen lo mismo al azar que al agua que beben o a las “energías” de su barrio.
Las edades de estas parejas de hermanos van desde los tres hasta los 62 años. Aunque algunos en la zona intentan explicar la casualidad según factores genéticos, otros recuerdan que esas familias no están emparentadas y que, en definitiva, el asunto va más allá de los nacimientos.
Los vecinos de la calle 68-A, donde viven unas 200 personas, en el barrio habanero de “Buena Vista” tienen la teoría de que existe una especie de “imán” en sus vidas que atrae a los “pares.”
Y es que, según explican, los mellizos no sólo nacen en esa calle, sino que van y vienen. Solo en los últimos años se mudaron allí al menos dos nuevas familias con hermanos idénticos.
Xavier López, uno de los adolescentes “jimaguas” que vive en esa calle, revela que por “casualidad” anda de novio de una chica que es gemela.
También está el caso de Yordanka -nacida allí hace 33 años, aunque ahora reside en España- cuya familia cuenta que hace 10 meses parió en Lanzarote a un par de niñas que tienen que sumarse a la lista “especial” de la calle.
Para colmo, Alexis Rodríguez, padre de las gemelas Karla y Camila, dice que el veterinario que encontró para su perro también es “jimagua” y vive en los alrededores, aunque no en el mismo barrio.
Rodríguez, cuyas hijas nacieron en calle 68-A hace seis años, indica que todo el asunto es “raro” y cree que existe “algo particular en la zona que habría que estudiar.”
“No sé si será el agua, a lo mejor el agua de La Habana tiene la responsabilidad. A lo mejor es una gracia que tenemos aquí en ‘Buena Vista’,” dijo a Efe entre bromas.
Esta semana, el caso de la calle 68-A saltó a la fama en la isla cuando la televisión cubana le dedicó un reportaje, tras la insistencia de uno de los vecinos para que el asunto recibiera mayor atención.
Geder Aguiar, quien empezó a difundir la historia, explicó a Efe que desde hace tiempo andaba “curioso” con el tema, porque tras recorrer varias manzanas descubrió que el único lugar donde había tantos hermanos iguales era en su calle.
“Cuando esos niños se juntan para jugar uno no sabe quién es quién, ni cuál te tira la piedra, confundes los nombres, un lío,” señaló Aguiar.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), en los últimos cinco años la proporción de nacimientos de mellizos en Cuba oscila entre el 0,8 y 0,9 por ciento del total.
El año pasado 1.170 niños de un total de 130.036 nacimientos fueron mellizos y su localización fue muy “aleatoria,” según dijo a Efe Enrique González, especialista de la ONE.
“Tiene que haber sido una coincidencia muy grande que en una cuadra coincidan tantos mellizos. Es algo muy curioso con la baja proporción de nacimientos de ese tipo que hay en Cuba,” afirmó González.
En el barrio de “Buena Vista” hay quien ya habla de un récord Guinness, algunos dicen que es la “energía” que desprende la cuadra, y para otros la respuesta debe estar en cualquier cosa: la comida, la luna o la mata de Siguaraya (árbol sagrado según los santeros cubanos) que se alza en el centro de la calle.
Clotilde Fé Fernández nació en 1948 en una casa de 68-A y, según dice, le tocó ser junto a su hermana Esperanza la iniciadora de esta particular tradición de mellizos.
“Mamá nos vestía iguales y llamábamos la atención, nos decían las ‘jimaguas’. Aún cuando cumplimos 15 años nos mirábamos al espejo y éramos una sola persona,” recordó a Efe Clotilde, para quien lo que sobrevino fue “un azar del destino.”
Según destacó, al menos esa “coincidencia” podría propiciar que los vecinos de su calle vivan “bien,” pues entre los religiosos existe la creencia de que los mellizos tienen “aché,” lo que en la religión afrocubana se entiende como buena suerte o bendición.
En el culto yoruba afrocubano aparece la figura de los “Ibeyis,” hermanos “jimaguas” de carácter travieso y goloso que son queridos por todos los orishas (dioses) y a los que se considera patrones de los niños.
De acuerdo al mito, los “Ibeyis” salvaron a los hombres y ganaron fama de poderosos tras ganarle una pelea al Diablo, que no podía dejar de bailar con el toque de sus tambores mágicos y, agotado, les concedió retirar las trampas que había colocado para comerse a los hombres.
Alma Lydia, nacida en 68-A y madre de los mellizos Arián y Adrián Cueto, de 8 años, afirma que en Cuba existe una cultura de reverencia por ese tipo de hermanos, de la que sólo se enteró tras el parto, cuando fue a un santuario para cumplir una promesa.
La mujer narra que cuando llegó, acompañada por sus hijos, empezaron a pasar cosas “raras”: no le quisieron cobrar las flores que compró, una señora intentó hacerles regalos, otras personas los llenaron de bendiciones.
Sin embargo, en opinión de Alain Castillo, padre de las gemelas Ashley y Ashlen, las más pequeñas de la calle, la verdadera cuestión en todo este asunto es comprender lo complejo que resulta criar a dos hijos de un tirón en Cuba.
“Los ejemplos que tengo alrededor me dan fuerza de voluntad, si los demás pueden cómo no voy a poder yo. Es difícil mantener a las ‘jimaguas’, pero de todo se sale en la vida,” apuntó.