SAO PAULO, 23 febrero 2011 (AP) — Una vez que bajaron las aguas que inundaron su hogar, una brasileña se sorprendió al encontrar a un huésped nada grato: un caimán de 1,5 metros (cinco pies) de largo, recostado dócilmente en la sala mientras que su hijo de 3 años acariciaba la cabeza del reptil.
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Cuando la mujer llegó para limpiar su hogar al día siguiente, se encontró a su hijo, quien jugaba con algo detrás del sillón, dijo Farias. Ese "algo" resultó ser un caimán.
"Ella alejó de inmediato al menor y nos llamó", agregó.
Farias dijo que fue cuestión de suerte que el reptil aparentemente no estaba de humor como para comer. "De haber tenido hambre, podría haber herido de gravedad o incluso matado al niño", señaló.
Elementos del Departamento de Bomberos capturaron al caimán y lo llevaron a una reserva de conservación ambiental cercana, donde lo liberaron.
"Las ciudades en esta zona fueron construidas muy cerca de ríos y bosques tropicales, por lo que no resulta extraño ver animales como caimanes y serpientes ingresar en los hogares", explicó Farias, quien se negó a identificar a la mujer o al menor.